ARTE, ARQUEOLOGÍA e HISTORIA

Las campañas de Alejandro Magno

Domingo 14 de marzo de 2010 por Francisco Olmedo Muñoz

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Alejandro Magno es uno de los grandes genios políticos y militares de todos los tiempos. Genial estratega y arrojado conquistador, supo llevar la civilización griega hasta los confines del mundo conocido.
Con Alejandro hace su entrada en el mundo heleno una región hasta entonces apartada, Macedonia, una gran área montañosa que desciende desde los Balcanes meridionales y hacia las costas del Egeo. Su alejamiento físico y cultural había hecho a Macedonia permanecer apartada de las glorias del mundo heleno. Aunque eran griegos, los macedonios, distintos en muchas cosas, estaban considerados como bárbaros o extranjeros.
En el resto de Grecia habían ido germinando a lo largo de los siglos logros culturales de gran trascendencia. La democracia tuvo en Atenas su punto de partida. La filosofía y el pensamiento contaron con figuras como Platón, Aristóteles o Pitágoras. El arte heleno, excelso, fue puesto de manifiesto en multitud de templos y obras, como el maravilloso Partenón ateniense.
Sin embargo, Grecia no era un país, sino un conjunto de ciudades-estado independientes, a menudo enfrascadas en continuas guerras entre sí. Además, la sombra del poderoso imperio persa era una amenaza constante, en especial desde el siglo V a.C. En este contexto surgirá la figura de un gran conquistador, el rey macedonio Filipo II. Éste intervino en las luchas entre las polis griegas, consiguiendo triplicar el territorio de Macedonia en apenas 20 años. Su gran victoria se produce en Queronea, en el año 338 a.C., en la que tiene un papel destacado su hijo, Alejandro. Filipo murió cuando planeaba unir a todas las ciudades griegas para luchar contra los persas. Entonces Alejandro, como jefe de las ciudades griegas y rey de Macedonia, fue el encargado de llevar a su ejército contra Persia.
Pero, ¿cómo era Alejandro? Alejandro tenía tan solo 20 años cuando se puso al frente de sus tropas. No sabemos con exactitud cómo era, aunque las fuentes afirman que era un jefe excelente para sus soldados. Precisamente la composición de su ejército, unida a su indiscutible talento como estratega y a la hábil elección de sus generales fue la clave de sus victorias. Su ejército era un conjunto equilibrado de efectivos con armas diferentes, algunas muy novedosas: la infantería pesada; la falange macedonia de armamento pesado, con la característica lanza larga o sárissa; la infantería ligera; los arqueros cretenses y, por encima de todos, la caballería pesada, principal cuerpo de choque, apoyada por la caballería ligera. Con estas armas, Alejandro conquistará el mundo.
Cuando Alejandro consigue imponer la paz en Grecia emprende la conquista de Asia. Con un ejército de unos 40.000 hombres, Alejandro atravesó el Helesponto en la primavera del año 334 a.C. El primer objetivo es liberar a las ciudades griegas de Asia Menor, pero antes deberá enfrentarse a las tropas persas junto al río Gránico.
Frente a frente, a ambos lados del Gránico se dispusieron ambos ejércitos. El ejército persa, unos 20.000 hombres, ocupaba un frente de unos 1.500 metros a lo largo de la ribera del río, colocando su caballería en primera línea. La falange griega mercenaria fue situada más atrás, en reserva. Alejandro, por su parte, puso en su ala izquierda a la caballería, dirigida por Parmenio; a sus falanges en el centro y a la infantería, la caballería pesada y arqueros e infantes ligeros en la derecha. En total sumaban unos 18.000 hombres.
El ataque comenzó por el flanco derecho macedonio. Unos 3.000 hombres se lanzaron al río y atacaron el centro-izquierda persa, desordenando las líneas enemigas a costa de numerosas bajas. En ese momento Alejandro lanzó su golpe de martillo: junto con el grueso de la caballería pesada, los Compañeros, avanzó en oblicuo hacia su derecha, rechazando a la caballería persa, hasta que toda el ala derecha macedonia se asentó solidamente al otro lado del río. Fue entonces cuando la falange macedonia comenzó a avanzar sobre el centro persa, como un inmenso erizo lleno de puntas. La presión por ambos lados fue suficiente para que la caballería persa se retirara en desorden. Sólo quedaban los mercenarios griegos, quienes se vieron rodeados por los macedonios, con la falange al frente y la caballería a sus espaldas. En muy poco tiempo fueron masacrados. Alejandro había logrado su primera victoria.
La victoria en el Gránico permitió a Alejandro continuar su avance, conquistando ciudades como Mileto o Halicarnaso. Desde Gordion, donde cortará el famoso nudo, sus tropas se pondrán en marcha hacia la costa fenicia, como paso previo hacia el corazón del Imperio persa. A través de Capadocia dirigió su ejército hacia Siria, alcanzando la región en de Cilicia la ciudad de Tarso, donde se vio retenido por una enfermedad.
En el otoño del año 333 a.C. Alejandro se encaminó hacia el norte de Siria, donde un formidable ejército persa al mando de su rey Darío le está esperando. El crucial choque se producirá en Issos.
Darío asentó a su ejército de 100.000 hombres en la orilla norte del río Píramo. El centro persa estaba formado por la falange de mercenarios griegos, con la infantería pesada, los cardaces, en sus alas. A ambos lados se situaba la caballería pesada, con una reserva de infantería por detrás. Alejandro, con unos 40.000 efectivos, dispuso una primera línea de infantería ligera, con la caballería a ambos lados. Por detrás, una segunda línea de infantes precedía a los escuadrones de falanges y a la caballería.
Esta vez serían los persas quienes tomaran la iniciativa. Estos realizaron un rápido trasvase de la caballería del flanco izquierdo al derecho, para atacar el ala izquierda macedonia. Pero Alejandro se dio cuenta de la estratagema y realizó una contramaniobra, reforzando con la caballería tesaliana su flanco izquierdo. La lucha se torna encarnizada. Alejandro en persona ataca el ala izquierda persa y consigue ponerse frente a frente con Darío. El ala izquierda de la falange cruza el río, mientras que la infantería ligera se despliega para proteger su retaguardia y su flanco. Al poco, la caballería macedonia derrota a la enemiga, mientras que las líneas persas se quiebran sin remisión. El empuje macedonio en los tres frentes obliga a Darío a huir, lo que provoca la desbandada de las tropas persas. La caballería macedonia ataca a los fugitivos, mientras la falange se recompone. Alejandro ha logrado su mayor victoria.
Tras la importante victoria de Issos, Alejandro tendrá todo a favor para continuar su avance. Alejandro se encuentra en la cima de su poder. Palestina y Egipto se perfilan como los próximos objetivos, pues ya no encontrará apenas oposición.
En su ya larga expedición, Alejandro hará caer a Tiro, Samaria y Gaza bajo sus pies. Pronto se dirige hacia Egipto. Tras fundar Alejandría marcha al oasis de Siwa, donde es proclamado por los sacerdotes como "hijo de Amón". Alejandro no se demoró mucho en Egipto, sino que retrocedió sobre sus pasos para llegar a las costas fenicias, desde donde partió hacia Mesopotamia en el verano del año 331 a.C. Habiendo dejado atrás el Éufrates y después de atravesar el río Tigris, se encontró en Gaugamela con el ejército de Darío, en la que sería la batalla definitiva.
Esta vez Darío no quiere sorpresas, así que llega al escenario de la batalla con antelación. Como siempre, dispone a su caballería en los flancos, con la infantería pesada en el centro y la retaguardia. Además cuenta con más de 50 carros de guerra con hoces en las ruedas y unos 15 elefantes. Darío sigue la costumbre persa y vuelve a colocarse en el centro de su ejército. Los macedonios forman de manera habitual. Como es norma, Alejandro se coloca en el ala derecha, comandando la caballería y cerca de la infantería ligera, dejando el grueso de la infantería pesada en la izquierda.
Alejandro se lanza al ataque en diagonal y el ala izquierda persa se defiende como puede. Simultáneamente los carros persas se lanzan velozmente sobre los macedonios. Muchos de los conductores perecen por las flechas de los arqueros; el resto pasa de largo al abrirse la infantería macedonia. Esta estrategia se complementa con una segunda línea de infantería pesada que recibe a los carros, a la vez que la primera línea da media vuelta y los ataca por la retaguardia rodeándolos. Abriendo brecha entre las líneas persas, la caballería de Alejandro consigue introducirse en cuña en busca de Darío. Como en Issos, el rey persa se encuentra atascado y sin posibilidad de maniobrar. También como en Issos, no le queda más remedio que huir, produciendo la desbandada de los suyos.
La victoria macedonia en Gaugamela es definitiva. Alejandro se encuentra en la cumbre de su poder. Ahora tiene el camino expedito para avanzar hacia el corazón mismo de su enemigo, el debilitado imperio persa.
Tras Gaugamela, Babilonia fue fácilmente sometida. En Persia sucumbieron una tras otra las ciudades de Susa, Persépolis, donde Alejandro incendió el Palacio Real, y Pasargada. En la primavera del año 330 a.C., Alejandro reemprendió la marcha en pos de Darío hacia Media. Al llegar a Ecbatana, Darío se había escabullido de nuevo, refugiándose en Bactriana. Los territorios más septentrionales del Imperio Persa eran ocupados en el año 328 y desde allí Alejandro descendió hasta la India, alcanzando el Indo.
Pero, tras ocho años alejadas de Grecia, las tropas presentan sus primeras muestras de cansancio, por lo que se impone el regreso desde Patala. Alejandro dirigía el cuerpo de ejército por tierra mientras Nearco costeaba con una flota hasta llegar al golfo Pérsico. El rey macedonio llegó otra vez a Persépolis y a Babilonia, donde falleció el 30 de junio de 323 a.C. antes de cumplir los 33 años.
Alejandro había creado un imperio universal que, sin embargo, no le sobreviviría. Sus generales, llamados Diadocos, se repartirán su imperio y crearán dinastías que subsistirán hasta la época romana. La precoz muerte de Alejandro, no obstante, no impidió que por vez primera se introdujera en la historia occidental la idea de una monarquía universal, de naturaleza casi divina. La expedición de Alejandro extendió el maravilloso legado helénico, hizo de la riquísima cultura griega un patrimonio de todos los pueblos con los que se encontró.


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