SEMINARIO CÓRDOBA ARQUEOLÓGICA |
Actividades - Año 2004
Ildefonso Robledo Casanova
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Castillo de Dos Hermanas
Después
de la visita al Museo de Ulia, en la que D. Pablo Moyano tuvo la amabilidad de
atendernos, los asistentes a esta actividad nos desplazamos a las ruinas del
castillo de Dos Hermanas, situado a unos siete kms. de Montemayor, en las
inmediaciones de la carretera que se dirige a la cercana población de Espejo. El
castillo está enclavado en un lugar estratégico y se sabe que el cerro en
donde se ubica ha estado habitado, al menos, desde los tiempos del Calcolítico.
Situado cerca del arroyo Carchena, el antiguo oppidum
ibérico de Dos Hermanas estaría situado en la ruta de los recintos ibéricos
que desde las cercanas Ategua, Torreparedones, Castro del Río y Espejo se dirigía
a lugares como Nueva Carteya, Doña Mencía, Baena o Zuheros, todos ellos ricos
en vestigios arqueológicos de fortificaciones ibéricas. En Dos Hermanas, a medida que íbamos subiendo por el cerro en dirección a los restos del castillo, podíamos contemplar multitud de vestigios cerámicos de los tiempos del Bronce, ibéricos y romanos. Los fragmentos del pasado se desparramaban de manera abundante por las laderas. Aquí y allá íbamos encontrando continuamente trozos de cerámica ibérica de bandas o de terra sigillata romana. Incluso llegamos a identificar varios fragmentos de cerámica verde manganeso califal, procedente posiblemente de los talleres de Medina Azahara. Pronto
pudimos apreciar, una vez alcanzadas las ruinas del castillo, que la planta de
este, dominado totalmente por la maleza, era difícil de precisar.
Tradicionalmente se afirma que el castillo tiene planta cuadrangular, con torres
situadas en las esquinas, pero lo cierto es que la existencia de una poderosa
puerta en lo que casi sería el centro del cuadrado hace que existan razonables
dudas acerca de si en un primer momento la fortaleza pudo tener planta
rectangular y posteriormente se amplió la misma adoptando así una forma
cuadrada. Además, una torre avanzada situada en línea con esa puerta central,
sugiere que pudo haber existido en otros tiempos un muro interior de diafragma,
en el que se habría podido insertar esa puerta. En los tiempos del Medievo, enclavado en un cerro de escasa altura, lo cierto es que las posibilidades de defensa del castillo resultaban bastante menguadas, lo que hizo que en 1325 Martín Alonso de Córdoba, propietario tanto de la fortaleza como de su entorno, buscando la mejor defensa del territorio, avanzadilla de la propia ciudad de Córdoba en la línea fronteriza con Granada, ordenase trasladar a los pobladores de Dos Hermanas a la actual Montemayor, en donde levantó un nuevo castillo de más fácil defensa.
Mucho
tiempo después Francisco Fernández de Córdoba, Abad de Rute, en un documento
fechado en el primer cuarto del siglo XVII, habría de transmitirnos noticias
acerca de ese cambio de emplazamiento. En efecto, según el Abad, su antepasado
Martín Alonso, viendo muy débil el castillo de Dos Hermanas y expuesto a las
razzias de los moros, habría desmantelado con el permiso real, la mayor parte
de él, “transfiriendo su población a más fuerte, seguro y en todo
aventajado sitio, en que labro un bien entendido fuerte y castillo, según la práctica
de aquella era, dándole respecto del lugar donde le fundo nombre de Montemayor,
común a otros pueblos de España en diversas provincias de ella, pero insigne
entre todos este por estar edificado en las ruinas de la antigua ciudad de Ulia,
municipio fielísimo a los romanos, según lo afirma César y lo refiere Hircio,
que la nombra muchas veces pero con nombre de Ulia...”. Si admitimos estas
afirmaciones del Abad de Rute, que la moderna arqueología parece confirmar, su
antepasado Martín Alonso, tras demoler buena parte de los lienzos del castillo
de Dos Hermanas, habría trasladado la población a Montemayor, levantando allí
otro castillo más poderoso. Para ello habría elegido, precisamente, según el
Abad, el solar en donde antaño se habría situado la bien fortificada ciudad
romana de Ulia.
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