SEMINARIO CÓRDOBA ARQUEOLÓGICA |
Actividades - Año 2004
Ildefonso Robledo Casanova
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Recintos fortificados iberorromanos
Las
provincias de Córdoba y de Jaén han ofrecido una valiosa aportación para el
conocimiento del urbanismo ibérico, en la medida en que son muy abundantes en
ellas los denominados recintos fortificados, que fueron estudiados por Bernier y
Fortea en los años sesenta. Los fértiles
campos de Baena, Castro del Río, Espejo, Valenzuela, Santaella, Nueva Carteya y
Doña Mencía ofrecen una especial concentración de recintos, que también se
registra en otros lugares de más complicada orografía, como Luque, Cabra o
Priego. Han de citarse, entre otros muchos, yacimientos como Ategua, Ucubi
(Espejo), Torreparedones, Iponuba (Baena), Plaza de Armas (Nueva Carteya), El
Higuerón (Nueva Carteya), el Laderón (Doña Mencía), etc. Las murallas de
estas "fortalezas" ibéricas están levantadas a base de grandes
piedras irregulares que se asientan en seco o utilizando lajas o pellas de barro
para facilitar la unión, técnica "ciclópea" que cuenta con
antecedentes en la Grecia micénica y en el Reino Hitita. La
cronología de estos yacimientos fortificados oscila entre los siglos VI y II
a.C., tratándose tanto de simples torres/atalayas como de verdaderas ciudadelas
amuralladas, habiéndose debatido mucho acerca de cual debió ser el motivo por
el que fueron levantadas. Sin duda, aspectos relacionados con el control de la
riqueza y las vías de comunicación han de buscarse para explicar su origen.
Estamos en una zona rica en producciones agrarias y debía ser protegida contra
los ataques de otros pueblos interesados en apropiarse de esa riqueza. No
debemos olvidar, a modo de ejemplo, las razzias de los lusitanos de Viriato, ya
en tiempos de la ocupación romana.
En el
año 237 a.C. Amílcar Barca desembarcó en Cádiz e inició la ocupación
militar de la Turdetania. Como medio de control debieron utilizar los
cartagineses estas antiguas torres y recintos ibéricos, así como levantar
otros nuevos. Ese debe ser el motivo de que en las fuentes literarias romanas,
Plinio entre ellas, se conozca a estos fortines con la denominación de Turres Hannibalis (Torres de Aníbal). En el
año 45 a.C. los hombres de Julio César se enfrentaban a los ejércitos de los
Pompeyos en el transcurso de la guerra civil que asolaba a Roma. En los
"Comentarios de la guerra de España", con motivo de las acciones
militares que se insertan en el asedio de Ategua por César encontramos unas
claras referencias a los recintos fortificados ibéricos: "Añadíase
a esto el poder Pompeyo alargar más la guerra, por ser el terreno quebrado y
montuoso, y, por lo mismo, muy a propósito para formar un campamento bien
fortificado y porque toda esta tierra de la España Ulterior es muy difícil de
atacar, por su fecundidad y la mucha abundancia de aguas. Además de esto, los
puestos desviados de las ciudades están defendidos de las incursiones
repentinas de los bárbaros con torres y fortificaciones, cubiertas aquéllas,
como en el África, no con teja, sino con argamasa, en las cuales tienen
atalayas, desde donde por su grande elevación descubren mucha tierra. Fuera de
esto, gran parte de las ciudades de esta provincia están resguardadas con los
montes y situadas en muy ventajosos puestos, que las hacen muy difíciles de
atacar y entrar por fuerza. De suerte que la misma naturaleza del terreno las
defiende de los ataques y con dificultad se toman las ciudades de esta parte de
España, como sucedió en esta guerra. Porque estando acampado Pompeyo entre las
dos ciudades dichas, Ategua y Ucubi (Espejo), y a la vista de
entrambas......." Los
miembros de nuestro Seminario, a lo largo de estos últimos años, hemos tenido
oportunidad de estudiar varios de estos recintos fortificados: ·
El
Higuerón de Nueva Carteya (1997). ·
Torreparedones
(1997). ·
Ategua
(1998). ·
Torre
Morana de Baena (1999). ·
El
Laderón de Doña Mencía (2000). ·
La
Majada del Serrano de Doña Mencía (2000). ·
El
Castillejo de la Fuente del Carmen, de Zuheros (2001).
El día 17 de abril, como complemento a este programa de visitas, nos desplazamos nuevamente a Doña Mencía para conocer ahora los recintos enclavados en el Cerro de San Cristóbal y en lo que se conoce como la Oreja de la Mula. La visita fue dirigida por Alfonso Sánchez Romero.
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