Asamblea General ordinaria
Son las 18,30 horas del sábado 27 de enero de 2.007, cuando da comienzo la Asamblea General Ordinaria de la Asociación “Arte, Arqueología e Historia” en el Salón de Plenos de la Diputación Provincial de Córdoba.
Abierta la sesión por el Sr. Presidente, don Francisco Olmedo, tras agradecer a la Diputación el cedernos este espacio para el acto, cede la palabra a la Sra. Secretaria que lee el acta de la sesión anterior y enumera las actividades realizadas en 2.006. A continuación, el Sr. Tesorero expone las cuentas del ejercicio anterior y el presupuesto para 2.007.
Sometido todo a los asociados les prestan su aprobación. Acto seguido, el Presidente enumera las actividades para el presente curso y, tras un intercambio de opiniones con los socios asistentes, se da por finalizada la Asamblea.
Presentación de la Revista
Terminada la Asamblea General, se inicia el acto de presentación de la Revista “Arte, Arqueología e Historia” en su edición de 2.007.
Abierta la sesión por el Sr. Diputado Provincial de Cultura, don Serafín Pedraza, el Presidente de la Asociación toma la palabra agradeciendo la ayuda prestada por la Diputación para la publicación y difusión de la revista y resalta la importancia que ésta ha adquirido en diversos ámbitos del mundo cultural cordobés.
Seguidamente, el director de la revista, Ildefonso Robledo Casanova, relata la relevancia que ésta va tomando como obra de consulta en los temas de arte, arqueología e historia y la cantidad de visitas que recibe al encontrarse ya algunos números en internet. Da las gracias a los Corresponsales de la Asociación y a las personas que colaboran con sus artículos, terminando con una breve exposición de cada uno de los trabajos de esta edición.
Acto seguido, el Sr. Robledo cede la palabra a don Luis Alberto Palomo quien, tras dar las gracias porque se le permita publicar un trabajo sobre Fuente Álamo, explica brevemente los mosaicos que son la portada de la Revista de este año. Comenta la importancia de Fuente Álamo (Puente Genil), pues con el tiempo se convertirá en un referente sobre este tipo de yacimientos. Invita a todos a conocerlo y se ofrece para servirnos de guía en una próxima visita que nos comprometemos a llevar a cabo.
Finalmente, don Serafín Pedraza cierra el acto con palabras de elogio hacia la asociación,“una institución viva”. Resalta la importancia de la Revista y su continuidad en el tiempo:”crear una revista es fácil, lo importante y difícil es mantenerla” dice al animarnos a continuar con esta labor para terminar diciéndonos que podemos contar con la Diputación para así proseguir con la difusión de la cultura en las ramas del Arte, la Arqueología y la Historia.
Seguidamente y como colofón, se hace entrega a los presentes de un ejemplar de la Revista, terminando esta enriquecedora tarde – noche tomando una copita de vino en un agradable ambiente de camaradería y relajación, que se agradece.
Los baños califales (9 y 10 de febrero, 2.007)
Nuestra vocal de Arqueología nos convoca, y a su llamada respondimos unos cien asociados, a conocer los Baños Califales de Córdoba, a través de las palabras de don Pedro Marfil, arqueólogo restaurador de este hallazgo, uno de esos “monumentos que dan sentido al entorno en que se encuentran”
A modo de recepción, don Pedro, con ayuda de diapositivas, localiza y nos describe el entorno social y político de la época, justifica la gran importancia de esta zona (Campo Santo de los Mártires), residencia del poder musulmán (Los baños están dentro del alcázar Omeya).
Localizados geográfica e históricamente el Alcázar y los Baños, don Pedro nos habla de los avatares sufridos por este yacimiento arqueológico descubierto en 1.903 por don Rafael Ramírez de Arellano al ver que había algo raro bajo la tierra donde se iban a plantar unos árboles.
No obstante su conocimiento, fueron enterrados de nuevo hasta el año 1.961, en que el interés de investigadores, como los Sres. Ocaña, Salcines y Hernández, hizo posible nuevas investigaciones para su puesta en valor que llega en una primera ocasión de manos del restaurador don Francisco Torres que ya hace posible su visita.
Con ayuda de la planimetría del lugar, don Pedro nos introduce en las tres zonas del conjunto arquitectónico (baño califal del S. X; salón de recepciones de época taifa, S XI, y baño almohade, S. XII) que, a su decir, “se enseñan por sí mismos al disfrute de los ciudadanos”, explicando, al mismo tiempo, el origen y evolución de los baños árabes que son, algo más que un lugar para la limpieza del cuerpo: son establecimientos indispensables para la vida cotidiana de la sociedad musulmana donde se purifica el alma, se divierte el cuerpo y se reanima el espíritu.
Son las nueve de la noche y la gente aún mantiene su atención y curiosidad, que se pone de manifiesto haciendo preguntas y solicitando aclaraciones que el ponente responde con la amabilidad que le caracteriza.
Y quedamos invitados a visualizar in situ lo que esta tarde se nos comunica por medio de la palabra ayudada de imágenes fijadoras de las explicaciones.
Y así lo hacemos. A las 11,30 del día 10 de febrero 07, el mismo grupo de asociados nos reunimos en la puerta de los Baños Califales, situados en el ángulo de la muralla norte en la parte del palacio califal que correspondió a la Corona en el reparto que se hizo tras la Reconquista.
De aquí, nos vamos al antiguo vestuario (bayt al - Maslay) donde un audiovisual (de unos 10 minutos) nos pone en situación narrándonos el origen y evolución de los baños árabes.
A continuación, por el suelo cuya cota es la misma que la de la calle Caballerizas Reales, a través del pórtico ilustrado con imágenes de la época y vitrinas con restos arqueológicos (reloj de sol propiedad del Califa, fragmentos de cerámica almohade, fragmentos de inscripciones cúficas, yeserías, vidriera reconstruida, ..., una tinaja del S. XIV traída del Museo taurino), pasamos a recorrer las distintas salas:
Sala fría (bayt al - Barid) con restos de pintura. Obsérvese que los muretes de ladrillo del fondo son el sostén de los cimientos de las casas que hay encima. Lugar de purificación por el agua.
Sala templada (bayt al – Wastany) o de disfrute y reuniones. Sus capiteles son nuevos. De fondo se puede escuchar una conversación entre al – Hakam II, su hijo el príncipe Hisham y el gran visir Chafar
Sala caliente (bayt al – Sajun) o de la gloria encima del hipocausto. Es curiosa la representación de la muerte de Abderramán V que se proyecta sobre la pared a base de sombras.
El salón taifa donde aún hay restos de las muchas yeserías que decoraban el salón en uso desde el S. XI hasta el XIV.
Baño almohade y zonas de servicios de los baños: leñera, horno, caldera cilíndrica etc.
No deje de ver las maquetas del palacio califal (S. XII) y la de los baños en su origen.
Todo fue un placer.
Pozoblanco:”del gallo, la encina y el pozo” (24 de febrero 07)
“Piedra y cal, sin otro particular”
El tópico “Paquirri” también es cultivado de alguna forma por los pozoalbenses que, tal vez, por eso, nos organizan una visita a la Plaza de toros, de 3ª categoría, donde un infausto día , 25 de septiembre de 1.984, fue cogido, con consecuencias de muerte, el torero Francisco Rivera, “Paquirri.
Tras hacer las fotos de rigor en “La gran corná” (de A. Teno) que hay frente a la plaza, monumento al toro que triunfa sin tener que matar al torero, iniciamos nuestra visita a este gran pueblo vallesano por la sala VIP de la Plaza de toros en la que se visualiza en fotos la historia del coso desde 1.912 a 2.003, año de su remodelación. Aquí reconocemos a personajes que han pasado por este coso: Rivera, Calerito,..; vemos cabezas de toros que dieron esplendor a las figuras del momento, observamos las distintas dependencias de la plaza desde los chiqueros a la enfermería, y nos adentramos un poco en su leyenda e historia.
Se nos pasa el tiempo rápidamente: ¡ bendita curiosidad¡. Ya son las doce. Es preciso dejar el redondel de la fiesta, pues nos tenemos que ir acercando al centro del poder municipal: el Ayuntamiento.
Y así lo hacemos, no sin antes detenernos en la ermita de San Bartolomé, S. XVI, punto de parada y peaje de los pastores de la Mesta y lugar en cuyo entorno se forma el primer núcleo de esta ciudad.
Es una iglesia austera, como los serreños, de una sola nave con arcos apuntados de granito.
Tiene cuatro puertas, una a cada punto cardinal. La principal, que aún conserva su pequeño pórtico sobre pilares de granito, miraba a la vereda. Pero como el pueblo creció detrás del altar, se ha abierto la puerta en este lugar para que la iglesia mire al pueblo que ha nacido frente a ella.
Continuamos nuestro camino por una de esas calles, a las que aún no ha llegado la urbanización, que son muestra de la realidad de aquellos tiempos de lanchas, piedras y tierra, que, tal vez, inspiraron el mensaje que un anónimo graffittero nos ha dejado escrito en la blanca cal de una de sus fachadas:
“De las cenizas del mundo dejadas por la crueldad humana hemos nacido nosotros.... ángeles de la oscuridad”.
Pozoblanco (por los excrementos de las aves), con su gallo avisador y su encina milenaria, a cuyo alrededor se asentaron (S. XIV) los pastores que huían de la peste declarada en Villapedroche, origen de Pozoblanco, una de las Siete Villas con nombre documentado ya en el s. XV.
Muy cerca la irreconocible Casa de la Viga, vivienda con portada con alfil en su origen, y la Casa de la Inquisición, S. XVI.
Nos detenemos poco tiempo en estos dos edificios que han perdido su sabor para dirigirnos ya sin más dilación hacia el Ayuntamiento en cuyo salón de plenos nos recibe muy amablemente el alcalde don Benito García Latorre, quien, tras darnos la bienvenida a “la casa de todos”, nos demuestra que conoce nuestra Asociación, de la que le habla mucho su Concejal de Cultura, don Serafín Pedraza, al tiempo que entiende que este tipo de asociaciones son necesarias ya que son un buen instrumento potenciador y animador de la cultura
Tras una animada charla sobre la vida y cultura de Pozoblanco, ciudad que aparece casi todos los años en nuestra Revista gracias a la colaboración de don Manuel Moreno Valero, el Presidente, Francisco Olmedo, le hace entrega de un cordobán como recuerdo de nuestro paso por esta villa serreña.
El tiempo, y no el reloj de 1.889 que marca la hora desde el Ayuntamiento, nos invita a seguir nuestro itinerario si queremos llegar a tiempo a Los Godos donde nos servirán una buena y abundante comida que, como siempre, es un tiempo de convivencia y tertulia tan grata a los asociados que obliga al Intendente general, don Rafael Bancalero, a tener que interrumpir la sobremesa, dado que la tarde se echa encima. ¡ y tenemos que detenernos en Pedrique, “cósmica ventana (abierta) al Arte/ entre montes y valles[1]¡
Pedrique, ayer “historia de hombres consagrados a Dios” dado su origen de monasterio mozárabe de siete ermitas, ampliadas a 12 por la orden cordobesa de los eremitas de la Orden de Belén, desamortizado en la época de Mendizábal, es hoy historia de un hombre consagrado a la creación: Aurelio Teno, el genio hecho Arte.
De su yunque y su fragua nacen homenajes al cetrero que se libera en el águila; a Cervantes cuyo caballo alado extiende nuestra Lengua castellana por todas partes; a Fuente Obejuna, clemencia y solidaridad; a la Humanidad (UNICEF) que arropa al niño; a Roma al descubierto en el pez de Mérida; a los Pedroches enraizados en el hombre que mira afuera del Valle, pero con su cabeza vuelta hacia la tierra que deja atrás “ de jaras y romeros/ adelfas en flor .../ olivares .../ corzos y ciervos..../ águilas plateadas..../; al náufrago que mira con tristeza lo perdido; al aguador quemado por el sol; a la mujer, descanso del hombre,...Fusión de ideas (libertad, solidaridad, clemencia,...) y materiales:”los volcanes de esta isla cósmica / topacio y amatistas han lanzado al viento./ Rubíes y esmeraldas inundan las praderas./ Y un palpitar de peces al zafiro de tus aguas/ da el aliento.
Mil cuarzos encendidos.../ (...)7 ¡ Van camino del yunque y de la fragua / para encontrar al Genio¡ que los transforma en toreros, desde el goyesco Pedro Romero o el seco Pepe Hillo al picador gordo y enfadado terminando en las colleras que emergen de la sangre mezclada con arena para arrastrar el toro dando fin a la corrida.
El género humano (África – India – Europa) en cuarzo incrustado en metal esmaltado o en madera fosilizada, o en mica,.. “Cristal de cuarzo .../ Luz y fuego. Espíritu y Metal” y la Virgen que “desde el Cielo / (ha) venido a esta Sierra y a este Valle / a inundar de Gloria el Monasterio/ ¡ Reina del Arte¡ que arropa a San Onofre “guardián del Monasterio de Pedrique¡ cuyos ojos miran hacia dentro, en tanto que los de la Virgen nos miran – protegen a nosotros.
Y el águila, “diosa del viento y de la brisa”, y la cabra que “tiene el alma de hierro / y huecas sus entrañas” y...el Cristo Cósmico que al irnos hacia el autobús, tras echarle una última mirada parece gritar:“¿Por qué, por qué me habéis abandonado / colgado en el abismo...?
Aunque, para sorpresa de muchos, añade:
“¡Con mi llanto de sangre Yo os perdono...¡ ¡Con mi mano extendida Yo os bendigo...¡
Y con la tranquilidad recobrada volvemos a Córdoba.
Cádiz
El día 17 de marzo 07 iniciamos nuestro caminar muy de mañana para, después de desayunar en ruta, entrar en Cádiz tras cruzar Puerta tierra. La ciudad nos recibe junto al puerto con el levante habitual y la “salada claridad” (que diría el poeta) de una mañana luminosa.
Comenzamos nuestra visita por la plaza del Ayuntamiento (Plaza de San Juan de Dios) que recibe el nombre de la antigua iglesia barroca que, en parte, hoy se conserva adosada al lado izquierdo del Consistorio.
El edificio de las Casas Consistoriales de Cádiz, inaugurado en 1.799, presenta tres cuerpos de diferentes estilos, predominando el neoclásico y el isabelino. En el centro del tercer piso, vemos el escudo que representa a Hércules con los leones. A ambos extremos de la fachada, las esculturas de San Servando y San Germán, patronos de Cádiz y a todo lo largo una banda con la leyenda: “Casas Consistoriales de la Muy Noble, Leal y Muy Heroica ciudad de Cádiz”.
Continuamos por el famoso barrio del Pópulo, antiguo barrio medieval al que se tenía acceso por un arco de la muralla (Arco del Pópulo (del pueblo) llamado así por un cuadro de la Virgen que allí hubo, que tenía una inscripción que decía: “Ora pro populi”. Sus calles estrechas y tortuosas alinean muchos palacios y casonas construidas con la piedra de Cádiz (piedra ostionera), entre los cuales tenemos la casa – palacio del Almirante de indias, D. Diego de Barrios, bello ejemplo de palacio barroco del XII, con tres plantas: vivienda, almacén y oficinas, además de una hermosa torre vigía.
En la plaza adyacente, que hace un suave montículo, vemos la fachada de la casa donde Lope de Vega escribió “La Dorotea”. Debajo de la plaza está el teatro romano, aún por excavar y estudiar a fondo.
Otros edificios de este lugar son:
La gótica Catedral Vieja, hoy iglesia de Santa Cruz, mandada edificar por Alfonso X sobre los restos de una mezquita, reconstruida en estilo manierista tras ser destruida por bombardeos ingleses.
La Casa de la Contaduría (S. XV), donde se pagaban los diezmos, hoy reconvertida en Museo Diocesano. Es de estilo renacentista con detalles manieristas. Si recorremos sus salas podremos observar y, en ocasiones, admirar: la Sala de los obispos con numerosos cuadros de prelados gaditanos; un Patio mudéjar; La Sala del Asalto con el cuadro que representa el asalto a Cádiz por ingleses y holandeses, así como la cruz de madera que presidió la misa que se celebró después del asedio; la Sala de los Marfiles presidida por dos esculturas en marfil y madera policromada de San Servando y San Germán, esculturas llamadas por el gracejo gaditano de “Los chinos” debido a los rasgos orientales que muestran al ser traídas, según parece, de Filipinas. En esta sala también es de destacar un crucifico en marfil, obra de Alonso Cano; La sala de las Termas con preciosas casullas y un San Cristóbal en mármol; y, al fin, terminamos en la Sala de las Custodias donde se puede admirar la “custodia del millón” que parece ser el número de piedras preciosas y perlas que la adornan.
Proseguimos nuestro itinerario y llegamos a la catedral. Sus obras, que se iniciaron en 1.720, según proyecto de Vicente Acero, continúan aún al final del primer tercio del S. XIX, bajo la dirección sucesiva de Gaspar y Torcuato Cayón, Manuel Machuca y otros.
Su fachada presenta un cuerpo central con la portada rehundida y sendas torres ochavadas en los extremos, bastante más bajas que las diseñadas en el proyecto inicial debido a problemas de cimentación.
El interior es de tres naves con capillas laterales entre los contrafuertes, crucero saliente, cúpula y girola con capillas absidales. Es de destacar la sillería del coro y algunas esculturas, obra de Luisa Roldán “La Roldana”.
La cripta, adonde bajamos, por debajo del nivel del mar, contiene enterramientos de obispos y canónigos de la ciudad y las tumbas de dos gaditanos ilustres: Manuel de Falla y José María Pemán.
Nuestra andadura continúa por la plaza de las Flores presidida por la estatua de Lucio Junio Moderato “Columuela”, escritor romano nacido en Cádiz.
Seguimos por la calle Ancha y otras hasta llegar a la Plaza de la Mina donde, después de un pequeño refrigerio, entramos en el Museo Provincial de Bellas Artes en el que podemos contemplar los dos sepulcros fenicios de un hombre y una mujer entre otras obras de fenicios y romanos de la Sala de Arqueología o los numerosos cuadros de artistas barrocos, en especial de Zurbarán, de la Sala de Pintura.
A comer, para después dirigirnos a la Torre Tavira, de estilo barroco, que debe su nombre a don Antonio Tavira, su primer vigía encargado de observar el puerto y la bahía y avisar de la llegada de los buques cargados de productos procedentes de América. Es la torre emblemática de las 170 torres miradores que hubo en Cádiz durante los S. XVII y XVIII
Formaba parte del edificio – palacio de tres plantas, también barroco, donde tenía su vivienda, almacén y oficinas el acaudalado comerciante Marqués de Recaño.
La torre termina en un mirador desde donde se pueden contemplar bellas vistas de la bahía, del puerto, de la catedral, del barrio de la Viña y de todo el caserío de la ciudad.
Dos de sus tres plantas son salas de exposiciones, siendo la última una cámara oscura donde se proyecta una imagen viva y en movimiento de lo que está ocurriendo en ese instante en el exterior. Su funcionamiento es muy simple: La luz entra a través de una ventana, incide sobre un espejo y pasa por unas lentes haciendo que la imagen se refleje en la pantalla. Pudimos ver imágenes de toda la ciudad: gentes en las calles o en las azoteas, barcos saliendo del puerto, edificios conocidos de Cádiz,....Desde luego, disfrutamos y nos quedamos bastante impresionados.
Buen día, muy completo con regreso feliz a Córdoba.
El que no renaciere del agua...(24 de marzo 07)
Pronto llegamos a Espejo, a sólo 33 kms. de Córdoba, magnífica atalaya para ponernos en contacto con la Arqueología de la mano del Profesor Don Pedro Lacort, que amable y sabiamente nos da un paseo por uno de los mejores vestigios de la antigua Ucubi, El Aljibe.
Dejados los coches, nos adentramos por un camino con retos romanos por el que se accede a una zona de la antigua ciudad prerromana, que a finales del año 45 a. de C. es escenario de las guerras entre los senatoriales de Pompeyo el Grande con los PP. de la época o partidarios de Julio César. Pronto nos encontramos frente a un pequeño edificio levantado sobre un manantial de agua que está a unos 8 metros de profundidad. Edificio existente desde la época prerromana y considerado como muestra de la “providencia divina” que cuida a sus criaturas con aguas mineromedicinales cuya ingesta o inmersión trae la salud a los hombres. Manantial objeto de culto y fuente de salud, pues. Estructura romana sobre un lugar indígena de culto al agua. Muestra también de la entente cordiale de César con los iberos dominados Su agua venía de una captación a unos 100 metros, que unida a la que mana en el propio depósito, lo hacían ser un magnífico Aljibe. De él sale una galería romana con remozamiento musulmán que lleva el agua hasta una fuente como la que pudimos (podemos) ver unos 70 – 80 metros antes de llegar.
Lleva un atrio enlosado ante la puerta enrejada de acceso, que da paso a una escalera que conduce a una plataforma donde posiblemente también hubiera una estatua en un rincón. Su entrada tiene 15 dovelas y su cobertura es con una bóveda de medio cañón. La construcción es de sillares. Sillares con buen terminado al interior; no así al exterior, tal vez por haber estado revestidos de algún material. En la parte superior pueden verse dos tragaluces como brocales de pozo, aunque son para la entrada de luz.
Después de bajar hasta la plataforma, cuando de nuevo nos encontramos con la luz, uno tiene la sensación de haber tocado un poco de la Roma eterna.
Damus (La cueva) - (21 de abril de 2.007)
Los hombres primitivos vivían en cuevas y cavernas, decía nuestra enciclopedia Dalmau. Y era verdad, como se está comprobando con la excavación arqueológica que hemos visitado en la Cueva del Cañaveralejo de Adamuz, de la mano del profesor Clemente Martín de la Cruz.
Cueva situada en las primeras rocas al final de la campiña y conformada por disolución de la caliza de aquéllas.
En ellas, se ha detectado, junto con restos del Paleolítico Medio, signos evidentes de ocupación constante a partir del Neolítico hasta el II milenio a. de C. Abandonada, ahora es ocupada por los diversos ocupantes del territorio, incluidos los animales de la zona.
Al entrar, el visitante percibe una gran boca abierta que te subsume en un claustro rocoso donde te sientes seguro y acogido. Aún es posible observar las plataformas o suelos sucesivos con los sedimentos traídos por el arroyo que llega hasta ella. Restos cerámicos y líticos nos dan la cronología de la cueva hasta 115.000 años.
Pronto, la Prehistoria de Adamuz se verá más evidenciada gracias a los trabajos que nosotros esperamos visitar cuando la cueva del Cañaveralejo esté integrada en el paisaje, como sabemos que es loable propósito e interés del Ayuntamiento.
Del mundo romano al planeta de los toros (Ronda, 28 de abril de 2.007)
A unos 19 kms de Ronda, accederá Vd. a una meseta caliza a 999 metros de altitud y se hallará en Acinipo: enclave de gran valor estratégico en la época romana al estar en uno de los puntos más altos de la depresión.
En este yacimiento arqueológico se pueden observar restos de diversos estadios históricos, desde el Neolítico hasta los romanos e incluso con muestras contemporáneas dejadas por excavadores oficiales y furtivos o restauradores con desigual fortuna.
Restos visibles, nada más entrar, por ejemplo, a través de las cabañas circulares con su pequeño porche empedrado propias de la fase prehistórica (S. IX – VI a. C) o de las casas romanas, dispuestas en terrazas escalonadas (hay dos excavadas) cuya calidad constructiva nos hacen pensar que Acinipo fue una ciudad rica o ciudad del poder.
Arriba, destaca el teatro, uno de los más viejos de la península y que menos remodelación ha sufrido. Son visibles aun las grapas y el mortero usados para unir los enormes bloques de granito que componen la escena que se conserva en perfecto estado. No obstante, le sobra el hormigón que le han añadido los restauradores. Sus grandes dimensiones y capacidad – 2.000 espectadores – resultarían un tanto exageradas para una población de 5.000 habitantes que se le supone a la ciudad, si no pensáramos que el teatro era (es) un lugar para representar la vida (comedia y tragedia), así como escaparate donde las clases sociales se muestran y distinguen.
Su elevado escenario, de dos pisos, por la misma razón, era exhibición de la capacidad constructiva y de la magnificencia romana como pondría de manifiesto el mármol rojo ¿de Cabra? que adornaba sus paramentos y aún se observa en la parte de la orquestra. Construido sobre la ladera a finales del s. I a. C. (años 60 – 50 a. C.) se sabe en desuso ya a partir del S. III d. C. Es copia de los modelos griegos como lo demuestra la magnífica acústica, aún comprobable, que caracterizaba a estas edificaciones.
Desde arriba, mire a su alrededor y verá muchas cortijadas, reminiscencia de las 117 villas romanas que rodearon Acinipo ya desde el S. I, que son testigo de lo que decimos más arriba de la importancia de esta ciudad. Al bajar, deténgase en las tres piscinas escalonadas que forman las termas, que muestran signos de su hipocaustum y otras zonas, aún no suficientemente visibles, pues necesitan de una buena puesta en valor, como todo el yacimiento.
Es mediodía. El largo viaje y la subida a los 1.000 metros del teatro nos predisponen a saborear Ronda, que a eso hemos venido. Así que ¡a comer¡: choricito y morcilla de Ronda, arroz andaluz, churrasco de cerdo ibérico, natillas caseras, ..., por ejemplo. Y así, reconfortado el cuerpo y animado el espíritu nos dejamos guiar por la “ciudad soñada” de Rilke, que alberga a unos 36.000 habitantes dedicados a sus ocupaciones agroganaderas y turísticas (el 38 % de sus ingresos) que han estructurado su hábitat para acomodarlo al microclina delimitado por su geografía y su historia.
Son el S. XVIII y el romántico XIX los que se van mostrando al viajero a medida que atraviesa el Puente Nuevo hacia la Ronda tradicional (su antigua medina).
La gran obra del arquitecto Juan Martín de Aldehuela o Puente Nuevo (ya que el 1º se derrumbo a causa de un terremoto en 1.735), vanguardista, de un solo arco, levantado sobre un refuerzo inferior de dos columnas, ha sido y es a lo largo de su vida (nació en 1.793), a la vez, mirador, pues desde sus 98 metros de altura se visualiza un entorno agreste y llamativo; pasillo de comunicación entre el barrio antiguo (la medina) y el nuevo (el Mercadillo); testigo del devenir de la ciudad, pues no en vano ha sido desde check point (donde se pagaba impuestos para entrar y salir del barrio) hasta prisión donde reprimir conductas, tal vez, desordenadas, y hasta objeto de deseo de la especulación (años 40) como muestra el bar “don Miguel”, hoy reconvertido en pequeño museo de la ciudad.
Ronda bipartita: a un lado del Puente el Mercadillo de donde venimos nosotros en nuestro recorrido. Al otro, la Medina del poder con sus 72 palacetes de hasta 8.000 metros2, nueve iglesias, una catedral,..., sin judería propiamente dicha, aunque sean éstos los que negocien la rendición musulmana ante los cristianos reconquistadores.
Con la vista puesta aún en el tajo del Río Guadalevín, nos encontramos pronto con una supuesta “Casa del moro”, de los Atienzas, futuro hotel que podrá usar como llamada la posibilidad de bajar los 220 escalones que te llevan a la “mina” del puente.
Y, enseguida, nos damos con la fachada barroca – indiana (plateresco más barroco) del palacio de los Salvatierra. Puerta adintelada con hojarascas, columnas corintias, balcón de forja, con cuatro (dos a dos) figuras que soportan el frontón en que se puede ver el escudo nobiliario de don Vasco Martín de Salvatierra desde 1.485 con los RR. Católicos. Unas figuras (los bautizados) se guardan sus “vergüenzas” con sus manos, mientras los indios no bautizados se muestran en su libertad: desnudos. Otros, interpretan estas figuras como las de varones desvergonzados que se ríen sacándonos la lengua y mujeres pudorosas que se tapan su bien más preciado, el de la castidad.
Y allí mismo la cruz caminera para impetrar la protección divina contra los muchos peligros que nos acechan en este “valle de lágrimas”.
Plaza de Abul Baka y alminar - torre (S. XIII – XIV), árabe, levantada por albañiles que vienen de Castilla que saben trabajar la piedra (primer cuerpo) y terminada por andaluces del ladrillo a soga y tizón. Puerta con arco de herradura. Cuadrada como en todo el imperio español. Alminar de mezquita hasta el S. XVII. Al fin, iglesia cristiana de San Sebastián.
Por el Callejón de los Tramposos, a un lado el Ayuntamiento, concebido primeramente como barracón militar; usado luego como corral de vecinos, hasta terminar en el Ayuntamiento de la ciudad.
A otro, la Catedral de Santa María la mayor en la que lo primero que nos llama la atención es su doble balconada en su fachada así como su gran tamaño – 2.500 personas de capacidad – para una población de 4 a 5.000 habitantes.
Lugar de culto: anteayer, templo romano. Iglesia paleocristiana (S. XIV d. C.). Mezquita (aún quedan restos visibles como el arco del Mirhab) y, a partir de 1.485, templo de los reconquistadores recristianizadores. Un Dios, un lugar para su culto?
Gótico en sus tres naves con bóvedas de arista, aunque no podamos ver su primera fábrica derruida por el terremoto de 1.580. Hay que detenerse ante el retablo barroco del s. XVIII, de nogal, policromado con 8,5 kgs de pan de oro y, si se quiere, dejarse adoctrinar por los elementos que lo conforman: la Eucaristía (racimos y espigas). La Virgen que aprende a leer - ¿o le está leyendo a su madre Santa Ana el libro de su vida ? - , la Inmaculada y la Asunción en cada una de sus tres alturas.
Y contemplar la Virgen del Mayor Dolor, tallada con los ropajes hacia atrás como si el viento de la calle los volviera. Tonos oscuros. Barroco churrigueresco. Dorado con purpurina. Y, sobre todo, véase la Última Cena femenina - ¿feminista? – pintada el año 1.988 en el lateral del coro.
El coro, de dos pisos de 12 y 24 sitiales cada uno, con tallas de Cornejo hechas en madera de nogal y cedro, que dan sensación de vida y realismo.
Al volver la vista, se dará de frente con el altar mayor en una iglesia renacentista. Digno tabernáculo, de madera de secoya, está hecho a base de miles de piececitas engastadas, detrás de un altar de plata.
Vueltos a la calle, nos llama la atención las rejerías de ventanas y balcones más o menos cerrados para – me dicen proteger la intimidad y el honor de sus moradores. Plaza de Sor Ángela de la Cruz Guerrero contigua a los centros del poder: Catedral, Casas con cisternas para recoger agua, Casa del Gigante, por su relieve grande de la esquina, fechada hacia los S. XIV y XV, convento de la Cruz y Casa del Rey Moro Abbel Malik, que luego pasa a ser del Marqués de Villasierra, luego Mondragón, bella muestra de la arquitectura civil mudéjar como se puede ver en su patio con arcos de medio punto en ladrillo raspado y cornisas de ladrillo moldurado.
El patio tardo gótico con columnas de piedra alberga el Museo donde se puede visualizar didácticamente desde la Cueva la Pileta hasta un dolmen, pasando por una cabaña y varias maquetas de la producción metalúrgica, elaboración del pan, fabricación de cerámica, conducción del agua por arquerías, lugares de ocio (teatro), ..., hasta terminar en la vida funeraria adonde (...) el alma apaciguada regresa hacia (su) Señor, satisfecha y agradecida, (entrando) pues con (sus) servidores en (el) paraíso.”
Su visita termina en el patio tipo romano hecho con gusto árabe, como puede observarse en su peristilo dividido en sectores de modo que todo va a converger en el dueño de la casa que todo lo ve, y en las puertas en recodo limitadoras del movimiento.
Al exterior, dragones, y un doble orden de columnas sobre pedestales dóricos (abajo) y jónicos (arriba), que se corona con un frontón curvo y un tercer orden decorativo con columnas corintias apareadas. Su fachada nos vuelve al S. XVIII, tiempos en los que surge en Ronda el toreo a pie con Pedro Romero (1.754 – 1.839) y su plaza, atribuida a Martín de Aldehuela, inaugurada en 1.785.
Es la primera plaza redonda que se construye en España (1.785), que, en este caso, se hace a partir del modelo del pórtico de la catedral tiene una doble galería de arcadas (136 columnas toscanas y 68 arcos) que acogen a 5 filas de gradas en dos pisos para recibir a 5.200 espectadores dispuestos, por un lado, a entusiasmarse con lo que suceda en el ruedo circular de 66 metros de diámetro (el mayor de todas las plazas de España)
Y por otra parte a encontrarse con los “suyos” para dejarse ver o, mejor, para que los veamos. ¡Cosas del teatro de la vida¡.
La tarde cae. El tiempo se acaba. Hay que volver a Córdoba sin dejarse mecer por la nostalgia rondeña del tiempo pasado que, tal vez, no fue mejor.
“Sensaciones”
Todos estamos nerviosos, aunque contentos; expectantes, aunque convencidos de que todo va a salir bien. Y así es. El patio barroco de la Diputación Provincial acoge 70 obras de 15 asociados en la Exposición colectiva “Sensaciones”, que es inaugurada, tal como estaba previsto, el 17 a las 20,30 horas de una tarde apacible de mayo.
Tengo la sensación de que es una muestra que aborda las preocupaciones de los asociados que pintan desde la mujer asustada acurrucada en el quicio de la puerta hasta poner el alma a los saharauis (Luna). Olaya nos muestra el cubismo mientras Juande trata la fotografía como si fuera pintura. Temas variados que van desde la melancolía de Marina hasta los bodegones que convierten en principal lo que en otros géneros es accesorio. Desde la mancha – pregunta de Serrano hasta el realismo de Bancalero. Desde el retrato de Ángela Sánchez hasta la serenidad de Mª Isabel Estévez.
-“Misterio, misticismo y paz”. -“Diversidad artística y satisfacción de exponer” - “Esto no es lo que había: frescura, riqueza,...semilla”. - “Participación,...,calor” - Paz, descanso, tranquilidad y alegría” - “(...) a gustísimo” - “Que se prodigue para que salga lo oculto, que no escondido” - “Satisfacción”. - “Alegría” -“Entusiasmo. Colorido” - “Corrección”. -“Esfuerzo. Cooperación. - “Silencio” - “ De lujo” - “Lucimiento que realza la creatividad con que se expresan las sensaciones de los asociados que “pintan” mucho. Más que la Junta de Gobierno que organiza” (Presidente). - “Ejemplo vivo de que romper lo que nos frena es enriquecer a los demás”(Claudia Zafra). - “ Actividad sin ánimo de lucro que supone un reto más para la Asociación” - “Mezcla”
Expresiones que traducen las sensaciones de los asistentes.
Por su parte, este cronista cree que ha sido un acierto ordenar la exposición por autores, pues estos son unas de las señas de identidad de la Asociación. Tiempo habrá para exponer por temas, formas, materiales, ...Hoy, si recorres el Patio obtienes el autorretrato del alma de la Asociación “Arte, Arqueología e Historia” a través de las sensaciones de sus asociados. Que no es poco.
Lo viejo no ha muerto: Inurria, por ejemplo
Aunque la ciudadanía actual no lo conozca, “lo viejo no ha muerto: Inurria, por ejemplo” nos atrevemos a decir con pleno convencimiento, cuando, llegado el mediodía del 30 de junio 07, terminamos nuestro recorrido por la obra del cordobés Inurria (25 marzo 1.867 – 21 febrero 1.925) en el 140 aniversario de su nacimiento.
“Con la sensibilidad (adecuada) para sentir la escultura”, como nos pide nuestro maestro Don Ramón Montes, iniciamos nuestra “Jornada Inurria” por la Sala de Exposiciones Museísticas CajaSur, donde nos ponemos en contacto con aquel hijo de militar que pasó a militar a la cabeza de la escultura de su tiempo, practicada en el taller de su padre en sus primeros tiempos, aprendida en las Escuelas de BB.AA. de Córdoba o Madrid y enseñada en diversos Centros docentes, sin sentirse nunca discípulo de nadie, sólo de los grandes maestros que han dejado su impronta en la historia del Arte.
Aunque, como todo iniciante, empieza por la escultura con un cierto academicismo en su concepción, pronto pasa al realismo; luego, al idealismo; llegando al cubismo y la geometrización de las formas, aunque donde destaque con más personalidad sea en el idealismo escultórico.A los 13 años entrega el “Ángel orante” (el Ángel chato, de Montoro, por habérsele arreglado la nariz rota en el propio taller de Inurria). Escultura un tanto academicista, fría tal vez, con desequilibrio en sus volúmenes, pero con gran soltura en las alas y con un rostro de una dulce expresión.
Gracias a las primeras 400 ptas que se le conceden por su Cabeza de los RR.CC. (1.883 – 1.884) inicia un tiempo de pensionado por el Ayuntamiento de Córdoba y la Diputación Provincial cuyo primer regalo: “Alegoría de Córdoba”, podemos observar en la mujer (Córdoba) semidesnuda, pensativa en las glorias cristianas (heraldo, eclesiásticos) o musulmanas (mezquita), por ejemplo.
Al año siguiente, 1.888, “Alegoría de la pintura (Antonio del Castillo): joven ciertamente anodina, pero con salientes y entrantes suaves con un gran impresionismo visual.
1.911. Madrid. Tranquilidad vital y creatividad profesional que se muestra en el desnudo titulado “El Deseo”, obra de gran atrevimiento como se ve en la postura insinuante, rostro de placer, de la mujer,.....inmoralidad para la época, o en “La parra” de cuerpo atlético, sensual, erótico, un tanto irreal,... como un sarmiento – cuerpo de mujer. Torso que luego veremos repetido en otra de sus obras: “Forma”.
Y, al final, de su etapa vital, el “Cristo atado a la columna” de Guernika: Humanidad, resignación, imagen con perspectiva escultórica que, por tanto, no refleja el dramatismo imaginero de lo religioso.
De la Sala de CajaSur a la Sala de Exposiciones Vimcorsa no hay nada más que un paso físico que no rompe la continuidad en el disfrute de la producción de Inurria, ahora en retratos, bustos y desnudos femeninos.
Como fruto de su situación de pensionado por la Diputación entrega “Materia en triunfo” (1889), obra en la que vemos a un sátiro que rasca a una niña. Mitología, erotismo, realismo, impresionismo benlliureniano. Y varios bustos: la hija de Antonio Barroso con aire modernista, Rafael de Luque, Antonio Nadal, realista; Antonio Barroso (1.908) en bronce, de gran realismo, pero que va obviando ya los pequeños detalles; Lagartijo, de rostro inconfundible (Por cierto, la cabeza del Gran Capitán no es la de Lagartijo, ni la del organista de san Nicolás), de línea idealista, con suavidad en sus superficies, como la del periodista Gutiérrez Roig de gran simplicidad en sus facciones.
Arte y sensibilidad que se va depurando como vamos viendo a lo largo de nuestro recorrido por la sala donde aún podemos admirar obras tan variadas como la de influencia egipcia “Ídolo eterno” (1.915), un desnudo femenino emergiendo de la propia piedra. Torso, sin embargo, deforme sin que sepamos la intencionalidad del artista en la concepción de tal tipo de obra.
“Reflexión”, rodiniana. Rostro muy en relación con “Ensueño” (1.924), canto a la sutileza y expresión ensoñadora. “Lobo de mar” (1.903), basto, pero muy adelantado para su época ya que podemos calificarlo de precubista con formas geometrizadas. Y etnocentrismo en “Gitana” un tanto desacertada. Mejorada en las otras “Gitanas” modernistas o en “La señá Fuencisla” , vieja segoviana.
Y para terminar hoy, lo mejor es darse una vuelta por la selección de esculturas realistas, sobre todo, de la primera época del pintor, que están expuestas en el Museo de BB.AA. de nuestra ciudad. Del “Naufragio” (1.890), Desnudo masculino asido a un trozo de arboladura cilíndrica que muestra el cuerpo en uno de los golpes de mar. Situación un tanto irreal, pero bien resuelta por el escultor; lo que demuestra la capacidad técnica del artista. Obra de estudiante tan aventajado que muestra tan gran realismo que es confundido con un vaciado por los sabios de la Academia.
Primer fracaso que da comienzo al éxito como lo prueba su “Lucio Anneo Séneca” (1.895) pocos minutos antes de morir dejando a sus discípulos “el ejemplo de (su) vida”.
Mano extendida, torso en toda la crudeza de su desnudez, diríamos que escuálido,... sentado sobre un trono que se hunde en la madre tierra. Y “Las tres edades de la mujer”, sin aditamientos en sus pasos: Crisálida pudorosa, narcisista “Coquetería” y “Flor de granado”, tardía, pero madura; granada (en la mano) reventada ya en sus hijos, desnudez sensual ya culminada en su maternidad. Seguramente el testamento artístico de nuestro autor.
Y antes de salir, deténgase en “Forma”, fragmentación de “Parra” cuyo torso es una escultura en sí misma, sublimación de un trozo de cuerpo mutilado convertido en belleza y armonía de formas.
Viaje a Aragón (3 – 8 julio 2.007)
En uno de esos días azules del verano 07, como niños con zapatos nuevos, Ildefonso Robledo nos da, una vez más, el saludo del Gran Relator del viaje a Aragón que la Asociación va a llevar a cabo este año.
Del mudéjar al historicismo (3 de julio 07)
Carretera adelante, hasta el mudéjar Teruel, Patrimonio de la Humanidad desde 1.986, que recorremos con los ojos limpios del curioso amante del devenir de los pueblos como este Teruel de 30.000 habitantes en la actualidad, que el rey Pedro II no despobló al permitir que los musulmanes y judíos permanecieran en estas tierras asegurando así la población y la mano de obra.
Nuestra guía nos recoge en el Ensanche para, tras atravesar el Viaducto y pasar por la Plaza de San Juan, diseñada después de la Guerra Civil del 36 – 39; por el Gobierno Civil; la Diputación Provincial; el Casino en el que se ve el mudéjar;... edificios todos historicistas, en un recreante paseo por la ciudad, nos pone ante la Torre de San Pedro. S.. XII, levantada sobre un pasadizo. Ladrillo, yeso compactante y cerámica decorativa con el color verde musulmán y el cobre minero. Hacia arriba, dividida por forjados de madera, columnas, arcos entrelazados, columnillas y decoración de rombos, con campanas que no llaman a nadie. Torre que sigue la tradición de los campanarios cristianos. Adosada a su sobria iglesia mudéjar (S. XIII – XIV), que no obstante tiene una portada del XIX – XX .
Y, a continuación, en este Callejón de Matías Abad, instalado en una capilla de la iglesia, la obra en alabastro de Juan de Ávalos, 1.955: el Mausoleo de los Amantes que no llegan a estrecharse sus manos dado que fue imposible la consumación de su amor. Podemos ver las momias, exhumadas en 1.555, que pudieran ser de Juan Martínez de Marcilla (a la de Isabel se le ha fundido la bombilla) en su correspondiente cajas de celosía; el de Juan sobre un león: fuerza y valentía; un ángel bajo el de Isabel: fidelidad y pureza.
Según la leyenda, recreada en “Los amantes de Teruel” de Hartzenbusch estrenada el 19 enero 1.837, la amistad entre los dos jóvenes deviene en amor que no puede congraciarse porque el segundón Juan Martínez de Marcilla no es lo suficientemente importante como para parangonarse con la principal Isabel de Segura.
Así, pues, a enriquecerse toca. Hay que emigrar y volver con la plata suficiente como para poder ser aceptado en los superiores escalones de su amada.
Cinco largos años de privaciones y esfuerzos le permiten volver cual indiano enriquecido. Pero, mientras tanto, Isabel, - ¿tan lábil era su amor? - se casa.
Mas, el rescoldo se revive cuando se ven de nuevo. El deseo del reencuentro es inmenso. Es imposible. Juan intenta besar a su amada y muere en el intento. Dolor. La tragedia está a punto de consumarse. Isabel, asiste al entierro, besa a su amado y se une a él en el más allá. Lo que el amor ha unido que no lo separe el hombre.
Historia que aún conmueve a estos viajeros, un tanto románticos para los tiempos que corren en los que pareciera que la amistad no puede devenir en amor eterno como en el caso de los Amantes de Teruel, 1.212 – 1.217.
El amante Juan Diego tuvo peor suerte que nosotros, se va pensando el cronista.. Él se fue a enriquecerse y, al volver con su objetivo cumplido, se encontró con que su mujer se debía a otro hombre. Le fue imposible recuperarla y murió de dolor. Isabel, enamorada, acude al entierro, besa a su amado muerto y su corazón deja de latir partido por el rayo del amor que todo lo puede. Lo que el amor ha unido que no lo separe el padre de la novia. Y así, casi cogidos de la mano – amor no consumado – cabalgan hacia la eternidad sobre el león de la fuerza de él, empujados por el ángel fiel de la pureza de ella.
Un tanto soñadores, - recuerdos de otros tiempos – por el amor inmolado que se nos ha hecho presente en los Amantes, nos damos de bruces en la realidad de que del amor a la guerra ... no hay más que un paso. El que da el rey Alfonso II (1.162 – 1.196) que decide fundar Tirwal - Teruel en el verano de 1.117 en el lugar donde tuvieron la visión de un ángel – toro que, cual estrella fugaz, señala el camino de la victoria que será recordada levantando aquí una ciudad en la que honrar al Torico.
En efecto, estamos en la Plaza porticada del Torico, colocado en su columna en 1.858. De bronce y un peso de 40 kgs. ¡ Oh, qué pequeño¡, aunque los turolenses dijeran que era el tamaño adecuado para esta plaza en una encuesta que se les hizo en los 60.
Como los Amantes, también tiene su historia: Alfonso II, 1.171, pelea con los musulmanes que le atacan hasta con toros con los cuernos encendidos. Al fin, los musulmanes son vencidos. Mas, hete aquí, que los cristianos ven a lo lejos una estrella – en realidad es un toro con los cuernos en llamas – y, en sus ensoñaciones, interpretan que es una señal evidente de la protección divina que les indica dónde han de levantar una población para la defensa de la Cristiandad, aquí, donde hoy está asentada la ciudad de Teruel.
Se cumple, tal vez, aquí esa necesidad que tiene el hombre del signo divino, que si no es visto pronto, se provoca su aparición, que le indique la voluntad de Dios: el toro – estrella muestra el lugar apropiado para acoger a la nueva población.
En su recuerdo, el Torico preside la plaza, colocado sobre una columna cuyo fuste lleva las estrellas de la leyenda en el cimacio. Estrellas que se repiten por doquier como en los tejados de Almacenes de Tejidos que vemos en uno de los laterales de la plaza.
Se nota el ambiente de fiesta, pues “la Vaquilla del Ángel debe celebrarse el segundo domingo después de San Pedro y el más próximo a S. Cristóbal, según su origen de 31 de Agosto de 1.679”, tal como se nos indica en la tablilla que vemos en el monumento al Torico, ya de vuelta a nuestro hotel, tras esta interesante jornada mudéjar.
Plaza del mercado, ayer. De negocio comercial, hoy. Rodeada de edificios modernistas como Casa Ferrán, Casa del Torico,..., de variados colores: amarillos, azules, ocres,...; decoración vegetal y animal. Véase el ciclo de la vida: huevo (1ª planta) – mariposa (2ª) – huevo (3ª) en la forja de Casa Garzarón.
Siguiendo la red vial que atraviesa la ciudad, enseguida, nos damos con la fábrica de la Catedral de Santa María de Mediavilla (S. XIII) “assumpta est in coelo”, que añade el color morado al verde y blanco que habíamos detectado en la Torre de S. Pedro. Destaca su cimborrio octogonal (S. XVI) de un mudéjar más elaborado de acuerdo con los cánones de la mezquita de Córdoba. Su cuadrada torre cristiana lleva un cuerpo de campanas (S. XVI) que le da la dignidad que corresponde a la iglesia matriz. Se diferencia de la de S. Pedro en que aquélla lleva una linterna octogonal del S. XVII.
Llama la atención que el historicismo se halla impuesto también en la Catedral, como vemos en su portada, hecha en 1.909, más bien grande, de estructura neorromántica con tres arquivoltas neomudéjares de medio punto: la 1ª de ladrillo en ajedrez; la segunda y tercera, de ladrillo, con el verde blanco musulmán, a pesar de ser del S. XX.
Si se mira en su entorno, cosa que gusta hacer siempre a este cronista, vemos la Audiencia y el Seminario.
Que la ciudad de Teruel es mudéjar volvemos a verlo en la esbelta torre de San Martín (S. XIV) en la que, junto a una decoración demasiado elaborada, vemos una estrella mudéjar de ocho puntas y unos arcos lobulados que nos muestran la presencia de la cultura musulmana en la España cristiana
Torres de diseño musulmán y construcción mudéjar que, por cierto, no son parte de la muralla defensiva de la ciudad. Son torres – puertas. Véase el pasadizo con arco agudo con bóveda de cañón apuntado abierto en la base de la torre de la Catedral, por ejemplo. Su función religiosa queda definida al ser torres – campanario adosadas a su iglesia correspondiente. Torres – observatorio, en fin, todo simultáneamente. .
Otro tesoro del mudéjar turolense lo tenemos en la torre – alminar almohade de la iglesia del Salvador (S. XIV) a la que os invitamos a subir, si os atrevéis con sus 120 escalones, para recrearos con las vistas panorámicas de la Vega turolense.
Ejemplo de torre – puerta, de que hablábamos antes. Su decoración geométrica ornamental se nos muestra cómo una evolución de la de San Martín, de la que es contemporánea, aunque se diferencia de ella por tener un paño de arcos lobulados entrecruzados
Bajando la escalinata desembocamos en una placita neomudéjar del S. XX con un bajorrelieve de los Amantes con una fuente en su base. Teruel se nos identifica en su escudo con el torico y la estrella, las barras de Aragón y unos cañones que recuerdan el apoyo de esta ciudad a la reina Isabel II en la 1ª Guerra civil Carlista. Destaca, así mismo, la cerámica verde y blanca.
De la espada a la cruz en la Jaca militar y turística (4 de julio 07)
Y del mudéjar turolense a lo recóndito del Pirineo con base en Jaca, capital de la Jacetania, adonde llegamos con ansia de Naturaleza, que no solo de Patrimonio se alimenta la cultura de esta Asociación.
Llegar a I.A.C.A. (pueblo ibérico de los “jacetanos” es acceder a la primavera tras alejarse por unos días de la calurosa Córdoba en julio. Es un placer, pues. A partir de este momento, Jaca será el descanso del viajero, tras el recorrido diario por la comarca “iacetana”
No obstante, y quizás porque aún tenemos el recuerdo del Torico y su significado bélico para Teruel, empezamos nuestro deambular turístico por la llamada Ciudadela – Castillo de San Pedro, fortaleza que mandó levantar Felipe II en tiempos de la herejía albigense, 1.595. Pentagonal, bajita para confundirse con el terreno, según planos de Tiburcio Spanochi.
Entramos por una puerta manierista en la que podemos ver el escudo de los Austria, para pasar enseguida al Cuerpo de Guardia, de finales del S. XVI, que hay quien dice que era la sacristía de la iglesia, donde, junto a muebles originales, se nos muestran trajes y armas no auténticos vestidos por soldados de las armas que integraron el Ejército español.
Puedes colocarte junto al soldado joven, de negro y rojo, sin armas, porque es el tamborilero que convoca hasta la muerte con tal de recobrar el honor patrio perdido.
A su lado, la fiel Infantería, de amarillo con mangas verdes, coseletes, espada ligera y pica de hasta 6 metros.
Si puedes, sopesa las armas de fuego, arcabuces y mosquetes. Te llevarás la sorpresa de comprobar que pesan hasta 12 kgs. con un cañón de 1,70 metros, Peso que requiere el uso de una horquilla para su uso en la guerra, aunque su alcance sea de sólo 30 – 40 metros y se disparen con una cadencia de más de 90 segundos entre disparos.
Sobre la pared el pendón con la cruz de San Andrés (amarillo y rojo, si es de Infantería; si es de Caballería, fondo rojo y cruces amarillas).
A continuación, puedes dirigirte a una de las 10 casamatas, con ventanas, para proteger la muralla con fuegos cruzados disparados por culebrinas y lombardas, y hornacinas para almacén de la pólvora..
Y encima los baluartes - hay cinco en punta de flecha - unidos por el camino de ronda. Escenario de enfrentamientos entre franceses de dentro contra españoles que van a reconquistarlo.
Si ves algunas piezas de artillería – lombardas -piensa que no son originales. Son imitaciones de hierro colado.
Mira a sus alrededores. Te llamará la atención el observatorio de Rapitán, albarrana avanzada de la ciudadela.
Bajando al nivel del patio, se encuentran las cámaras de aireación del polvorín. Y un foso alrededor del castillo. Sin agua, ¿para qué?, si lo que importa es el obstáculo ancho y grande, atravesable por su puente que da a una puerta alta por ser para la caballería. Hoy está humanizado con ciervos que se alimentan de las hierbas que crecen en el fondo del foso.
Los polvorines, en la parte N., dan a una plazuela desde la que se accede a ellos. Son de sillería caliza absorbente de la humedad y están dotados de una cámara de aire para proteger la pólvora almacenada.
Al asomarte a la pentagonal “plaza de armas” observas que sus muros de ladrillo con aspilleras están reconstruidos, S. XVIII, con una doble arquería en la que alternan arcos de medio punto con arcos carpaneles apoyados sobre pilares de piedra y ladrillo. En el centro, la estatua de Felipe II, la única hoy existente en todo Aragón.
Ves también que aquí hay vida administrativa representada por las compañías dedicadas a San Pedro, Santa Orosia (patronos de Jaca), S. Felipe, S. Fernando, Santiago y Santa Bárbara, el Palacio del Alcaide o Maestre de Campo (S. XVI): barroco, simple, sin adornos, sólo con amplios ventanales y la Capilla, enterramiento de algunos de los Maestres de la Ciudadela, además de ser lugar de culto. Ésta es del S. XVII, con severa portada barroca, frontón partido, columnas salomónicas y la estatua de su titular: San Pedro identificable por las llaves que porta en su mano.
Por dentro es austera. En el retablo vemos un pequeño lienzo con Dios creador y debajo el de la Inmaculada castrense asunta por ángeles armados. Se ven pinturas murales.
Sin embargo, al cronista lo que más le llama la atención – aparte de los ángeles armados – es la pila bautismal románica (S. XI) (veánse las bolas) para administrar el sacramento por inmersión.
Y para que nada falte, “porque no ha de tener el príncipe en la juventud entretenimiento ni juego que no sea imitación de los que después ha de obrar de veras”[2] se nos muestra el arte de la guerra en el Museo de más de 32.000 miniaturas de plomo colocadas en 23 escenarios que no sabemos si es un homenaje a los soldaditos de plomo de juguete o es el sueño de guerras en las que no pudimos participar.
A base de dioramas, se muestra la evolución de la tecnología al servicio de la guerra y, lo mismo que Napoleón, se despliegan los ejércitos en una guerra virtual recreadora de enfrentamientos bélicos ya superados. Además, personajes y utensilios de todo el mundo a lo largo de la historia: Egipto, Grecia, Roma, Cruzadas, Corona de Aragón, los Tercios, Napoleón, Guerras Mundiales,... hasta los ejércitos de nuestros días, incluidas sus misiones de paz...armada.
Y, después de la espada, la cruz. De la “ciudadela militar” a la plaza jacetana: “el alma de Jaca”, a la que se abre una catedral en la que la pátina producida por el polvo, la suciedad y el abandono confieren al templo un aspecto más acorde con la desidia que con el ideal estético de un monumento antiguo.
Pareciera que la catedral y algunas partes de la ciudad son un ejemplo de aquella concepción pseudohistoricista del patrimonio que prefieren un castillo en ruinas para que resulte convincente, dicen ellos, antes que un monumento restaurado al que se le devuelve su estado original.
Catedral que, no obstante, es preciso conocer si queremos entender el románico, aunque ya esté semioculto por las numerosas reformas sufridas a lo largo de sus 900 años de existencia renovada.
Sin embargo, si alguien le dice que es la primera catedral románica española no se lo crea. Se dice, también que es templo de peregrinos. Mira a ver si le ves una bandera blanca, que se cambia todos los Jueves Santo por las mujeres. Es un símbolo de protección de la ciudad. Enseguida, tu mirada se dirige a la puerta principal de la catedral de S. Pedro, sede desde 1.077 con el infante obispo García, hermano del rey aragonés Sancho Ramírez.
A poco que se deje, el viajero curioso irá siendo adoctrinado, como conviene a la función catequética de la Iglesia:”Lector, en esta escultura trata de conocer esto: que P es el Padre, A el Hijo, la doble (omega) el Espíritu Santo: los tres son en realidad el único y el mismo Señor” (Hac un sculptura, lector, sic noscere cura: P, Pater, A, Genitus, duplex est Spiritus Almus. Hii tres iure quidem Dominus sunt unus et idem).
Inscripción que leerás en latín rodeando el Crismón central dividido en ocho sectores (la eternidad), cada uno con su correspondiente margarita de diez pétalos (el Paraíso) adonde irás, viajero creyente o no, si cual león (a la derecha del Crismón) destruyes el imperio de la muerte o fuerzas del mal (oso y basilisco con cabeza de gallo): “Imperium mortis conculcans est leo fortis” (El león fuerte destruyendo el imperio de la muerte), y sigues a Cristo que protege al penitente porque “el león sabe perdonar al que se le postra y Cristo al que se lo pide” (Parcere sternenti Leo scit, Xristusque petenti), que se ve a la izquierda del Crismón antes mencionado.
No olvides que “si quieres vivir, tú que estás sujeto a la ley de la muerte, ven aquí suplicante (como el pecador arrepentido del lado izquierdo ya citado) desechando los placeres venenosos (como hizo el profeta Daniel, capitel derecho). Limpia tu corazón de vicios para no morir de una segunda muerte eterna” como hizo Daniel que mata al dragón y es alimentado con el pan que le ofrece Habacub?, según se ve en el capitel derecho: “Vivere si queris qui mortis lege tenerit, huc splicando veni renvens fomenta veneri; cor viciis munda, pereas ne morte secunda” se lee sobre el dintel de la puerta.
Pórtico penitencial, como vemos, que nos permite la entrada por la nave mayor de la planta basilical catedralicia cuyo recorrido te lleva hasta colocarte bajo el cimborrio románico octogonal producido por cuatro arcos cruzados (la bóveda celestial) que se levanta en el crucero sobre trompas abocinadas en cuyas repisas vemos a los cuatro evangelistas y la Santísima Trinidad.
Este cronista piensa que el cimborrio debería estar abierto por arriba para que por su abertura bajara lo físico a la tierra al tiempo que asciende lo espiritual hasta el cielo.
Pero no vayas deprisa, ya que, si así lo haces, obviarás la observable alternancia de pilares cruciformes con otros cilíndricos (s. XVI); no te darás cuenta del buen trabajo hecho con el cuerpo humano en los capiteles; ni te percatarás de que virtudes fundamentales son la Fe (púlpito barroco, S. XVIII, del lado del Evangelio) que has de creer y la Justicia (púlpito paralelo en el lado de la Epístola) que has de practicar.
Ahora, baja un poco la mirada y detenla en el coro y, a continuación, date una vuelta – echa dinero en los cepillos para que se iluminen – por las capillas.
Por ejemplo, empezando el recorrido por el lado derecho, nave de la Epístola:
- Santa Ana (1.573): arco apuntado, bóveda de crucería, retablo S. XVI, con elementos tardogóticos. San Jerónimo (izquierda), Santa Elena (derecha) y en el centro, Santa Ana con un cesto de frutos (fertilidad femenina) que recibe al Niño – nieto que le ofrece María. - La Anunciación. S. XVI. Madera policromada. En el banco: la Última Cena. La anunciación está flanqueada por S. Agustín y S. Miguel (izquierda), San Juan Bautista (abajo derecha) y San Juan Evangelista (arriba). Calvario en ático. - Nuestra Señora de los Dolores. Barroco con racimos. El Dios Padre bendiciendo a los fieles rematando la obra. Lienzo de la Piedad. - San Sebastián. Gótico. Azulejería del XVII. - San Miguel (1.523). Muestra precoz del Renacimiento. Portada adintelada, a modo de arco de triunfo. (San Roque, a la derecha; S. Cristóbal, a la izquierda). Más arriba, medallones: San Lucas (derecha) y San Marcos (izquierda). La Resurrección en el segundo cuerpo, flanqueada por S. José (patrón de la buena muerte, a la derecha), S. Juan Evangelista (a la derecha) y S. Pablo y S. Mateo (abajo, arriba, izquierda). Ático, mensaje: “El poder real (Carlos I de España) ha unido de nuevo a aquellos que siguen a Cristo, el poder real mantiene unidos en Cristo” . Adulación – alabanza del banquero real Juan de Lasala, dueño de la capilla. Bóveda de cañón, decoración geométrica. Retablo de San Miguel: madera policromada con Santa Quitería, Santa Catalina, San Jorge, Santa Ana y Santa Isabel. San Miguel, juvenil, mata al diablo – dragón aclamado por San Juan Evangelista y San Rafael (arriba – abajo, derecha) y San Juan Bautista y San Gabriel (arriba – abajo, izquierda). - Capilla del Pilar en el ábside románico de la Epístola. Reja del XII. Ocho capiteles románicos (S. XII) que soportan la mesa del altar. Es el único original que se conserva. - Capilla Mayor. Contiene el coro (S. XVIII). La Santísima Trinidad en la cúpula. En las pechinas: Fe, Esperanza, Caridad y Templanza, todo en concordancia con el objetivo de que los retablos y tallas contribuyan a acercar a los fieles a los misterios de la fe y a hacer creer las principales devociones cristianas. - Capilla de San Jerónimo. Reja con espirales. Ábside norte románico (S. XI) Retablo renacentista. San Jerónimo escoltado por San Juan Evangelista y San Juan Bautista. San Miguel, en el segundo cuerpo, con san Jorge (que mata al dragón) y San Martín (que reparte su capa). Remate: Calvario. - Sepulcro del obispo Baguer, pues ya se sabe que las catedrales satisfacen las necesidades espirituales de los fieles y son útiles para los intereses sociales de los poderes de esta tierra. Italinizante. Sarcófago con las virtudes: Fe, Caridad, Templaza, Justicia y Prudencia. - Altar del Santísimo Cristo. - Capilla de San Agustín. Portada tardogótica. Retablo del XVIII. Con Santa Lucía, San Agustín y Santa Apolonia[3]. - Capilla de Santa Orosia (o Eurosia), coronada por dos ángeles tras su martirio por los sarracenos. Patrona de la ciudad y titular de la Catedral con S. Pedro. Retablo barroco churrigueresco. Milagros en las paredes: vista a un ciego, resucita a un muerto, su martirio en el lado del Evangelio. Mensajes transmitidos con claridad y sencillez de acuerdo con las directrices del Concilio de Trento (1.545 – 1.563). En el de la Epístola: traída de la Santa a Jaca, intento de un obispo de llevársela y conjuración de los demonios. Cabecera: cúpula con la apoteosis de la subida de la Santa al cielo. Capilla de la Santísima Trinidad. A los pies de la nave del Evangelio. Portada renacentista con esculturas de las virtudes. Dios Padre sostiene a su Hijo en la cruz y sobre ellos la paloma del Espíritu Santo. No salgas por la puerta principal. Desanda un poco y sal por la segunda puerta, la que daba al Mercado, en la que podrás ver, a su izquierda, la vara jaquesa que servía para comprobar si los utensilios de medida eran correctos. Algunos restos primitivos: toro (San Lucas), león (San Marcos), dos capiteles sobre los que se apoya la arquivolta interior: el de la derecha, con el sacrificio de Isaac y el de la izquierda, la detención de Balaham el de las maldiciones. Un joven desnudo. Tejadillo del XVII apoyado en siete capiteles con escenas de la vida de S. Sixto y de David tocando la fidula y once músicos.
Y ahora, reconfortado en tu fe si creyente eres, date un paseo, por lo menos, hasta el lugar por donde discurría la muralla levantada por los hombres libres, que hoy son unos 14.000, que accedieron a vivir en “(esta) ciudad en mi villa que es llamada Jaca”, según dispuso Sancho Ramírez en el Fuero de 1.077.
Piérdete por sus calles y rincones. Verás cómo todas las casas tienen aleros para protegerse de la lluvia. Y podrás gustar de su Patrimonio como el Ayuntamiento, la antigua cárcel, hoy Torre del reloj que da la hora civil a la ciudad que así se ve liberada de su dependencia del horario de la Catedral; la Iglesia de Santiago, reconstruida en 1.088, aunque conservando sus tres naves y su torre campanario; la Iglesia del Carmen (1.657) con portada manierista y planta de cruz latina; o el Puente medieval de San Miguel (S. XV). No habrás perdido el día.
A la sombra del Pirineo Ordesa: Naturaleza frente al hombre (5 julio 07)
Carretera y…ligeros de equipaje en todos los sentidos nos adentraremos hoy en el Valle del Broto (Pirineo aragonés), empezando por Ordesa para echar una mañana en comunión con la Naturaleza, sin olvidar que estamos en actitud de buenos viajeros; es decir, con intención de disfrutarla obedeciéndola.
La Naturaleza se impone al hombre que la desafía ganándole poco a poco la partida. Ayer, pueblitos de montaña (Broto, Torla,...); hoy, autobuses que se adentran en el parque, instalaciones que te facilitan la estancia consumista de paisajes, rutas para entretenerte,..
Hay quien tiene ilusión, juventud o fuerza para internarse hasta la Casaca del Estrecho por el camino herboso de Soaso entre hayas, abetos y pino negro, entreverados con sauces, abedules, fresnos, bojes y multitud de plantas con flores (prímulas, genciana, lirios, siemprevivas,...) y pastizales. No es difícil que te sobrevuelen quebrantahuesos, el águila real o el buitre leonado,...., o que veas a la ardilla comiendo bellotas tan tranquila.
Los menos atrevidos sólo se aventuran por el hayedo – habetal paralelo al río Ara en un paseo tranquilo que no desvirtúa el disfrute de la Naturaleza.
Magnífica mañana a más de 900 metros de altitud, pero con un clima agradable dado que los vientos del norte no llegan al valle gracias al murallón del Mondarruego.
Hora es de comer. Desde el autobús hacia Broto divisamos los pueblitos de montaña y arquitectura pirenaica que tanto llaman la atención al viajero del S. XXI por el contraste que observa en el aire medieval del mundo rural por el que viaja.
Broto nos ofrece comida (trucha a la navarra), tertulia y acercamiento a la ruralidad pirenaica. Un paseo por el pueblo nos permite ver restos de su memoria del molino, la serrería y el batán.
Su ayuntamiento o Casa del Valle, entre otros cometidos, organizaba la defensa fronteriza con Francia a cambio del fuero de realengo concedido por Alfonso V de Aragón, 1.418.
Si entras en la Cárcel, S. XIV, podrás ver unos grabados, seguramente de los presos, fechados desde 1.701.
Asómate al río Ara antes de encaminarte a la vieja iglesia (S. XVI), rodeada de casas con tejados de losas.
En su portada, al S, cerrada por una reja, destaca el arco conopial en la arquivolta exterior, que da paso a otras cinco de arco de medio punto apoyadas en pilastras con cabezas de ángeles en su unión.
Desde la Cruz del Peregrino se ve el lienzo abierto al Sur. Hay dos relieves de santos que llevan la inscripción: “JHS. El anyo 1578 Antón de Celma y Ioan de Uxolsa me hicieron”
Atravesado el atrio, entras en una iglesia pobre, de una sola nave con ábside poligonal y bóveda de crucería
El altar mayor tiene un retablo (S. XVIII) barroco. Baila un poco en el espacio en que está colocado. A los lados se ven a San Lucas y San Juan y arriba un Calvario. En el centro, la patrona del pueblo, la Virgen del Rosario.
Te llamará la atención una gran bandera roja. Me cuentan que encabeza la procesión en las fiestas patronales.
Dándole la vuelta a la iglesia nos iremos deteniendo en el retablo de la Asunción (renacentista, S. XVII, enmarcado por cuadros de santos entre los que reconocemos a San Juan Bautista, Santa Lucía, Santiago, Santa Ana,...); en una talla de San Miguel; en el retablo de San Esteban policromado con la figura de San Lorenzo y otro santo; en la pila bautismal tallada en piedra; en el coro de doble planta; en la pila del agua bendita (S. XVI) y en el retablo de San Lorenzo (policromado, S. XVII, se ve la parrilla).
Al salir no dejes de mirar la torre almenada y con aspilleras, signo evidente del carácter de iglesia – fortaleza que le define.
Y poco más, porque la gente, tal vez bajo el efecto balsámico de la Naturaleza tiene ganas de volver a Jaca. Y así lo hacemos.
No obstante, es temprano. Acércate a Torla. No te arrepentirás.
Sobre la roca: Sos del Rey Católico (6 julio 07)
Superado un pequeño incidente producido por el despiste de alguien, los viajeros se adentran hoy en la zona montañosa, prepirenaica, para afrontar una nueva jornada por el Aragón histórico – monumental que hoy tampoco les defraudará.
Nos vamos a Sos del Rey Católico. El camino discurre entretenido entre las místicas lecturas de nuestro guía Ildefonso Robledo y la observación del paisaje de rocas sedimentarias, humanizado por pueblos que parecen desafiar a la Naturaleza con sus casas de paredes de piedra, con tejado de losas areniscas y chimeneas troncocónicas, sus campos en bancales donde cultivar y sus presas para aprovechar la fuerza del agua.
A diferencia de los que, alternativamente, se acercaban a esta fortaleza militar estratégica y de fuertes murallas en tiempos de Reconquista (S. X), nosotros conquistamos la plaza rodeándola con la paz del curioso.
Entrando por el Portal de Zaragoza, siguiendo por la calle mayor, Fernando el Católico, nos llegamos a la plaza del Ayuntamiento (renacentista, S. XVI) para hacer uso de la “pizzería – de hacer pis – orinar” de este edificio que, antes de entrar nos ofrece su reflexión bíblica impresa en su fachada principal: “ Dize Dios Nuestro Sr: en la casa del que jura no faltará desventura” (Eclesiástico).
Aligerada nuestra fisiología y alimentado nuestro espíritu, iniciamos un recorrido por el Sos de reminiscencias medievales que tanto nos llama la atención a quienes nos convivimos con este tipo de arquitectura.
Nos encontramos con nuestra guía delante de la puerta del Palacio de Sada (Oficina de turismo), donde nació Fernando el Católico el 10 de marzo de 1.452.
Pasamos a la Iglesia de San Martín de Tours (S. XIII), reconvertida en capilla privada de la familia Sada, en la que se observan pinturas en las que se cuenta la vida de San Martín, con colores borrados por la mano del tiempo y de la desidia, pues no en vano se han dejado perder las pinturas que en las iglesias aseguraban el enfoscado de los muros al tiempo que catequizaban a los fieles.
Al salir, en la fachada del edificio (S. XV), vemos ventanitas troneras y el escudo nobiliario de la familia Sada: luna con los cuernos hacia abajo (triunfo sobre el islam) y ajedrez (porque se jugaban la vida en la guerra o la guerra era un juego).
Es un pueblo de unos 750 habitantes, aunque llegara a tener 3.900 antes de la emigración de los años 60 del S. XX, que está “sobre un alto” (la peña Feliciana), de aquí el nombre de Sos (sobresale). Su vida cotidiana se intuye si recorres sus calles empezando por el Barrio Judío, ya existente en el S. XII. Es llamado barrio alto (al estar sobre uno de los dos promontorios de la colina en que se asienta Sos). Es gratamente paseable su calle Mayor y otras tantas callejuelas intricadas hasta llegar a la Calle Sal si puedes.
Aún es posible advertir que los judíos se dedicaban a la artesanía, entre otras, de la piel y textil, sin que olvidaran la agricultura de subsistencia, al menos.
Si te detienes en la puerta nº 3 de la calle Mayor (hoy Coliseo), puedes ver una puerta cristianizada: Tiene su correspondiente “mezuza” (cuadradito horadado en la jamba derecha donde el judío guardaba algo sagrado; algún versículo de la törah, por ejemplo) y, encima, una cruz que cristianiza la casa y asegura que su dueño no tenía que tomar el camino de la expulsión.
Tras dejar atrás, la casa nº 8 que fue la Sinagoga – aljama, pendiente abajo, llegamos a la calle del Arquitecto Pons Sorolla justamente en “el Portal de la Reina Juana Enríquez” (hay siete puertas). Doble puerta con ventanas saeteras. Ventana con arco de medio punto que al otro lado se convierte en matacán. Podemos leer un grafiti: Merde para Espoz y Mina contra franceses. Los voluntarios de Mina, 1.812”
De aquí, otra vez, a la plaza de la Villa. Como en este lugar también estuvo el Mercado durante la Edad Media, en uno de los soportales podemos ver el hueco que queda entre dos arcos que era donde el Almutazaf colocaba la balanza para comprobar los pesos, así como una hendidura, que ya vimos en la catedral de Jaca, que era le medida de la vara jaquesa con la cual poder comparar las longitudes cuando eran objeto de discusión entre vendedor y comprador.
De nuevo, no detenemos a observar las características del Ayuntamiento. Edificio de tres cuerpos rematados por una galería de madera. El primero, fue caballerizas y cárcel. El segundo, destinado a la vida administrativa e institucional de la ciudad; el tercero, sirvió de granero.
Enfrente un colegio y más allá la Lonja – corral concejo en su tiempo- de Sos: Cuatro arcos apuntados. En el porche, en el suelo, neveros y cantareras del vino y del aceite horadadas en el banquillo adosado a una de sus fachadas.
Casas de piedra con aleros de madera y fachadas con sillares y escudos en calles empedradas son el ambiente arquitectónico que nos rodea en nuestro deambular curioso por Sos que nos lleva hasta la calle Manuela Pérez de Biel en la que nos encontramos con la iglesia románica de San Esteban (S. XI- XX) con un pasadizo que une la cripta de Santa María del Perdón, además de enterramientos señalados con cruces.
Su portada, con pórtico del S. XVI, es, una vez más, ocasión de catequizar a los fieles. Su catequesis mural empieza con el Pantocrator en el tímpano; sigue con unas arquivoltas con animales (la creación) y otras dos con escenas bíblicas, sostenidas por columnillas con obispos y reinas (¿Estefanía de Navarra de quien se quiere hacer derivar el nombre del pueblo “Santi oppidum Stefani: Sos).
Y de aquí, al castillo (S. X) origen de la población: Ayer, Navarra frente al Islam. Cuando el pueblo pasa a ser de Castilla, el castillo sirve para defenderse de Navarra.
Como está ubicado en la parte más alta del pueblo, a su alrededor, la sierra de Leire, los Prepirineos, el monaterio barroco de Valentuñana, y, por el Sur, el pueblo: tejados, torres y espadañas, piedra, marrón, calles estrechas y empinadas, grisura y frío.
Y ya de vuelta hacia el inicio de nuestro recorrido, el Palacio renacentista (S. XVI) de los “Español del niño” convertido por doña Manuel Pérez en escuela de niñas, lo mismo que hizo Isidoro Gil de Jaz con el edificio del S. XVIII, que vimos frente al Ayuntamiento, que, empezó siendo colegio de niños, manteniéndose en la actualidad como un centro público mixto, como corresponde a la legislación de nuestros días.
En la roca: San Juan de la Peña (6 julio 07)
Para el cristal de este viajero, más piedra, más grisura, más frío, ..., San Juan de la Peña,
Como todo lo que se precie también tiene su leyenda. Cuentan que el noble Voto (S. VII) iba con su caballo de cacería por estos montes tan intricados. El caballo desbocado descabalgó al jinete quien, al ver que se mataba, se encomendó a San Juan Bautista y, gracias a su protección, fue a caer sano y salvo sobre una roca en la que descubrió que había una ermita dedicada a San Juan que había estado habitada por un ermitaño ya muerto, cuyo cadáver enterró en este lugar. Voto se convirtió y convirtió a su hermano Félix para que le acompañara en la vida eremita que había decidido seguir desde este momento.
Así lo hicieron. Y así comenzó la construcción del importante e imponente cenobio (S. XI – XII), fundado por Galindo Aznarez II e incrustado en la roca en el mismo lugar donde vivieron unos antiguos ermitaños (S.X), siguiendo la estela dejada por el eremita anónimo de la capilla milagrosa..
Pequeña iglesia, Iglesia baja (S. X), mozárabe con arcos de herradura dedicada a los santos titulares del cenobio San Julián y Santa Basilisa. Dos naves y dos ábsides. Restos de pinturas románicas con el martirio de San Cosme y San Damián (S. XII).
A continuación, la ampliación para Panteón de los Reyes de Aragón (S. XI), obra de Sancho Ramírez (segundo rey de Aragón). Arcos de medio de punto, románicos con pilares robustos para que soporten el edificio que se construirá encima. Espacio hoy reducido a cripta en la que se ven las tumbas de los abades, aunque original sólo sea una de ellas.
Ahora pasamos a la sala dormitorio, llamada también Sala de los concilios, común benedictino con capacidad para unos veinte monjes. Cuatro tramos con arcos de medio punto apoyados en fuertes pilares. Muro con ventanas en arpillera para combatir el frío intenso en el lugar. En el rincón de la derecha, celda de castigo. El monje rebelde era emparedado y castigado cayéndole el agua gota a gota.
Monasterio con propiedades donadas por los reyes que se pierden con la Desamortización de 1.835, que quiere acabar con las “manos muertas” del país que, de alguna forma, impedían o dificultaban el desarrollo de Reino. Sin embargo, aún hay vestigios de los tiempos de esplendor. Por ejemplo, subiendo a la primera planta, nos encontramos con el Panteón real con enterramientos de nobles navarros y aragoneses hasta el S. XII..
Véase el decorado a base de arcos de medio punto de los nichos superiores, así como el ajedrezado jaqués, las bolas jaquesas, los crismones, columnillas con forma humana (cariátides y atlantes) y grifos (león más águila) que suben el alma a los cielos.
Es llamativa la cueva superior: panadería. Horno de conglomerado semiesférico.
A su derecha el Panteón medieval.
Seguimos a la Iglesia nueva.- iglesia alta - encima de la anterior mozárabe. S. XI. La mitad de su edificación bajo la roca viva que hace de bóveda. Románica. Tres ábsides semicirculares, pero una sola nave con tres arcos. Al fondo W, cinco ventanas; pero sólo las dos más pequeñas son originales. En los ábsides, decoración con friso jaqués, bolas, arquillos ciegos,... y un cáliz que imita al del Santo Grial
A través de una puerta en el muro N, se ve el Panteón neoclásico (S. XVIII). Relieves de estuco, laudas de personas enterradas. Laudas monolíticas de Pedro I (1.068 – 1.104), su hija Isabel, y Ramiro I. Laudas de las tumbas antropomorfas.
Es curioso observar que el Conde de Aranda, que prohíbe manifestaciones religiosas, es enterrado aquí como cualquier creyente.
Continuamos, yéndonos ahora a la Capilla del gótico florido de San Victorián (S. XV), situada al norte del claustro, levantada por el abad Marques. Véase su escudo (tres anillos concéntricos) repetido una y otra vez.
Decoración escultórica. Vegetales y músicos que acompañan al difunto. Los ósculos son para ventilar la capilla, más que para dar luz o decorar el muro.
La portada, flanqueada por dos pináculos, tiene decoración vegetal (acanto, hiedra, parras, bellotas ...) y animal (perro, caracoles, jabalíes... y otros animales un tanto raros).
Hay retos de pinturas de un urogallo, por ejemplo. S. XIII. Y grafitis necrológicos de monjes en la pared externa del lado N.
Al pasar al Claustro, somos catequizados en la misma puerta, al invitarnos a creer en Dios y a cumplir los Mandamientos.
Claustro románico (S. XII) a modo de patio interior bajo la roca que le sirve de bóveda. Decoración con el característico ajedrez jaqués y capiteles románicos originales (S. XII) con todo un itinerario catequético neotestamenetario. Por ejemplo, en el tramo W, vemos la matanza de los Inocentes, la expulsión de Adán del Paraíso; “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” o valor del trabajo; el sueño de San José en que el ángel le anuncia que debe marchar cuando era perseguido por Herodes; castillo de Herodes; los Reyes Magos a caballo, asesinato de Abel?; las tentaciones de Cristo en el desierto; Jesús y la pesca milagrosa.
En el tramo Sur: Bodas de Caná; Marta pidiendo a Jesús que resucite a su hermano Lázaro; Resurrección de Lázaro; Domingo de Ramos; la Última Cena con San Juan con barbas y Judas que aprovecha la ocasión para robarle a Jesús; Judas entregando a Jesús.
Sin embargo, en el tramo Este, los capiteles están descontextualizados Y, tras dejar atrás, la capilla de San Voto y Félix, primeros ermitaños del monasterio, abandonamos un lugar cuyo recuerdo perdurará en el ánimo de visitantes como nosotros dado el impresionante efecto visual y ¿por qué no? espiritual que deja esta construcción dentro de la roca.
Y de la roca a la piedra - sillar (6 julio 07)
De nuevo en el autobús, y todavía gratamente sorprendidos por lo que hemos conocido, sin abandonar el entorno natural de pinares y abetales que rodean el paraje de San Juan, nos llegamos a Santa Cruz de Serós en cuya plaza aún permanece enhiesta la mole de piedra de la Iglesia de Santa María (S. XI), a pesar de haber desparecido el monasterio de monjas benedictinas al que servía.
Sólo podemos ver su exterior, empezando por la portada al W con arco de medio punto y un traqueado en tres.
Dos arquivoltas separadas por una hilera de 7 + 7 bolas, siendo una cabeza de león la que correspondería a la clave.
Un crismón, que añade la S de Espíritu Santo, en el centro del tímpano, flanqueado por dos leones, en cuyo arco se nos traduce del latín: “Yo soy la puerta de entrada: pasad por mí fieles. Yo soy la fuente de la Vida: tenéis más sed de mí que de vino, vosotros que penetráis en este templo bienaventurado templo de la Virgen”
Mensaje que también hay bajo las patas de los leones: “Arrepiéntete para que puedas invocar a Cristo”
¿A qué me recuerda esta portada?, se preguntan los viajeros un tanto sorprendidos.
En efecto, la portada replica en cierto modo a la de la Catedral de Jaca.
Al sur, la puerta lateral con arco de medio punto y crismón con 6 rosetas entre los seis radios. Y poco más allá, una torre de cuatro cuerpos con ventanas ajimezadas.
Cerrada. Pero es observable que se trata de una iglesia de una nave con bóveda de cañón y ábside semicircular central y dos laterales que le dan apariencia de cruz latina. Alrededor del tejado, son visibles canecillos de temática variada.
Y junto a lo ostentoso, lo sencillo: la Iglesia parroquial de San Caprasio (martir del S. IV). Románico lombardo (S. XI). Ocupa una superficie de 72 m2 y, si Vd. la observa bien, verá que su única nave rectangular, que tiene doble longitud que anchura, está dividida en dos partes por un arco fajón, cubierta con dos bóvedas de arista y rematada por un ábside en hemiciclo o cuarto de esfera. Se ven dos nichos a los lados que nos indican el ábside tricóncavo.
Muros gruesos de aparejo y bóvedas de lajas, decorados al exterior con pilastras alternas (lombardas) unidas por arquillos ciegos y con dovelas transversales.
Puerta en el hastial al W, descentrada, con arco de medio punto. La iluminación le llega por los tres vanos del ábside y los dos del muro sur. La llamada a los fieles se hizo desde su campanario, S XII, de planta cuadrada y ventana ajimezada de doble arco.
Y dejando el entorno tranquilo en el que hemos pasado la tarde rodeados de naturaleza retomamos el Camino de Jaca cual peregrinos necesitado del yantar y del dormir.
“Sobre arb(re)" (Sobrarbe) (7 julio 2.007)
La arquitectónicamente medieval Ainsa nos espera en una zona emparentada con la Naturaleza que disfrutamos en Ordesa y que visualizamos en los Pirineos (Monte Perdido).
No venimos a reconquistarla, evidentemente, como ya hicieron aquellos cristianos animados por la visión de la cruz iluminada colocada sobre una carrasca, que ha dado lugar al escudo de este pueblo y primer cuartel del escudo de Aragón : cruz sobre un árbol.
Ni venimos a organizar el pueblo, que ya lo está desde que Garci Ximeno lo reconquista (724) y, sobre todo, Alfonso I el Batallador le concede la “carta puebla”[4] (1.124), de modo que Ainsa ya es un gran centro en el S. XV.
Hemos llegado hasta aquí interesados por su oferta histórica y monumental. Mas, antes de adentrarse en el pueblo, no está mal mirar a sus alrededor donde se divisan los esconjuraderos o templetes (humilladeros) cuadrados o circulares, orientados a los cuatro puntos cardinales y hechos de piedra, donde el hombre del XVI y XVII acude a rezar o hacer conjuros más o menos mágicos para que Dios lo proteja ante la adversidad.
Al fondo, en los Pirineos, las Tres Sorores cuya leyenda nos ha recreado nuestro Guía Mayor, Ildefonso Robledo, en el autobús.
Tres hermanas cristianas se van a casar con sus respectivos novios. Mas, ¡ay¡, llegan los godos, conquistan el lugar y se llevan a los hombres como prisioneros.
Los guerreros se van. Sólo queda uno malherido que, sin embargo, es cuidado por las mujeres que regresan a sus casas una vez pasado el peligro. El godo, una vez recuperado, en agradecimiento, les promete ayudarles a recuperar a sus hombres. Y, por eso, marchan con él con la esperanza contenida de encontrar y rescatar a sus prometidos.
Mas, el godo, ¿compasivo?, al saber que los novios han muerto en el cautiverio; tal vez, para no desconsolarlas más, les echa una mentira, tal vez, piadosa. Les dice que sus novios se han convertido al arrianismo y se han casado con mujeres del pueblo conquistador.
Al verse compuestas y sin novio, deciden quedarse con los godos y casarse con ellos. Al hacerlo, se les aparece el espíritu del padre que les afea haber olvidado tan pronto a sus hombres, lo que les causa tanta vergüenza que se ve impulsadas a huir a la montaña donde penarán su culpa por siempre. Pero, como el olvido no se perdona, la ira de su padre hizo que se levantara un vendaval tan grande que las cubrió de nieve y piedras dando lugar al nacimiento de los tres picos: Monte Perdido, Cilindro de Marboré y Pico de Añisclo, las Trreserols, que dicen los aragoneses.
Y ahora, bajemos la mirada hacia el suelo que pisamos: El castillo en el que destaca la Torre del Homenaje (S. XI) al SE., levantada sobre otra musulmana que existió en el mismo lugar.
Poco a poco se va configurando este edificio como recinto amurallado con arquerías de medio punto un tanto elevadas para la época (S. XVI)[5] y un foso hoy cegado. A su alrededor, como un apéndice del Castillo, nace el burgo que podemos vislumbrar desde su plaza – mercado, tipo medieval con su iglesia románica y el Ayuntamiento (S. XVI) en el centro. Casas de sillarejo y tejados de losas. Soportales ojivales, de medio punto y de medio punto rebajado. Suelo enmorrilado.
En el ángulo NE, la restaurada (1.972 – 74) iglesia de Santa María, sobria y desnuda a la que se une el arco del hospital que servía para comunicar el hospital de peregrinos con la sacristía del templo. Su torre (S. XI) de 30 metros de altura y función defensiva (arpilleras, gruesos muros) tiene cinco pisos. En el tercero, están las campanas.
Su portada (S. XII – XVI) lleva una ventana ajimezada y un arco románico con cuatro arquivoltas sobre columnillas con capiteles vegetales y animales e inscripciones además de un crismón con la S.
Una vez dentro de la iglesia destaca su ábside románico con cúpula de cascarón de piedra blanda de color rojizo, un Cristo y una Virgen (ésta del S. XIII). Estructura continuada a lo largo de la nave (S. XVI) por una bóveda de cañón con arcos apuntados. A los pies, una pila bautismal (S. XII) y la Virgen de la Iluminación.
Bajo el altar, la cripta con una nave central flanqueadas por 5 – 5 columnas y dos naves laterales o exentas con 4 – 4; en total 18 columnas. Doce de sus capiteles son renovados; por eso llevan incisa una R que los distingue de los seis originales.
El resto del pueblo se articula alrededor de la Calle Santa Cruz donde vivieron los artesanos y jornaleros: La de Gonzalo I con ventanas ajimezadas de ricos arcos apuntados de grandes dovelas, arcos rebajados, de medio punto, escudos nobiliarios ya que era donde habitaban los nobles y pudientes:
El Callizo de la Fuente: pendiente y en recodo. Y la Plaza de Santo Domingo que es una travesía como la llamada de La Iglesia. Hay una casa especial en la Plaza del Salvador con su abrevadero: casa Latorre con ventanas geminadas y su gran balconada que alberga al Museo de Oficios y Artes Tradicionales donde se han recogido gran parte de las herramientas y producciones del mundo rural del Pirineo.
En la bodega, se expone la alfarería (salero, cuezos, aguamanil, olla con cordoncillo y tetones o alambrada, dompedro, tubos de chimenea, botijo,...). El hierro, la forja y la hojalatería se ve en la planta baja. Al subir a la primera, nos encontramos con la madera y la cocina con su mobiliario; en tanto que los tejidos (cáñamo, lana, un telar) y la cestería la encontramos en la planta segunda.
Aquí quiso encontrarse este cronista con la gente del lugar. Pero no pude a pesar de que el Museo me ponía en contacto con las herramientas de los oficios tradicionales hoy perdidos. La verdad es que me gustó ver con que trabajó la gente, ..., pero no me produjo especial emoción su visionado porque son piezas de museo u objeto sin funcionalidad,
De alguna manea son objetos portadores del conocimiento mutilado que, al igual que la arquitectura del pueblo, se me ofrecen como una maqueta de un pueblo supuestamente anclado en el pasado. Y no me sonó a realidad.
Y, sin abandonar el Pirineo aragonés, a comer a Sabiñánigo donde lo mozárabe se nos ofrecerá en plena Naturaleza en la comarca del Serrablo.
El espíritu se anima ante la Iglesia de San Juan Bautista de Busa (950 – 1.000), mozárabe y luego cristiana ornamentada con elementos árabes como la inscripción de la puerta en letra cúfica (árabe) que dice: “No hay más dios que (Alá) Dios”
Tiene una nave rectangular con un ábside de horno, semicircular, inacabado, con una ventana ajimezada con tres arcos de herradura enmarcada por su alfiz.
Orientada al S, la puerta con llamador de varón (pene más testículos) está enmarcada con un arco de medio punto y otro de herradura y una orla semejando palmeras.
Tejado a dos aguas de losas.
Al exterior, cinco arcos murales de medio punto, ciegos, cuatro ventanas con alfiz rehundido, arcos lombardos entre frisos de baquetones verticales.
Sin torre campanario.
Es la única iglesia que se conserva en estado original en toda la comarca. Parece que hemos equivocado el orden de visita a estos magníficos ejemplares del románico o mozárabe – que aún no se han puesto de acuerdo los estudiosos – ya que parece que la iglesia ante la que estamos, San Pedro de Lárrede es anterior a la de San Juan de Busa que acabamos de abandonar.
Situada junto a su cementerio, es un ejemplar digno del románico o mozárabe, hecha en piedra, con planta de cruz latina, gracias a las dos capillas laterales.
Al exterior, su ábside lleva 7 arcos ciegos lombardos con baquetones entre los frisos. No son arcos de medio punto. Están un poco falseados. Hay otros cinco arcos apeados en lesenas distribuidos entre las capillas laterales.
Una nave rectangular con tres alturas para colocar a cada clase social. De aquí que se diga mozárabe. Pilares con columnas dobles de tambor y bóveda de cañón con cinco arcos fajones.. Ábside central, semicircular, con cúpula de horno fabricada de sillarejo y ventana románica
Al exterior, ventanas románicas: embudo al exterior - interior para captar la luz.
Puerta principal al Sur.
Torre exenta, colocada exactamente encima de una de las capillas laterales antes dichas, con 4 ventanas con 4 columnas de tambor que producen tres vanos con falsos arcos de herradura.
Y con el gusto satisfecho de haber visto una hermosa iglesia, entre la animada charla de los viajeros entusiasmado, nos volvemos a Jaca tras haber paseado por la comarca del Serralbo que alguien llamó del Serrallo entre el alboroto de los compañeros que se preguntaban el por qué de este lapsus.
Ven, ven a Zaragoza (8 julio 07)
La pegadiza y repetitiva cancioncilla nos invita a detenernos un rato en la ciudad del “agua y el desarrollo sostenible 2.008” . Y así lo hacemos para visitar la Basílica del Pilar y el Palacio de la Aljafería.
En la plaza del Pilar, nos damos cuenta de que la Virgen viene a visitar a Santiago, que no es lo mismo que aparecerse al Santo, año 40 d. C según nuestra guía, y de que Zaragoza, para no quedarse atrás, le construye un grandioso Templo de ladrillo, dada la escasez de piedra, el cual, una vez levantado, embellece con pinturas de Bayeu, Goya,..., mientras hubo dinero y confianza en el pintor.
Así, podemos admirar el fresco de la “Adoración del nombre de Dios” (1.772) en el coreto o el de la “Reina de los Mártires” (1.780 – 81) que pintó en los 212 m2 de su superficie en 41 “tareras”, que no días, en la cúpula de la nave Norte, frente a la Capilla de la Confesión. Obra pictórica en la que llaman la atención, por ejemplo, con irritación de Bayeu, las virtudes representadas en sus pechinas: Fe ciega, Caridad que amamanta, Paciencia y Templanza.
No obstante, aún quedan demasiadas zonas sin pintar.
Paseando por este templo, lugar de oración y de turismo, nos detenemos en la Capilla en la que Santa Ana enseña a leer a María (a la izquierda de la entrada), donde, también, nos llama poderosamente la atención el realismo y, sobre todo, la luz que se desprende de un cuadro donde se representa cómo a Miguel Pellicer (1.637) se le devuelve la pierna que había perdido después de que la tuviera 3 años y cinco meses enterrada, gracias a la protección de la Virgen a la que ve en sus sueños. (Milagro de Calanda).
Y así, llegamos hasta la Santa Capilla, obra de Ventura Rodríguez que levanta esta obra, en 1.750 – 1.765, dentro de una Catedral comenzada en 1.681 por Francisco de Herrera.
Se distinguen tres altares: La Virgen que baja a Zaragoza, en el centro; flanqueada por Santiago y su grupo de convertidos, a la izquierda, y la Santa Imagen sobre la columna, a la derecha. Nosotros tuvimos suerte. Pudimos ver la imagen con su manto, pues sabido es que no se le pone los días 2 (venida de la Virgen), 12 (Anunciación de la Virgen) y 20 (Coronación de la Virgen) de cada mes, así como besar el Pilar, por detrás, en el Humilladero u oquedad en el muro, por supuesto, ya que por delante es privilegio del Papa, los Reyes y los niños antes de hacer su primera comunión.
Un folker bombardeó la Basílica con proyectiles que, después de atravesar el techo, perforación aún visible hoy día, cayeron, uno, delante de la Santa Capilla y otro, en el Coreto.
Para que no se olvide la historia, se han museado las bombas exponiéndolas en una pilastra de la derecha de la Santa Capilla con la leyenda: “Dos de las tres bombas arrojadas contra el S. T. M. del Pilar, el día 3 de agosto de 1.936”
Al salir, hay que detenerse en su plaza, Plaza de las Catedrales, con la Catedral de San Salvador o Seo (catedral de Zaragoza) en el extremo oriental de la plaza, levantada sobre un lugar sagrado tradicionalmente: templo romano, mezquita, catedral, con su torre barroca (S. XVII) y elementos neoclásicos y góticos, la Lonja de los Mercaderes (gótica renacentista, S. XVI), el Ayuntamiento (S. XIX), dos fuentes paralelas, el pegote del cubo – Foro detrás de Goya y el escudo de la ciudad: un león dorado sobre fondo rojo.
Y el poder.
Ahora, lo mejor es pasear la ciudad para ir visualizando desde la Zaragoza romana hasta la del “agua” de nuestros días en nuestro deambular hacia la Aljafería; cosa que nosotros no podemos ya hacer dado que nuestro tiempo se está acabando. Así, pues, el autobús nos acerca hasta este monumento nacional que, ayer, era “un espantajo lamentable cubierto de harapos” (Francisco Iñiguez, 1.947) y, hoy, un limpio y buen representante, no sólo del mudéjar aragonés, sino del arte del poder o manifestación arquitectónica de la megalomanía de los que detentan el poder en las distintas épocas de la Historia de todo lugar.
Así, pues, y aunque Maquiavelo en El Príncipe (1.532) aconseja a los gobernantes que “ la mejor fortaleza que puede existir es no ser odiado por el pueblo, porque por muchas fortalezas que tengas, no te salvarán si el pueblo te odia; que una vez han tomado las armas, a los pueblos no les faltan nunca extranjeros que les ayuden” nos encontramos con un escenario donde los musulmanes pasan el verano fuera de la ciudad, de aquí su delicada belleza ornamental; luego, vive Pedro IV y sus escenas de reconquista, también lo hace Fernando el Católico en un palacio erigido sobre la fábrica musulmana para simbolizar el poder de los RR. Cristianos; es sede del Tribunal del Santo Oficio en Aragón desde enero de 1.486, terminado por ser la sede de las actuales Cortes de Aragón (1.987).
Y es que cada poder deja su impronta de acuerdo con su ideología y personalidad.
Entramos por el patio de Santa Isabel (I de Portugal), nieta de Jaime I. Al Sur, arcos a modo de polibulados que suscitan una pequeña divergencia dialéctica entre algunos asociados y la guía que nos los muestra, al respecto de cuáles son antes en el tiempo: los de Zaragoza que estamos contemplando o los de Córdoba que llevamos impresos en nuestro espíritu. Al Centro, jardín y agua; al Norte, el Oratorio (S. XI), octogonal. Decoración de yeserías, mirah con cúpula de 9 gallones y friso con textos del Corán. La parte superior, antes calada, ahora está cubierta por el palacio levantado encima (S. XIV – XV).
La decoración se ve deteriorada. La entrada lleva un arco decorado con rizo cordobés: omnipotencia y omnipresencia de Dios. Estamos en el Salón Dorado en la parte norte. Arcos polilobulados reconstruidos, a modo de pantalla visual y algunas curiosidades como pájaros (faisán real, caballos de las leyendas de Caballeros, a derecha e izquierda. Podemos detenernos en el pequeño museo del proceso de reconstrucción que termina en 1.998, donde vemos piezas de alabastro y otros materiales árabes.
Reconocemos el aljibe medieval, 5,20 m de diámetro y 12,60 metros de profundidad, que recibe el agua del Ebro, y unos restos de escalera de caracol. Hemos terminado la zona del palacio medieval con decoración mudéjar.
Planta alta. Seguimos en el Palacio de Pedro IV. Sala con decoración renacentista a instancias del rey Fernando el Católico, con artesonado original recuperado. Aquí se nos comenta que, en los patios, hubo leones mantenidos con impuestos especiales que habían de pagar los judíos. O sea, el poder que no cesa.
Torre del Trovador (S. XI) que fue Prisión inquisitorial. La biblioteca (Las artes y las letras se alían con el poder) de Pedro IV con alegorías como estrella de David (fuerza), letras cúficas, talismanes (círculo central con triángulos y lóbulos dentro y grafitis como un tablero de ajedrez.
A continuación, el Salón del S. XV repintado. Escudos con granada, por tanto, posterior a 1.492. Salón del Trono de Fernando el Católico (S. XV) o cámara de mayor simbolismo político de la Aljafería de Fernando el Católico, el del lujo cortesano y “príncipe nuevo” del poder, según Maquiavelo, que había de “dar él mismo, en todas sus actuaciones, fama de hombre grande y excelente”.[6] Artesonado de madera: rojos, azules, pan de oro. Piñas, símbolo de la riqueza y la continuidad dinástica, el yugo o señal de sometimiento y las flechas de la fuerza. La misma decoración en el suelo.
La segunda sala, la de los pasos perdidos o donde se esperaba en las audiencias reales, nos ofrece más piñas y cuatro escudos; solo uno es original.
Sin embargo, en la primera se nos ofrece el escudo cuartelado de Castilla y Aragón, timbrado con el águila de San Juan Evangelista, con su dragón (testigo de la Casa Real de Aragón, al ser la palabra “dragón” una voz deformada por la repetición de la voz “aragón, aragón...”), las flechas iguales y negras de Sicilia y el yugo con el “tanto monta” cuyo sentido lo encontramos en un documento anónimo conservado en la biblioteca de El Escorial (ms. S – 11 – 18, fo 590 ro) que dice así: “el rey don Fernando postrero de Aragón, el Católico, trahía por empresa un yugo con unos lazos cortados, con una letra que dezía: Tanto Monta. Dize Quinto Curcio de Alessandro que no pudiendo desatar los nudos que hizo Gordio, que estavan en un yugo con los lazos de la coyunda (...) que quien lo desatasse sería señor de Asia, cortó los nudos y dixo: Tanto monta cortar como desatar. Quiso mostrar el rey que sería señor del mundo como Alessandro y cortar las dificultades que lo estorbassen”[7]
La puerta principal al Salón del Trono ya lleva la granada abierta, señal de haber conquistado la ciudad de Granada en el mesiánico proyecto de los RR. CC. de la liberación de Jerusalén y la conquista de los Santos Lugares, como preámbulo del Imperio cristiano gobernado por Isabel y Fernando.
Nosotros, más pegados al terruño, vamos acercándonos al fin de nuestra visita que realizamos bajando por la escalera con decoración gótico – mudéjar – renacentista que nos devuelve a la realidad de nuestras pequeñas cosas.
Y de nuevo al autobús, con paradas sin fonda, en viaje de regreso a nuestros quehaceres cotidianos tras haber pasado una semana de grata convivencia y enriquecimiento personal.
Sin embargo, alguien nos tenía preparada una sorpresa final. En un momento dado, se levanta y nos da a conocer el Capítulo 1º de un evangelio apócrifo encontrado en S. Pedro de Lárrede, una iglesia perdida del Pirineo.
Al que esto escribe le gustó mucho y, por eso, no se resiste a su trascripción que a la letra dice:
1.1. Paseaba Dios su mirada por la ciudad de Córdoba y vio a unas personas que llevaban un letrero que decía:Yo tengo un sueño... castillos, palacios, museos, iglesias, ..., y viendo Dios que era bueno dijo: Fiat, que se cumplan sus sueños.
1.2. Y empezó el proceso. En principio era la idea de Alfonso, Bancalero; Rafael, su cuñado; Ildefonso,..., y la idea se hizo obra en la Asociación “Arte, Arqueología e Historia” Y vio Dios que era bueno.
1.3. Al segundo día concibieron la idea de pasar juntos unas cuantas jornadas viendo piedras, iglesias, castillos,..., y la idea se hizo “viajes de verano” Y vio Dios que era bueno.
1.4. El tercer día se hizo transitando por Santo Domingo de Silos, o por el itinerario del Hereje (Valladolid) o persiguiendo el Santo Grial (Castilla) o siguiendo la cascada del caballo (Ordesa), Y vio Dios que era bueno.
1.5. Mas, hete aquí que el cuarto día, el ángel más bello tocó algunos espíritus que se sintieron perturbados. Pareciera que el buen rollo no era el adecuado. Así, pues, en este día, Dios envió a su ángel preferido, quien, al pasar por el Robledal de Sos del Rey Católico, exterminó aquel conato de enfado y su espada flamígera implantó la paz de nuevo en los espíritus. Y vio Dios que era bueno.
1.6. El quinto día amaneció tranquilo. Todo estaba en calma, la armonía presidía la convivencia,..., y la Ainsa medieval y las iglesias mozárabes,..., y el pueblo satisfecho pedía: dadnos un descanso. Y viendo Dios que era bueno, regresó al grupo a su hotel a que recuperaran fuerzas.
1.7. El sexto día, los tambores retumbaron y los cohetes iluminaron la noche (los incrédulos a esto le llaman tormenta) anunciando la marcha de aquellos viajeros que veían cumplido su sueño con castillos, ordesas, sabiñánigos,.., y otros lugares más o menos esotéricos Y vio Dios que todo era bueno, y que todo era posible gracias a la benevolencia de los asociados y, sobre todo, al buen hacer del Gran Relator, Idelfonso Robledo, y del Abarakku rabu[8] Rafael. Gutiérrez Bancalero. Y dijo Dios: “Que le den un aplauso”
1.8. Y viendo Dios que todo iba bien, dejando a Bancalero de guardia, se encaminó a su morada a descansar de nosotros, porque éramos buenos.
Y, efectivamente, así sucedió. Con la protección divina y la vigilancia bancalera,”festina lente”[9] la expedición llegó sana y salva a Córdoba bien empezada la madrugada del día 9 de julio de 2.007, porque era bueno.
De Encinaenana a Villanueva de Córdoba (22 – 9 – 07)
Hora es de que nos acerquemos a Los Pedroches, parece decirse la Asociación, con la satisfacción agradecida de este cronista, quien participa con entusiasmo hasta en la preparación de la visita a uno de los pueblos más representativos del norte serreño: Villanueva de Córdoba.
Así, pues, el sábado 22 de septiembre 07, cuarenta y cuatro asociados nos trasladamos al rincón jarote de Los Pedroches con la sana intención de pasar un día de convivencia social, culturalmente enriquecedor y con buen sabor gastronómico.
Tras dejar la carretera a Ciudad Real a su paso por Cardeña, nos encaminamos a nuestro objetivo siguiendo la carretera de Andújar a Belalcázar construida de 1.879 a 1.882 para que el general Serrano y sus amigos tuvieran un buen camino en sus excursiones cinegéticas a la finca Sopor, situada entre Montoro y Cardeña.
Llegamos al pueblo atravesando un auténtico mar de encinas – verdadero tesoro verde de la comarca – dirigiéndonos a Los Barreros (del barro cuando había tejares) con intención de desayunar en una de las antiguas casetas del ferrocarril, hoy reconvertida en Mesón rural. Mas, “al primer tapón, zurrapas”. Nos atendieron mal; tanto, que el grupo decide abandonar el lugar para desayunar en otro establecimiento que reúna las debidas condiciones de atención y comodidad. Y lo hay: Las Columnas, donde retomamos la ilusión con que habíamos llegado tras el desayuno: café, tostadas con sus aliños, jamón que no falte,…y desde donde iniciamos nuestro día en Villanueva de feliz recuerdo.
Entramos en el Ayuntamiento, recio edificio, construido de 1.705 a 1.707, de muros exteriores anchos – 1,90 m – como se aprecia en la ventana izquierda, de la cárcel en sus tiempos, pues, sabido es, que este edificio ha sido Juzgado Municipal, Archivo, Panera del Pósito y Casa Consistorial.
Somos atentamente recibidos por la Sra. Alcaldesa, doña Dolores Sánchez Moreno, que, tras darnos la bienvenida nos invita a que jaroteemos por su pueblo. El Presidente agradece su acogida y, a renglón seguido, pide a nuestra compañera Catherine Memmin que, en nombre de la Asociación entregue al pueblo de Villanueva de Córdoba, dignamente representado en su alcaldesa, un cordobán y unos ejemplares de nuestra Revista como agradecimiento y para recuerdo de nuestro paso por esta Localidad.
Los aplausos corroboran la entrega que se ve correspondida con la recepción de varios libros que nos son regalados para que sean integrados en la Biblioteca de la Asociación.
Acto seguido, hacemos un pequeño paréntesis para que Ángel Novas nos hable del ferrocarril ¡Qué pare en Los Pedroches” , aunque, al final, se queda mostrarnos un álbum de fotos y en darnos a conocer la bibliografía en la que puede documentarse el viajero curioso.
En el centro de la Plaza de España, la Iglesia de San Miguel: piedra, hermosura y severidad.
Accedemos a ella por la puerta lateral de la derecha, la Puerta (¿del Ángel?) que antiguamente daba al cementerio adosado a este flanco del templo: de medio punto con grandes dovelas y arrabá de molduración gótica, existente en el antiguo templo sobre cuyo solar se levanta el actual..
La Virgen de Luna preside el presbiterio y - ¡ cómo no¡- atrae a los viajeros: Es la primera en recibir el saludo de los creyentes y la última de quien se despiden. Compartimos así la fe de los jarotes. La identificación con ellos empieza a mostrar sus frutos tempranamente. Después, recorremos el edificio del templo levantado sobre el solar de la primitiva iglesia parroquial existente desde 1.553 a 1.743. Fecha en que el obispo Cebrián manda erigir el actual bajo la dirección del maestro de cantería cordobés Francisco Mata.
Tres naves con arcos de medio punto sobre pilares con columnas adosadas de granito, cubiertas por un artesonado de casetones de madera de época contemporánea. Llaman la atención las medias columnas sobre las que se montan las bóvedas de medio cañón con lunetas y la cúpula radial.
A la cabecera, el altar mayor con su retablo neobarroco. A los pies, puerta bajo la gran torre de fuste prismático. Y, entre ambos, los altares de la Virgen del Carmen con estípites, el de San José con columnas salomónicas, la barroca Cruz de pinchos (S. XVIII) que se procesiona el día del Corpus, que, según nos informan, es lo único que se conserva de la antigua iglesia tras el vendaval incivil de cuyo nombre no quiero acordarme.
Al salir de nuevo, advertimos los grandes contrafuertes de cornisas y remates del dieciocho que, nos cuenta nuestra guía Carmen Ibáñez, son refuerzos de la antigua cabecera del S. XVI al recrecerla en la construcción de 1.743 – 1.746.
Al doblar la esquina, la piedra “Solia” (1,26 x 0,35), encontrada en el Pozo de las Vacas, hoy embutida en la base de la torre de la iglesia, en la que se pueden leer las palabras de la antigua Solia y el nombre del juez de la Bética (362 a 364) Julio Próculo. Es posible que sea un mojón divisorio de los términos de Sacili (Alcurrucén – Pedro Abad), Epora (Hinojosa del Duque) y Solia, existentes en esta zona hace ya, por lo menos, 1.643 años.
Y, al cielo, la torre terminada hacia 1.785. Puerta con bóveda de granito, escudo del epíscopo Baltasar Yusta Navarro (obispo de Córdoba 1.777 – 1.787), marcos ciegos, pinjantes geométricos y campanario, a modo serliano, con tres campanas y tres campanillos, si no me equivoco.
En la plaza, tertulia de hombres en corrillo.
Al otro lado, la antigua Audiencia (S. XVII), que fue Ayuntamiento hasta el S. XIX, hoy, sede provisional del pequeño Museo de Historia Local, que debe su existencia a los desvelos de Silverio Gutiérrez Escobar, a quien los jarotes habrán de reconocérselo algún día. En sus ocho vitrinas, podemos ver desde flechas y hachas del Paleolítico inferior (I), hasta armas bancas o monedas contemporáneas (VIII), pasando por el Calcolítico del Minguillo (II), los mazos, punteros,… cuchillos argáricos (III), armas y glandes ibéricos (IV), cerámica, bronces, monedas romanas (V) o vasos, jarros, objetos de adorno del periodo visigodo (VI) que, apasionadamente, te explica con todo lujo de detalles el conservador del Museo, el antes citado Sr. Gutiérrez de luenga barba blanca y verbo fácil y bien documentado. Ahora, damos un salto en la Historia y de la Encinaenana del museo nos vamos a la “Encina” de Villanueva de Córdoba. Instalación donde comprendemos el proceso de explotación del jamón gracias a las explicaciones de Bernardo Blanco que nos ilustra sobre este tema con su buen tono y modo didácticos.
Nos hace ver cómo el cerdo, en uno de sus viajes por la Península Ibérica, se enamoró de las dulces bellotas de la Dehesa de Los Pedroches y se quedó entre nosotros para alimentar a los serreños, en un primer momento, y para gozo del sabor del mundo entero en la actualidad, gracias al jamón “de pata (capa) negra de cerdos criados con mimo en esta comarca del norte de la provincia de Córdoba, a base de bellotas (jamón de campo), de bellotas y pienso (recebo) o pienso solamente, que marcan las tres categorías del jamón, respectivamente. Aprendemos que este 2.007 es un año bueno de bellota que dará buenas paletas dentro de un par de años y mejores jamones cuando pasen por ellos unos 48 meses de curación tradicional, asegurando la temperatura y la humedad para que, bien secado y salado, el jamón sea un manjar apreciado.
Curioseamos el saladero (1 día / Kg durante 12 – 14 días), el secadero-saladero (90 – 100 días para que la carne se cure por salazón), el post-saladero aprovechando los fríos ambientales y la bodega a 15 – 18 grados hasta que salen para la venta.
Y, ¡ cómo no¡, degustación, al final, del jamón bien lancheado y de los embutidos con tripa cular fabricados con el esmero que caracteriza a la industria jamonera de Villanueva, en general, y a la de Bernardo Blanco, en particular, a quien agradecemos todas sus atenciones en la mañana de este sábado jarote.
El apetito apetito ha sido despertado con las tapillas y el vinillo degustados en la jamonera. Así, que lo mejor es irnos ahora a comer. “El Volao” nos espera y tampoco nos defrauda. Los entremeses abundantes y variados (ibérico, salmorejo, lechón y “pescaíto” frito) sacian el apetito de algunos comensales que, sin embargo, aún ven cómo le es ofrecido una pieza de “secreto ibérico” o de pez espada que, junto con el postre, acaba convenciendo a los viajeros de lo bien que se come en este pueblo.
La charla animada, el intercambio de afectos y el clima de confiada convivencia siguen caracterizando el ambiente con el que estamos viviendo este día de cultura y gastronomía.
Vamos a ver la Iglesia de las Obreras – dice nuestra guía. Y, como siempre, el grupo se organiza para continuar nuestro recorrido por Villanueva de Córdoba.
Calle Real arriba, ancha, con adoquines, con portadas de granito, llegamos al convento de Doña María Jesús Herruzo (Generosidad), quien en los años 40 crea la Congregación (Unidad) de Obreras del Corazón de Jesús (Fidelidad), haciendo construir, al modo barroco, la iglesia del “Dulce Nombre de Jesús” (Fe) donde nos encontramos ahora, cuyo 50 aniversario se celebró en julio 07: Columnas pulimentadas de una sola pieza de granito; Monjas (Sencillez) - sólo hay ocho en la actualidad en este convento - “Obreras parroquiales” (Amor) dedicadas a la oración (Esperanza) y al servicio de las parroquias; Imágenes relacionadas con los jesuitas (Niño Jesús de las uvas); enterramiento de la fundadora y su marido (Antonio Ayllón), recuerdos de la hermana Juanita Méndez Romero (Alegría en su parálisis), patios limpios y edificios para la Congregación y otros servicios como el de la Escuela hogar ( Entrega) para niños de la comarca.
Y al coronar la cuesta, en “lo alto el santo”: San Sebastián.
Si San Miguel es el patrón del pueblo, pues en su día ya es posible la fiesta del pueblo tras haber recogido la cosecha, a San Sebastián hay que tenerle devoción porque es el protector de las cosechas contra las plagas del campo.
Ermita – parroquia desde 1.954 – típica del S. XVI (1.565) orientada al SO, de base rectangular (19 x 6,40 m.): Techumbre de pino, Una sola nave dividida en cuatro trozos por sus arcos apuntados de granito. Contrafuertes al exterior, Portada con arco de medio punto con sus dovelas y arrabá característico de moldura gótica. Única iglesia que tiene pórtico de 3 metros de profundidad.
La sencillez es pregonada por esta iglesia, lo mismo que sus imágenes de la Borriquita (1.964), la Virgen de la Alegría, que procesiona el Sábado Santo; destacando el Sagrario que regaló Doña María Jesús en los años 60.
Son las seis de la tarde. Deambulamos ahora por las calles por donde discurrió la antigua Cañada Soriana caminando hacia la carretera de Adamuz donde nos espera el autobús. Sin embargo, antes nuestra guía, siempre atenta a los detalles, nos lleva a la casa nº 12 de la calle Nieves donde nos llama mucho la atención el gran dintel con un gran sol grabado en el granito y dos estrellas de doce puntas en las jambas de la puerta.
Y así, especulando con el posible significado de estos garbados, tomamos nuestro autobús que nos devuelve a Córdoba con la curiosidad intelectual despierta.
Como debe ser, piensa este cronista
El fulgor de la plata (Córdoba 20 de octubre 07)
Es una cálida mañana del otoño cordobés. A las once horas, sesenta y cuatro asociados nos hemos reunido para adentrarnos en el Barroco de la plata que se expone en la superficie ocupada por las tres naves de la iglesia conventual de San Agustín cerrada desde hace 30 años, tras sufrir, entre otros, los avatares de la guerra (incendio por los franceses), la desamortización de Mendizábal, el cambio de clero que lo atiende, etc.
El Presidente nos saluda y nos introduce en la exposición a través de unas hojas ilustradas que hablan gráficamente del templo actual, sede de la exposición que nos disponemos a visitar.
Iglesia heredera de una fundación de Fernando III en el Campo de la Verdad, que con Clemente V (Papa 1.305 – 1.314) se traslada a la zona del Alcázar y que, por fin, en 1.328, se levanta en la Collación de Santa Marina, en la plaza donde nos encontramos. Su arquitectura, medieval en su origen, es modificada en el s. XVII, (1.610 -1.633?), tiempos del prior fray Pedro de Córdoba, para darle la imagen barroca que tanto nos llama la atención apenas atravesamos su puerta en cuyo arco podemos leer el lema de todo el discurso alegórico que hay a la entrada: “El Espíritu vendrá sobre nosotros” escrito alrededor de una serie de referencias de inspiración inmaculadista. La Virgen y sus letanías, el pecado vencido,…
“Vienen de Sanlúcar / rompiendo el aguja / a la Torre del Oro / barcos de plata[10]”. Material que llega hasta Córdoba para que sus orfebres le den el “fulgor” que se pone de manifiesto en los objetos que podemos observar detenidamente en el primer núcleo de la exposición: El ornamento, empezando por finales del s. XVI: decoración simplista, la arquitectura como adorno (portapaces); siguiendo por obras del XVII: barroco clásico, poco volumen, geometría (bandeja); y del XVIII: sinuosidad, carnosidad, detallismo (crismera), y terminar en una muestra del barroco pleno, exacerbado, cercano a la rocalla, “fulgor” de lo decorativo (portapaces).
Continuando por la nave del Evangelio, el segundo núcleo expone el equipo básico (barretones, hojas de chapa, (….), libros y tratados sobre los gremios, modelos de exámenes a realizar por los aprendices, que nos informan que un artesano es algo más que un obrero de la plata, pues “artífice (es aquel que aúna) ciencia (y arte). Mirando al techo, vemos representaciones de la vida del titular: San Agustín (s. XVII).
La “plata para la casa”, s. XVII, ocupa la tercera sección, ejemplo de cómo los monarcas y nobles se afanan por lo suntuoso, incluso en el espacio doméstico, porque da prestigio social.
Saleros, saleros – torre, de moda hasta los Borbones, taller doméstico (salero, pimentero,.., a la vez), jarras, aguamaniles, arqueta de filigrana, …, hasta un bodegón con objetos de platería / orfebrería de Juan Bautista de Espinosa.
Piezas, que fundidas, nos darían dinero al venderlas en caso de necesidad.
En el lugar donde estuvo la Virgen de las Angustias, tenemos el cuarto espacio expositivo con “Joyas de adorno y devoción” que formarían parte de ajuares personales y de vírgenes y santos a los que se intenta dar verismo didáctico poniéndoles anillos, rosarios, rosetas,…, con tratamiento preciosista.
Si alzamos la mirada, observamos vestigios arquitectónicos medievales hoy adornados con santos propios de la orden religiosa de San Agustín. El transepto y la nave central de la iglesia están dedicados al quinto núcleo que contiene las piezas que la iglesia adquiere para su liturgia: “Plata para el culto”: suntuosidad.
Custodias, cálices, copones, …: microarquitectura manierista (s. XVII) en unas custodias con alegorías a la Iglesia, al Corpus, reliquias, .., sin que falten las cartelas y heráldica de los comitentes.
Imágenes (la virgen de Villaviciosa) de plata y plata sobredorada para devoción del pueblo y exhibición de quienes las costean (el Cabildo, por ejemplo, en este caso).
Lámparas de aceite: de plata, detallismo, diseño de Alonso Cano. En esta parte, la arquitectura del templo, levantada sobre pilares gruesos, se nos muestra en todo su esplendor en la nave central barroca, pero de estructura medieval.
Crucero con cúpula ovoide apoyado sobre pechinas: exuberancia ornamental de yeserías, efectismo que se debe a la policromía dorada y a la luz que natural que ilumina la iglesia.
Bóveda que cubre la nave central con su tramo central y sus lunetos laterales: el Credo se reza al tiempo que se admira la obra pictórica, posiblemente de Zambrano.
Altar mayor de nervaduras góticas, aún no recuperado.
Sagrarios con detallismo arquitectónico y alegorías eucarísticas, superando el horror al vacío y motivos florales de adorno.
Copones de tipología variada, portaviáticos (pelícano). Incensarios con base, columnas, cúpula y celosías.
Frontal de altar (Málaga) que simula un paño con medallón central y representaciones de mártires malagueños, además de los escudos nobiliarios del donante (los Fernández de Córdoba).
Damián de Castro, maestro cordobés, merece un espacio personalizado en su obra: San Rafael preciosista que combina el oro y la plata; Virgen de la Candelaria con Niño; media luna de cartel; custodias de sol y de ángel,…, con atisbos de rococó.
A medida que la burguesía adquiere su sitio en la sociedad, accede también a la “plata para la casa” (s. XVIII), colocada en la nave de la epístola: jaboneras, palmatorias, chocolatero de inspiración francesa, despabiladera, saleros, mancerina,…, que tienen su continuación en la última sección: “Plata de las instituciones”: mazas, escuetos de maceros, jarras de votaciones,…, que nos muestran como los mismos burgueses que gobiernan trasladan a los concejos municipales los gustos por el lujo que manifestaban en sus ámbitos privados, aunque hoy sirvan para el goce estético de los ciudadanos como nosotros.
Fuente Álamo (Puente Genil 27 de octubre 07)
No es bueno llegar a ciegas – parece decirse el Presidente -, así, pues, ya en el autobús, nos introduce en la historia de Puente Genil para que los asociados entren en contacto con el devenir del pueblo objeto de nuestra visita: Puente Genil.
La Biblioteca Municipal es el marco donde por primera vez es presentada nuestra Revista nº 14 fuera de Córdoba. Revista que lleva en portada, precisamente, uno de los mosaicos rescatados en el yacimiento romano de Fuente Álamo
Tras el saludo del teniente alcalde de Puente Genil, el propio director de la excavación, nuestro Premio Juan Bernier de Arqueología 2.001, Luis Alberto López Palomo, nos hace una detalladísima descripción de Fuente Álamo de la que ya se han excavado 1.700 m2 y ojalá pronto sea puesta en valor para que pueda ser pisada por la ciudadanía. La metodología empleada “Harrys” y la tecnología arqueológica de vanguardia usada están permitiendo descubrir una secuencia estratigráfica de 1.000 años y mostrando mundos desconocidos anteriores al romano, inicialmente descubierto en el año 1.985.
Con ayuda de diapositivas , el Sr. López Palomo va dando a conocer al auditorio las estructuras arquitectónicas sucesivas de los habitáculos, los mosaicos más emblemáticos (Banquete de Baco, por ejemplo), los avances en el estudio de la Villa, las vicisitudes de colmatación de los estanques - ¿ninfeos? - , el estado de los estucos y la cerámica que se puede ver in situ, el único mitreo de la Bética por el momento, los elementos decorativos y los reaprovechamientos de materiales, las termas en diversas perspectivas, la industria oleícola subyacente (torculina romana y prensa de viga islámica), etc.
El verbo entusiasta y didáctico de López Palomo envuelve a los allí presentes que acaba entusiasmado y deseoso de visitar Fuente Álamo, aunque antes hayamos de proceder a la presentación de la Revista, como ya hemos indicado más arriba.
Ildefonso Robledo Casanova, director de la publicación, saluda a los Corresponsales de la Asociación que hoy nos acompañan y, a continuación, habla del contenido de la Revista en sus distintos apartados: Seminario de Arqueología, Premios Juan Bernier, artículos de las distintas secciones, etc. procediéndose, finalmente, al reparto de ejemplares entre los asistentes.
Terminado el acto, nos trasladamos al yacimiento debajo del cual hay un mundo enorme y extraño desenterrado por la ciencia arqueológica. Empezamos por la fase inicial de ocupación: la de los estanques al lado del arroyo de Fuente Álamo, que nos trae el mundo romano, y seguimos por la de los paramentos, recrecidos con materiales del propio yacimiento (ladrillos), que detienen la erosión, aunque también hay zonas de tapial, hechas a base de “barro de cabeza” mezclado con cal y revestidas con estuco impermeabilizante, cuyo estudio da suficiente corpus para la elaboración de una tesis doctoral sobre la construcción edilicia romana.
Se echan de menos las referencias iconográficas del yacimiento, quizás a causa del expolio acientífico. Sí sobreabundan los mosaicos: Las tres gracias: Aglar, Eufrone y Talía o belleza, hechizo y alegría; un ejemplar de tipo nilótico: otro, en el que vemos a Baco; otro, de tipo geométrico, etc…., algunos de gran tamaño, más de 17 metros de longitud.
En esta zona, también destacan el mitreo, que pone de manifiesto la fe del hombre o el contrato entre los dioses y los mortales, y otras salas de representación que dan idea de la riqueza del señor de la villa, tal vez un militar de alta graduación.
Fuera del edificio, son ya visibles las termas que aún conservan su hipocausto y otras dependencias que nos permiten acceder al conocimiento de la calefacción en el mundo romano.
Villa habitada desde el s. I al X, al menos, como es testificado por los vestigios de lo que comían, en qué creían, como construían, cómo era el mundo que ha llegado a nosotros por haber sido respetado este yacimiento de siempre conocido, hasta el extremo de que en 1.874 se dice que los mosaicos se podían ver en serie, cosa que no ocurre 100 años después debido al abandono, aunque no al olvido.
Amena e interesante visita gracias a las palabras entusiastas del Sr. López Palomo que es un pozo de ciencia y, además, tiene un vaso con qué sacarla para que nosotros bebamos de ella.
Por eso, no es de extrañar que los curiosos asociados quieran estar al día del acontecer del yacimiento.
Y a este fin se concierta una nueva conferencia del arqueólogo director, Sr. López Palomo, que tiene lugar el día 5 de diciembre de 2.007, dándonos a conocer los nuevos hallazgos habidos en la excavación[11].
Visitar el Museo Local, fruto de la pasión de los ponteños para difundir, promover y defender el patrimonio y la etnografía de su pueblo, incluso la más reciente,…, fue otra actividad no menos interesante de las tenidas este día de Puente Genil..
Así, pues, la comida abundante y generosa no anula el ánimo ni obnubila la mente de los bien motivados viajeros, sino que, por el contrario, les da fuerzas para adentrarse en el mundo ponteño representado en las distintas secciones de su Museo Local.
Iniciamos nuestro recorrido por la Sala de Arqueología que empieza con la piedra talladas (sílex) del Paleolítico Medio (80.000 – 35.000 a. C) de los nómadas al aire libre (hojas, lascas, nódulos, bifaces, buriles,..); sigue con el Calcolítico o control del territorio que muestra ya la cerámica hecha a mano (molino, hoz, cereales,…) y continúa con la metalurgia (hachas y puñales de bronce, puntas de flecha, bronce antiguo y medio,..), sin olvidar la cerámica campaniforme, la industria de los vestidos (lanzadera, pesas de telar, husos,..) y restos del bronce final (colgantes, terracota, fusayolas,…), completado todo con la vitrina de los fósiles de las eras primaria a terciaria (calamites, erizos, amonites, belemnites,…).
También es objeto de atención la escultura ibérica (león, caballo, cabeza de toro, dama de los Castillares…) que flanqueaba las torres funerarias o coronaban los pilares de las construcciones.
Sala II. El mundo clásico y la Edad Media tienen su acogida en este recinto donde se pueden ver: aras funerarias, frisos romanos con rostro femenino, placas ornamentales con epigrafía romana o visigoda, bustos romanos (Antonio Pío), monedas y cuchillos de bronce, terracotas, testigos de la vida de los pequeños y sus madres (anillos, botones, pasadores, hebillas, pulseras,…), sin dejar de lado ni el rito funerario de la inhumación hispano visigoda ni la industria, ni el comercio, ni el transporte,…, o sea las actividades de los vivos (ánforas, utensilios de cocina, cerámica sigilada,…).
Mención especial merece la vitrina dedicada al castillo de Anzur (mortero de cocina, cerámica, monedas, candiles, pulseras,.. (s. VIII – XV d. C.) y objeto de atención es, asimismo, la sala etnográfica del membrillo que tanto renombre ha dado a Puente Genil a través de la historia.
Real Convento de San Pablo
La propuesta de la Asociación para el sábado, 15-XII-07, es muy atractiva: pasear por un retazo de la historia de Córdoba a través del Real Convento de San Pablo.
Y así fue en efecto. De la mano de de María Ángeles Jordano recordamos cómo Fernando III conquista nuestra ciudad el 29 de junio de 1.236, festividad de San Pedro y San Pablo y cómo empezó aprovechando los numerosos edificios existentes para residencia de sus gentes o para iglesias para los creyentes.
Y supimos cómo el Rey Santo, en el último tercio del S. XIII, empieza a levantar las iglesias de la Reconquista en las distintas collaciones de la ciudad, como la oriental (La Ajerquía) donde se encuentra la iglesia de S. Pablo, perteneciente al Real Convento levantado cerca de la antigua Puerta de la Pescadería.
Convento que, además, es núcleo de repoblación para que sus frailes dominicos conquisten también las almas de los súbditos, ahora con la palabra.
Frailes que se autoabastecen con su beaterío (Beatas Bañuelas), su huerto, sus mesones (el de la Ceniza, por ejemplo), sus casas de alquiler, su agua, sus limosnas, sus prebendas,…
Frailes que predican en una hermosa iglesia, modelo cordobés, en la que son fácilmente observables los materiales de acarreo utilizados en su construcción.
Templo cuya portada exterior no corresponde a la iglesia medieval. Es una portada manierista, con arco de medio punto, columnas jónicas, hornacinas ciegas, frontón quebrado, que lleva las muy deterioradas figuras de la Fe y la Caridad y encima a Santo Domingo con sus dos perros y, rematando la fachada, el rosetón.
Lo único original que se puede apreciar son los dos contrafuertes laterales y los anillos del rosetón.
Al lado, el carrillón recientemente restaurado.
La iglesia tiene unos 30 metros de longitud. Es de planta basilical rectangular, con tres naves separadas por pilares de diferente estructura constructiva. Véanse los dos primeros que son rectangulares con sólo tres columnas adosadas.
La cabecera tiene tres ábsides: uno central, poligonal, y dos laterales en hemiciclo por influencia norteña.
El ábside de la izquierda está dedicado a Capilla de la Virgen de las Angustias, depositada en esta iglesia en tanto se restaura la del Convento de San Agustín, dueño de esta imagen de talla completa para ser vestida, con la escultura de Cristo en su regazo. Última obra de Juan de Mesa por encargo de fray Pedro de Góngora.
Si miramos a los techos vemos cómo la cabecera tiene techumbre cristiana (bóvedas de crucería) mientras la de las naves son de tradición mudéjar: artesonado de par y nudillo y lacería apeinazada, policromado todo el fondo del tablazón con flores (S. XVI) y, de vez en cuando, piñas de mocárabe.
La iglesia se ilumina con ventanas de tradición románica y con la luz que deja entrar el rosetón (aunque éste no es el originalmente construido) de los pies.
Las demás capillas laterales están situadas en el lado izquierdo del templo. En primer lugar, nos encontramos con la Capilla de los Méndez de Sotomayor, dedicada al Cristo de Ánimas (finales del XIV). Tiene estructura de cuba, pasando del cuadrado al octógono por medio de las trompas de las esquinas.
Por medio de un arco de medio punto pasamos, a continuación, a la Capilla de San José, costeada por doña Inés Martínez de Pontevedra, 1.405, para panteón familiar, tal vez, por si el enterramiento en lugar sagrado aumenta las posibilidades de acercarse a Dios, pensamos nosotros.
También tiene estructura mudéjar y en el exterior muestra unas pinturas del mismo estilo, aunque no visibles para los transeúntes. Doña Leonor López de Córdoba erige la siguiente capilla dedicada a la Virgen del Rosario, comenzada por doña Leonor en 1.409 y terminada por el cantero don Pedro López de Hinestrosa en 1.482, siendo fácilmente identificables dos de sus fases constructivas: la primera, hasta los rosetones con trifolios, aunque es visible una estrella en uno de ellos, lo cual indica la simbiosis de lo musulmán con lo cristiano. La segunda fase afecta a la bóveda de crucería estrellada, propia del gótico tardío, sobre trompas.
Su planta cuadrada se va ochavando gracias a unas bovedillas que solucionan el problema. En su suelo podemos ver las tumbas de la familia: el padre en el centro; a ambos lados, doña Leonor y su marido; detrás, los hijos del matrimonio; y alrededor, los sirvientes. Tres de los lados del octógono están recubiertos con mármol rojo, negro y blanco de la zona de Cabra (Córdoba). Obra barroca, s. XVIII, con columnas acanaladas, capiteles corintios, …que modifican la estructura medieval.
Todo trabajado con formas embutidas, haciendo juego con dos puertas laterales bien labradas, por las que se accede al Camarín de Nuestra Señora del Rosario, que nos permite acercarnos tanto a la Virgen que hasta podemos tocarla.
Esta Capilla tiene hasta su coro para que los dueños puedan asistir a misa sin mezclarse con la gente común del pueblo.
El Camarín, hoy sede de la Adoración Nocturna, es también de mármol rosáceo. Su planta es circular. A su alrededor, dobles columnas exentas ricamente labradas con rocallas, capiteles corintios, hornacinas con estípites y volutas. La bóveda semiesférica de la cúpula está pintada y lleva ángeles en yeso soportando motivos alusivos a Cristo.
Su portada es de madera labrada con iconografía mariana.
Por la galería neomudéjar próxima al ábside de la derecha se pasa a lo que, según opinión de algunos autores, puede ser una parte de un palacio almohade del s. XII.
Se utilizó como capilla funeraria de los condes de Orozco, que querían ser enterrados en un lugar donde, según la tradición, habían sido maltratados y martirizados muchos cristianos en tiempos de los romanos, dada su proximidad al lugar donde estuvo el circo, así como en la época de los musulmanes.
La leyenda quiere que aquí estuvieran encarcelados San Acisclo y Santa Victoria.
Espacio que luego fue Sala Capitular y, más tarde, sacristía, hoy en desuso.
En su arquitectura destacan, en una primera parte, los grandes modillones que decoran el arco y la bóveda de arcos entrecruzados y los capiteles almohades, de pencas, con cimacios lisos; en una segunda parte, la estructura de cuba, con trompas para pasar del cuadrado al octógono para terminar en cúpula de inspiración musulmana con arcos entrecruzados que se abren al lucernario superior
La fundación del convento lo extiende por la superficie que hoy corresponde a las calles Capitulares, San Pablo, Pedro López y Fernán Pérez de Oliva.
Sin embargo, la desamortización de Mendizábal provocó la reducción de sus posesiones así como el deterioro de la obra, que, más tarde fue restaurada por iniciativa del P. Antonio María Pueyo del Val tras hacerse cargo los claretianos de este convento, 1.897.
Además, los terrenos del antiguo huerto fueron subastados quedando reducidos a un pequeño jardín de crucero, típicamente musulmán, resto, tal vez, de alguna construcción, posiblemente, almohade. Por él se pasa a la Plaza de Orive y en él aún son visibles unos restos arquitectónicos de una antigua sacristía inacabada.
Es la una media de la tarde. El tiempo ha pasado volando, como no podía ser de otro modo, paseando por este retazo de la CÓRDOBA ETERNA a la que hoy conocemos un poco mejor.
Premios “Juan Bernier 07”
El hábito no hace al monje, pero ayuda a reconocerlo. Algo así podríamos decir del Salón de Actos de la Delegación Provincial de Cultura, marco donde, un año más, ha lugar la entrega de los “Premios Juan Bernier” que otorga la Asociación “Arte, Arqueología e Historia”.
En estos tiempos en que todo va muy rápido. Cuando todo es consumible a impulsos, la cordobesa Asociación “Arte, Arqueología e Historia” entiende que es preciso detenerse, recurriendo al evento anual del premio “Juan Bernier”, para hacer público el reconocimiento que merecen quienes “ora et labora” van tejiendo los mimbres del progreso gracias a sus aportaciones en el mundo del Arte, la Arqueología y la Historia, en nuestro caso.
Los premios anuales “Juan Bernier”, hoy consolidados, son un ejemplo de cómo, si nos dan ocasión, la gente normal reconoce a quienes destacan en la sociedad y, en consecuencia, les otorga su aplauso y su agradecimiento por la labor que, a veces calladamente, llevan a cabo.
Así, pues, el pasado 25 de diciembre de 2.007, a las 12,30 de la mañana, la Sra. Delegada Provincial de Cultura, doña Mercedes Mudarra, abrió la sesión de este año saludando a todos los asistentes, con especial atención a la Sra. Alcaldesa, doña Rosa Aguilar, que nos acompaña en este acto de la Cultura de Córdoba.
A continuación, el Presidente de la Asociación, don Francisco Olmedo, toma la palabra para hacer público que esta Asociación, como el titular de los premios, Juan Bernier, busca “Aquí en la tierra” la exaltación de la obra humana de quienes trabajan con perspectiva social y a favor del Arte, la Arqueología y la Historia.
A este respecto, son leídas las actas en las que se acuerda considerar que no es “Una voz cualquiera” la del “maestro de la luz, Juan Vacas Montoro en Arte porque, con su trabajo, nos ha hecho ver que “(la fotografía) no reproduce lo visible, sino que hace que algo sea visible” (Klee), con lo que superó la idea de la fotografía como documento para mostrárnosla como arte.
No es “Una voz cualquiera” en el mundo de la Arqueología, la de Rafael Carmona Ávila, dado que sus proyectos llenos de ideas innovadoras son hoy una realidad que se puede ver en el Museo Local de Priego, entre otros ejemplos.
No es “Una voz cualquiera” Juan Pedro Monferrer Sala (Historia), ya que su obra interdisciplinar e investigadora ha hecho posible la profundización y divulgación del conocimiento que quiere común a todos.
Se guarda un minuto de silencio por don Juan Vacas, fallecido el pasado 8 de agosto 07, para continuar el acto exponiendo públicamente los méritos que concurren en nuestros homenajeados.
A renglón seguido, cada uno de ellos recibe el correspondiente diploma entregado por la Ilma. Sra. Delegada Provincial de Cultura y la Sra. Alcaldesa a doña Concepción Vacas y a don Rafael Carmona Ávila; en tanto que don José Naranjo Ramírez, Vicerrector de la Universidad de Córdoba, hace lo propio con don Juan Pedro Monferrer.
Son palabras sencillas, pero sentidas las que pronuncia doña Concepción Vacas¸ que recoge el premio en nombre de su padre, para agradecer el reconocimiento que hace la Asociación a quien “paseó Córdoba” por todo el mundo y no escatimó esfuerzo alguno en poner al alcance de todos la fotografía como arte.
Rafael Carmona pone de manifiesto que se siente profundamente agradecido a quienes, desde sus profesores hasta los compañeros actuales en tareas arqueológicas, han hecho posible que su trayectoria profesional vaya teniendo perspectiva de futuro.
El profesor Monferrer nos hace llegar su aceptación del premio al entender que es el pueblo de Córdoba quien se lo ofrece, esperando devolver con creces la generosidad que hoy le mostramos. Don José Naranjo nos trae el saludo del Sr. Rector, que quiere que la Universidad de Córdoba esté presente en todos los actos públicos en los que sea la Cultura quien convoca, como en este caso, felicitando también a nuestros homenajeados.
La Sra. Alcaldesa se congratula de compartir con nosotros la entrega de unos premios que reconocen la valía personal y profesional de quienes dedican su esfuerzo a “regalarnos vida”, que no otra cosa es la cultura.
La Delegada Provincial califica de entrañable este acto que es el broche de oro del trabajo callado de un año asociativo que apuesta por la Cultura, reto de futuro en libertad.
Libertad que demanda el Sr. Presidente al convocar los “Premios Juan Bernier 08” con que finaliza la Edición 07.
La charla agradable y una comida frugal pero sabrosa son el colofón de uno de los días de fiesta más señalados en el devenir anual de nuestra Asociación. [1] Márquez Triguero, E.: El Genio de Pedrique [2] Saavedra Fajardo. “La educación del príncipe”, 1.640. [3] Celestina. “ Una oración, señora, que le dijeron que sabías de Santa Apolonia para el dolor de muelas. (...)” [4] Documento otorgado por el Rey a los repobladores del lugar concediéndoles tierras, eximiéndoles de ciertas cargas y estableciendo el régimen de propiedad de las tierras y las normas jurídicas por las que había de regirse la comunidad. [5] Hay un arco singularizado que es un resto de la iglesia de San Bartolomé. [6] Maquiavelo: El Príncipe [7] Cita de Joseph Pérez “La España de los Reyes Católicos” Pág. 70 [8] Gran Intendente, en el lenguaje de los pueblos de que nos ha hablado nuestro Relator Ildefonso Robledo. [9] “Apresúrate despacio”. [10] Lope de Vega. [11] Este acto tuvo lugar el día señalado en el Salón de actos del Centro Cultural San Hipólito a las 19,30 horas con asistencia de 46 asociados que siguieron atentamente la amenísima y bien documentada disertación del conferenciante.
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