ARTE, ARQUEOLOGÍA e HISTORIA

Las construcciones de estilo francés en Peñarroya-Pueblonuevo

Por Jerónimo López Mohedano

Jueves 21 de julio de 2011 por Jerónimo López Mohedano

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Las construcciones de estilo francés en Peñarroya-Pueblonuevo.

Por Jerónimo López Mohedano

Cronista Oficial de Peñarroya-Pueblonuevo

 

Los primeros franceses de los que se tienen noticia en el Valle del Guadiato, fueron los integrantes de los ejércitos napoleónicos llegados después de la segunda toma de Córdoba en 1810, tras la que dividieron el norte de la provincia de dos Partidos Militares de 4ª clase, los de Belalcázar y Espiel, este último con jurisdicción sobre las villas de Belmez y sus aldeas una de las cuales era la de Peñarroya; Fuente Obejuna y las suyas; Villanueva del Rey y Valsequillo. Establecieron guarniciones en Espiel, Belmez –donde también acondicionaron el castillo- y Fuente Obejuna. Derrotados por las fuerzas anglo españolas procedentes de Portugal, los franceses no volverían a estas tierras hasta mediados del siglo XIX, con ocasión del periodo llamado de la fiebre del denuncio de minas y pertenencias mineras que se vivió entonces. Esta vez con los técnicos y el capital (franco-belga) necesarios para explotar los yacimientos de carbón, de hierro, hierro y de otros metales -tras el intento previo poco exitoso llevado a cabo por ingenieros británicos y por un tímido capital autóctono- y construir los ferrocarriles que permitieran su exportación hacia la capital de España -que era el único gran centro consumidor en el interior de la Meseta- mediante la línea de la Compañía Madrid-Zaragoza-Alicante (MZA) o hacia el importante puerto de Málaga, una vez abierto el Canal de Suez, con la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces.i

La necesidad de instalarse en las cercanías de las explotaciones al no existir carreteras y caminos adecuados en la zona, así como la débil infraestructura urbana de las poblaciones cercanas, hizo que las empresas explotadoras se planteasen la necesidad de construir viviendas dignas para sus ingenieros, técnicos y altos empleados que, en el caso del entonces Pueblonuevo del Terrible, aldea belmezana, se tradujeron en el proyecto que la Société Houlliére et Métallurgique de Belmez llevó a cabo a partir de 1882 –cuando apenas daba sus primeros pasos la recién creada Société Minière y Métallurgique de Peñarroya en París, la SMMP- sobre la dehesa de Navapandero. Se trataba de construir, en el contexto tan boga en la época, edificaciones del tipo «Ciudad-Jardín» -por lo que este barrio sería conocido popularmente como Los Jardines o también como Los Chalés entre los peñarriblenses- con tres tipos de viviendas siguiendo un esquema que se repetiría frecuentemente: edificaciones exentas, aisladas o pareadas, y con su eje longitudinal cruzándose en vertical, que se destinarían a ser ocupadas por empleados según su importancia en el organigrama empresarial. Estaban ajardinadas en su parte delantera, junto a las habitaciones consideradas como más nobles de la vivienda: el salón y el comedor, que eran en las que se hacía la vida social, quedando en la parte de atrás dormitorios y cocina, tras cuyos muros existiría un patio y, en ocasiones, un enorme traspatio que se convertiría en huerta y corral para la crianza de animales domésticos.

El agua para el consumo y el riego, utilizable por la Colonia y poco más, no faltó desde la prolongación del ferrocarril métrico de Peñarroya-Fuente del Arco hasta Conquista -pues la conducción corría paralela a la vía para suministrar las necesarias aguadas de las locomotoras de vapor- desde los primeros años del pasado siglo XX. Luego se empleó también el agua industrial, o no potable, proveniente de los pantanos de San Pedro y del Guadiato construidos por la empresa durante la Gran Guerra, ampliándose el suministro a buena parte de la población terriblense. Durante mucho tiempo, la tierra de estas huertas y jardines fue traída desde La Garganta, una finca que tenía la Sociedad de Peñarroya en sus explotaciones de El Horcajo (Ciudad Real) y cuya fertilidad era proverbial, en bateas del ferrocarril, pues la línea circundaba el muro exterior de los jardines de la calle Reina Victoria y la ampliación del Barrio Francés.

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Jardín para Ingenieros Principales
(c. Reina Victoria)

En estos edificios, el cerramiento de la verja era de madera con listones dentados y en hueco que, posteriormente, serían acoplados para proteger casi completamente la intimidad del interior del jardín. El borde externo de sus puertas y ventanas estaba recercado con ladrillos habitualmente pintados de rojo. El vano de las ventanas se cubriría parcialmente con postigos exteriores ranurados, opacos o mixtos, que tendrían la misma función que las esteras de esparto o las persianas de lamas de madera que eran habituales en la zona. Los jardines de mayor tamaño -que estaban destinados a los Ingenieros Principales de Servicios- tenían sus grandes tejados muy inclinados, lógicos en otras latitudes como es el caso de Anglet en los Bajos Pirineos franceses que son uno de los modelos constructivos en las que se inspiraron estas construcciones peñarriblenses, pero no en latitudes tan al sur. Y, en general, los tejados estaban cubiertos por tejas planas, que cerraban una amplia zona abuhardillada o un desván, y perforados por esbeltas y numerosas chimeneas (según el tipo constructivo) de ladrillo que permitían la salida de los humos producidos en la cocina y en los hogares que caldeaban las habitaciones, ya que los franceses se mostraron siempre más preocupados por acondicionar sus viviendas para evitar el frío que para eludir el calor.

Para sanear los terrenos sobre los que se levantaron estas viviendas se plantaron gran cantidad de eucaliptos y de casuarinas -una especie de pino procedente de nuestros antípodas-, como se haría junto a estaciones férreas, carreteras, minas, e instalaciones industriales atendiendo a la filosofía higienista nacida en el siglo XIX.

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Jardín del Barrio Francés
(calle Le Rumeur)

El primer grupo de casas-jardín se hizo en la actual calle Reina Victoria, siendo según su destino, distintas: las primeras de la acera de los pares, las de mayor tamaño, conservadas todas excepto una que es de construcción actual, para los Ingenieros Principales –la primera, por ejemplo, fue la del Director de la línea del ferrocarril métrico-, junto a otras de 3ª clase –consignadas a Ingenieros de Servicios-, siendo la última de la clase inicial. En la de los impares, de 2ª clase y con un tamaño menor, estaban las destinadas para los Ingenieros Jefes de Servicio, aunque existe un edificio que no guarda similitud con los demás que, está simétrica y longitudinalmente dividido en dos viviendas y se desconoce si tuvo alguna función especial, pues muy cerca estuvo localizado un jardín dedicado a albergar al personal soltero de la Empresa y también a la “aclimatación” de los matrimonios destinados a aquel lejano Pueblonuevo del Terrible, mientras era acondicionada su vivienda por la empresa. Era conocida como “La Frasquita”. El resto de la acera está ocupada por edificaciones realizadas en el último decenio que han tratado de asemejarse a las precedentes salvo el Centro para la Atención de Disminuidos Físicos, que se está terminando sobre la ajardinada zona delantera de la antigua clínica Santa Bárbara, un inmueble de una sola planta y muros de ladrillo rojo con tejado horizontal que, tampoco tenía nada tenía que ver con su entorno y que ENCASURii - la última empresa minera que ha explotado hasta este año 2010 los carbones de la Cuenca del Guadiato con ayuda de fondos europeos- construyó mediados los años ochenta eliminando dos edificaciones -una de ellas conocida como Los Hoteles- y el denso arbolado que lo rodeaba sin que se produjese el malestar y las protestas vecinales que en la actualidad, pero en ambos casos gracias al pragmatismo oportunista de las autoridades locales.

Perpendicularmente a la calle Reina Victoria, en la José Le Rumeur –que fue uno de los últimos grandes directores de la Empresa Francesa en España- a la que actualmente van a dar tres recientes calles con un total de 25 construcciones unifamiliares de dos plantas y heterogéneo estilo constructivo, instaladas sobre el solar que ocupaban dos jardines exentos del segundo tipo y el terreno que los circundaba. Aquellas edificaciones tenían planta rectangular, una sola altura con desván cubierto con teja plana y con pendiente similar al de las construcciones locales y tres ventanas a cada lado de la puerta de acceso en la fachada principal. Junto a las nuevas edificaciones, que han mantenido con desigual fortuna el aire del barrio, sólo quedan algunas de las primeras casas-jardín modificadas que siguen el esquema vertical-horizontal, en la acera de los impares, a cuyo extremo, perpendicularmente, se levantó también una hilera de jardines dedicado a oficinas marcado por la existencia de una alta torre prismática y almenada, fechada en 1890, y coronada por una veleta sobre el reloj que durante 80 años marcaría la vida de los vecinos de las villas de Peñarroya y de Pueblonuevo del Terrible y, desde 1927, de la ciudad resultante de la Fusión de ambas, pues sería instalado sobre el nuevo edificio de la Dirección y Oficinas que erigiera la Sociedad Francesa hacia 1917 sobre este grupo de inmuebles, en una flamante torre octogonal de caras abiertas con huecos de medio punto en lo alto y balaustrada de fábrica en la parte inferior, excepto el que ciega la esfera del reloj y que sólo tiene balaustrada, conjunto rematado por un chapitel y la primitiva veleta.

 

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Antiguo Edificio de la Dirección de la SMMP
Hoy geriátrico.

Se trata de un edificio exento de planta rectangular cerrado alrededor de un patio central, de apostura neoclásica y cuidadas proporciones que le otorgan una armónica belleza reafirmada por su cuidada simetría y por la alineación de los huecos de las ventanas de sus fachadas, con recercados lisos y dinteles curvos con dovela única en las hileras superiores y rectos en las inferiores que en la actualidad -salvo en el módulo en el que estuviera la Caja, las oficinas de la compañía filial de los Ferrocarriles de Peñarroya y Puertollano y la del Consulado Francés, cuyas ventanas ya enrejó la SMMP- están protegidas por rejas forjadas de hierro, la mayoría de los cuales lucen aún el logotipo de ENCASUR. Los muros de las fachadas están construidos con ladrillo y piedras -estas obtenidas de las canteras que existían a uno de los lados de la actual calle República Argentina, entre otras de la localidad-. Existen en dos de las caras, separados unos metros unas pequeñas verjas silueteándolas, fabricadas en hormigón que fueron coronados con rejas parcialmente al dejar ENCASUR esta sede. Sobre su notable fachada principal, a modo de E, destacan tres salientes prismáticos abuhardillados, los de los extremos, simétricos, con sendos balcones sobre modillones. En los huecos entre estos salientes, bajo otros dos grandes balcones y entre dos columnas que parecen sostenerlos, sendas puertas principales enrejadas parcialmente dan acceso a ambas alas del edificio. Frente a esta fachada, su actual propietario ha mantenido -curiosamente sobre terreno de propiedad municipal- un jardín de césped de estilo inglés cercado por un seto abierto, salpicado por pequeñas farolas globulares creado para el Milton, ceñido por un anillo de asfalto y cerrado por unas verjas que resaltan la belleza del más noble de todos cuantos edificios existen en Peñarroya-Pueblonuevo.

La cubierta del tejado de esta singular obra es de teja plana y está abuhardillada en sus cuatro caras exteriores con un total de 33 buhardillas, ya que en la principal se rompe la simetría al tener una más. Esta planta podía destinarse a diversos usos de tipo secundario como archivo de planos, proyectos, material ligero, etc. Es de destacar el ingenioso sistema de humidificación interior que estas instalaciones disfrutaban y que aprovechaba la existencia de un espacio de aislamiento subterráneo no accesible.

A su lado ya existía el primer hospital minero que construyera la SMMP, conocido popularmente como el “Hospitalillo”, edificio que antes de desaparecer sería “Venta de carbón” y luego casa-cuartel de la guardia civil. La primera modificación importante se llevó a cabo cuando ENCASUR dedicó parte del ala junto a la carretera para que albergase el economato empresarial en 1967, realizándose una reforma interior y abriéndose al exterior una puerta que aprovechaba el hueco de una de las ventanas.

Tras la anunciada e inevitable desaparición de la minería del carbón en la Cuenca, ENCASUR se deshizo del edificio en 1992 y fue remodelado completamente en su interior primero por Joaquín Horrillo, un emprendedor empresario peñarriblense, como sede del Colegio Bilingüe Milton Livessey College, que redujo la superficie del patio interior e instaló un ascensor para complementar el primitivo doble acceso interior entre plantas existente que ofrecían las dos amplias, y simétricas, escaleras de mármol, y lo adaptó además de a las necesidades docentes, a las de internado estudiantil. También hizo colocar el dorado trébol de cuatro hojas irlandés sobre fondo negro, logotipo de la nueva institución, en el lugar que ocupaban los de ENCASUR en el enrejado de las ventanas. Sobre el solar del “Hospitalillo” edificó un funcional gimnasio. A comienzos de este siglo, el edificio volvió a ser muy transformado en su interior para adaptarlo al desempeño de las funciones de geriátrico concertado por la empresa SAGESUR.

Frente a la fachada que da al trazado urbano de la antigua carretera nacional 432, dentro del Cerco, están los restos de las primitivas oficinas del ferrocarril de Peñarroya-Fuente del Arco que, casi en las postrimerías de la SMMP en la Cuenca fueron la sede de sus últimas oficinas. La disposición de los espacios interiores en torno a los dos pasillos en cruz latina atestigua la función de este edificio exento, con una sola altura y planta rectangular sobre forjado sanitario, disponía de dos puertas de acceso y ventanas recercadas con ladrillo, su fachada principal daba al Cerco, cuyo muro exterior rompía con la verja de fábrica y celosía superior de ladrillos frente a la Dirección. A pocos metros hacia el oeste, quedan los restos de un conjunto de edificios de servicios que fueron parcialmente utilizados como cuartel del “móvil” de la Guardia Civil –ahora un almacén municipal-, así como un transformador eléctrico.

Diagonalmente, frente a la esquina este de las primitivas oficinas de la SMMP, a dos decenas de metros, estaba la Casa-Dirección, un edificio exento de planta cuadrada y dos alturas, con fachadas rectangulares iguales dos a dos, unas con ocho ventanas con postigos ranurados, las otras dos con una menos en las que había sendas puertas a las que se accedía subiendo unos escalones, y con un porche en la de la fachada principal, orientada hacia el Cerco y una valla exterior, mixta de ladrillo y madera.

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Obras en la antigua Casa-Dirección.

El espacio que rodeaba el inmueble estaba sin ajardinar y poblado de eucaliptos. El tejado bajaba con una pendiente moderada y formaba un amplio voladizo perimetrado por un canalón de plomo que descendía por los cuatro diedros reforzados alternadamente que resaltan en cada fachada. Este tejado, sin buhardillas y con sólo dos chimeneas, estuvo recubierto siempre con teja curva, contrastando con las edificaciones existentes a su alrededor.

Tras la construcción de la nueva Dirección, se convirtió en vivienda de los directores hasta que ENCASUR la transformó en residencia de Ingenieros modificando su interior, enrejando las ventanas de la planta baja y añadiendo instalaciones como piscina privada, pista de tenis, etc. En la actualidad está siendo reconvertido, -merced al Plan E anticrisis que complementa una inconclusa reforma realizada por una Escuela-Taller- en el hotel rural “Las Minas” y se le ha añadido un anexo prismático en la fachada interior que sobrepasa el remodelado tejado y sus modificados espacios interiores serán decorados con motivos cerámicos inspirados en la desaparecida minería y en la interesante gama fósil vegetal de la comarca, realizados en el taller de unas conocidas artistas y ceramistas locales.

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Jardín
Plaza de Santa Bárbara)

De similar antigüedad y a no mucha distancia se encuentra el segundo grupo de construcciones, formado por los jardines del tercer tipo -de los de fachada con tres ventanas y puerta- existentes en la actual plaza de Santa Bárbara –el popular “Llano” para los peñarriblenses-. En los extremos del lado menor de la L imaginaria, cuyos grandes patios traseros son fronterizos con el Cuartel de la Guardia Civil, se levantan construcciones modernas. En el desaparecido frontero a la carretera estuvieron instaladas las oficinas de la Hullera Belmezana y se exhibió, además de interesantes fósiles y otras curiosidades, la carlanca del mastín Terrible, el descubridor de los carbones de la Cuenca, según atestigua la leyenda local del siglo XIX. En el lado mayor, junto al creciente Cerco Industrial terriblense hay una hilera de jardines exentos del segundo tipo, unos perpendiculares a otros de los que varios ha sido sustituidos por construcciones de nuevo cuño con tejados abuhardillados y en el extremo, tres perpendiculares del cuarto tipo, tras los que, en su prolongación por la calle Sol, estuvieron desde 1905 los edificios que ocupara la Sociedad de Consumo del Personal de la SMMP -conocida coloquialmente como el “Colomato” que incorporó la primera fábrica de hielo- economato empresarial cuyo espacio está ocupado por varios propietarios y ha sido profundamente modificado.

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Para atender las necesidades recreativas de la Colonia Francesa, se edificó una Casa Social en mitad de un parque de estética oriental, acorde con los gustos imperantes en la primera década del siglo XX, en una zona densamente arbolada con eucaliptos, con espacios dedicados a juegos tan exóticos en la época -y en esta tierra- como lo eran el tenis o el croquet así como una piscina. El conjunto estaba aislado del resto de la población por un muro de ceniza y cal de unos dos metros de altura que no fue derribado hasta mediados de los años ochenta por el primer alcalde democrático, el socialista Rafael Áñez, que también consiguió la cesión al municipio por parte de ENCASUR del edificio y del parque circundante, que fue nombrado como “Parque de Carbonífera” en agradecimiento a la empresa donante.

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Biblioteca Municipal.

Orientado hacia el edificio de la antigua Dirección, este inmueble tiene planta de cruz latina sobre un semisótano y la cubierta a dos ángulos y cuatro vertientes. Hay que destacar su pabellón acristalado, con la escalera de acceso principal rematado con una exótica armadura de madera de estilo colonial que se salvó del incendio sucedido a finales de los noventa y que fue respetado, como las paredes exteriores, en la primorosa y cuidada reconstrucción realizada por el arquitecto Javier Pastoriza. En la actualidad, en la desaparecida Casa Social -que también fue sede del Círculo Franco-Español en los años de la tan larga posguerra en la que albergó una biblioteca francesa y un proyector que permitía realizar sesiones de cine- se encuentra ubicada, manteniendo un espíritu mezcla del exótico colonial y metropolitano francés en el exterior, y con un magnífico gusto en sus espacios interiores, pabellón acristalado y sala de lectura, con una pasarela perimetral a modo de entreplanta, a la que se accede por una escalera metálica, la muy concurrida Biblioteca Municipal peñarriblense.

 

No sería hasta el final de la segunda década del siglo XX, aprovechando la expansión económica experimentada con la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial, cuando la poderosa trasnacional francesa –que se había convertido en hegemónica en las provincias cordobesa, ciudadrealeña y pacense- construyera junto al llamado Barrio de los Chozos, en el Cerro de San Miguel y cercano a las principales explotaciones mineras del antaño grupo de la mina Terrible -junto a la Ana y a los vacies- viviendas para sus obreros: los llamados “Cuarteles de San Miguel” de dos tipos que se diferenciaban por su tamaño, ya que las más grandes tenían una habitación más. Son dos grupos de casas paralelos a la carretera, mientras otros grupos se ajustaban a los desniveles del terreno del cerrete en el que se asentaban formando varias calles paralelas que recibieron nombres relacionados con la minería y con el lugar en el que se habían levantado. Estas casas guardaban cierta similitud estructural con las del Barrio Francés pues tenían un pequeño patio delantero con un árbol -mimosa o pino, dados sus poderes salutíferos-, pero sin ventanas en la fachada principal y cuya puerta daba acceso a la sala-comedor. Después las tres o cuatro piezas habitables en las que se hacinaban la, entonces, muy numerosa familia que conformaban los hogares mineros, iluminadas por pequeñas ventanas que daban a un algo más amplio patio trasero usado como carbonera, gallinero y corral, que estaba separado por un muro con puerta que daba a una minúscula callecita – de menos de dos metros- del otro grupo enfrentado de casas iguales o al campo abierto.

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Cuartel para obreros del Cerro de San Miguel.

Fueron construidas 232 viviendas en grupos de 12 y 10 casas de tres piezas (178 en total) y grupos de 9 casas con 4 piezas (54 viviendas en total). La Empresa, que pretendió sin éxito acogerse a los beneficios de la 2ª Ley de Casas Baratas, las arrendaba a sus obreros a unos precios muy asequibles: 90 y 120 pesetas anuales respectivamente, como un beneficio empresarial más, pero con la estricta prohibición de subarrendarlas. Inicialmente carecieron de instalaciones de agua potable, que los vecinos obtenían en los llamados “grifos” instalados para la colectividad por la Sociedad, en los que se podían obtener 50 litros por persona y día, y de agua corriente, aunque tenían fosa séptica. Fueron edificadas «a base de cimientos y zócalos de hormigón y ceniza, muros de tapial enlucidos por ambas caras y con fábrica de ladrillo en vanos, y cubierta de tejas y rollizos de madera»iii. Aprovechando el abandono que sufrieron estas viviendas con la emigración de los años sesenta del pasado siglo, las casas se unieron muchas de ellas de dos en dos para obtener viviendas más cómodas y habitables y además han sido profundamente modificadas, por lo que prácticamente ha desaparecido la unidad constructiva de esta barriada, ante la indiferencia general pues nadie tuvo ojos para que este barrio obrero siguiera unas pautas de remodelación comunes sino para el más burgués Barrio Francés peñarriblense y aún así, de una manera tardía e ineficaz.

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Jardín para empleados.
(c/. Ramón y Cajal)

Tras la terminación de estos cuarteles se comenzó la construcción de la segunda fase del Barrio Francés, trazándose nuevas calles alrededor de la actual plaza de España –se vivían los años del nacionalismo de la Dictadura de Primo de Rivera- en la que se edificaron viviendas de una nueva clase, que eran una versión para dos familias de los de 1ª clase construidos en Reina Victoria, además de otros de 3ª clase modificada, más pequeños y bajos pareados y con desván, para empleados intermedios. Construcciones a las que se añadió un cuarto tipo más de viviendas teniendo en cuenta, esta vez, a los empleados españoles de menor categoría que podrían tener acceso a ellos ya que estos, oficinistas o administrativos, eran considerados como personal muy adicto a la Empresa, una suerte de aristocracia entre todos los trabajadores que estaban al servicio de la trasnacional francesa. La superficie estos inmuebles es aproximadamente la mitad de los de la 3ª clase y están adosados formando parte de la calle Ramón y Cajal y de la avenida José Simón de Lillo, dando las puertas de sus patios traseros a una calle intermedia. Con tejados poco inclinados cubiertos con teja plana y sin buhardillas –las que ahora rompen el conjunto son de reciente factura- y chimeneas compartidas sobre el muro divisorio. Todas estaban separadas de la calle por la verja del jardín delantero que estaba en su parte superior hecha con ladrillos que formaban una de celosía a base de rombos y triángulos.

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Casas-jardín en la calle Fábrica.

En cuanto a los jardines de la nueva 2ª clase, con plantas en forma de L adosadas por su lado más corto. Se construyeron en tres de los lados de la plaza de España y en el primer tramo de la calle Fábrica. Disponían de sendos porches separados por el cuerpo central y estaban cubiertos por extensos e inclinados tejados a dos aguas y abuhardillados, y cubiertos con tejas planas sevillanas. A la trasera de uno de estos costados de la plaza también existen dos jardines de esta clase que, tras el traspaso a de la línea férrea métrica al Estado, al FEVE, se convirtieron en las últimas oficinas de esta línea en la localidad. Los jardines de los otros lados perpendiculares son del tercer tipo modificado, igual que los de la inmediata calle Velázquez, adosados dos a dos, tejados a dos aguas sobre desván, con una sola chimenea. También se construyó en esta plaza un nuevo colegio para las monjas de la Presentación de María, venidas a Pueblonuevo del Terrible para atender las necesidades educativas de los hijos de los miembros de la Colonia Francesa y, secundariamente de los empleados españoles, cuatro lustros antes. En él se distinguieron dos sectores claramente diferenciados:

a) El Colegio Francés era, inicialmente, una construcción rectangular de una sola planta, aneja al Convento dotado con una Capilla -restaurada en los noventa y a la que se también se accede por una escalera exterior; refectorio, cocina y salas de reunión, dependencias que están alrededor de un patio central sin fuente modificado con un claustro según proyecto de un arquitecto local- que albergaba al personal de la Orden. Sobre el primitivo Colegio Francés, formado por tres amplias aulas sin tabiques y separadas por puertas de madera que permitían adaptar los espacios a las necesidades educativas de cada momento y que fueron tabicadas hace pocos años, se ubican las aulas de Enseñanza Infantil. En dos ocasiones, a este edificio se le han añadido sendas plantas manteniendo sólo la primera el estilo original, que están comunicadas por una estrecha y empinada escalera, empleadas como dormitorios para la Comunidad o como internado para las alumnas externas, tras la reducción del número de miembros de la Orden. En esta zona estaba el amplio huerto, hoy casi ocupado por nuevas instalaciones auxiliares escolares. La existencia de una corriente subterránea de agua explicaría la sobreelevación del conjunto creando un forjado sanitario muy habitual para casi todas las construcciones francesas.

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Colegio Español de la Presentación de María.

b) El Colegio Español tiene forma de L, con los típicos salientes simétricos en la fachada principal a los que se accede por sendas escaleras, está sobre un terreno nivelado en altura, en cuyo ángulo interior está el patio de recreo, cerrado por un alto y blanco muro de ceniza y ladrillo que lo protegía del aledaño ferrocarril métrico. Las numerosas ventanas, parcialmente recercadas, aparecen unidas por una cenefa resaltada de la pared y coloreada. En frente, tras el desaparecido chambao donde estaba la puerta de acceso para las alumnas que no eran de pago, existió una cocina en la que se calentaba la comida llevada por las propias alumnas que no volvían a sus casas a mediodía; una gran carbonera generosamente abastecida por la SMMP y una gran charca circular elevada, cuya agua servía para el mantenimiento de los jardines del barrio. Estos espacios están ocupados desde los noventa por un patio y nuevas dependencias escolares de Secundaria, manteniendo escasamente el patrón inicial.

Desde los años 80, con muy modificados jardines de la nueva clase -destinados a alto personal de la empresa- a ambos lados y formando la calle en la que está la entrada principal del Colegio, lleva nombre de quien fuera el Director de la Sociedad Minera, Armand Malye Thomas, auspiciador de este fuerte impulso edificador -proyectos probablemente generados por los grandes beneficios y la expansión empresarial de los años de la Gran Guerra- además de en Pueblonuevo del Terrible, en otras poblaciones de la Cuenca Minera como Belmez, Espiel y en Fuente Obejuna ( el Colegio, y la aldea de La Parrilla) y Peñarroya.

Hay, además, una desajardinada y descuidada plaza ovalada –el Anillo para los peñarriblenses- nombrada como Pablo Gal, también Director de la SMMP, y que sólo vio construidos los dos jardines iguales a los precedentes que iniciaban el arco mayor paralelo al desaparecido trazado del ferrocarril métrico, mientras el otro arco quedaba cerrado por el cerco en el que se encontraba la Fábrica de Harinas. Una corta calle, que antaño estuvo dedicada al Pozo Norte y que ahora lo está al primer alcalde de la villa terriblense, José Antonio Rodríguez Aparicio, con casas-jardín de la misma categoría e iguales a los dos existentes en el extremo cerrado de la perpendicular calle André Chastel. Al final del óvalo existe una construcción de carácter singular consistente en dos viviendas adosadas con entradas y porches independientes con, parte ajardinada delantera y patio trasero. Edificio de dos plantas más desván iluminado por una ventana frontal compartida y dos modernas claraboyas. Los huecos de las ventanas de las fachadas principal y opuesta están desusadamente cerca del eje de simetría. La cubierta es a cuatro aguas con tejas curvas y con un solo par de chimeneas en una de las viviendas, lo que hace suponer que han sido suprimidas en la otra.

También es destacable en esta zona el edificio de la antigua panificadora-que dio el nombre de Fábrica a la calle en la que se encuentra- construido ya en la segunda década del siglo XX por la Empresa, blanco prismático y alejado de los cánones considerados y que ha sido recientemente restaurado por un Taller de Oficios y se le ha añadido un ascensor panorámico externo, tras la generosa cesión como museo por sus anteriores dueños al Ayuntamiento. En el interior de este cerco aún se mantiene una pequeña chimenea originaria, aunque se han construido dos modernos jardines y para el resto se ha iniciado un proyecto de urbanización para edificar un grupo de viviendas que la crisis económica ha detenido.

 

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Casas de «Los Bomberos»

A un costado de la antigua carretera Nacional N 432, muy cerca del desaparecido puente del ferrocarril de Peñarroya a Puertollano, también se construyó, casi mediada la dictadura primorriverista, una hilera de doce casas para empleados de la Empresa, utilizando el ladrillo negro fabricado en El Cerco, tapial con cenizas para los muros y tejas curvas en los tejados, con oscuras y esbeltas chimeneas y desvanes. Estas pequeñas casas, con cuatro pequeñas habitaciones, eran de tipo distinto a los cuatro anteriormente existentes y tenían un perfil superior triangular, excepto las de los extremos y la del centro –que albergaba la cochera del camión de los bomberos del servicio contra incendios de la Compañía, un viejo camión conocido entre los empleados y vecinos como “La Cirila”- que eran rectangulares. Aquellas viviendas, como el puente aledaño, eran conocidas como “Los Bomberos”. Como es habitual en estas construcciones de estilo francés, estaban dotadas de un jardín muy pequeño en su fachada, verja externa. Los recercados de las dos ventanas y de la puerta estaban hechos con azulejos sevillanos, siguiendo la moda de la época, y quedan restos de hileras de tejas vidriadas o coloreadas en azul cobalto que adornaban la techumbre. En su parte trasera tenían un modesto patio cerrado al Cerco.

 

Mediada la década de los veinte en el extremo sur del pueblo, junto a los límites del término municipal con Belmez, se construyó en las cercanías de la más importante, profunda y moderna de las explotaciones carboneras del pasado siglo, la de El Antolín -en la que en los tres turnos trabajaban cerca de 1500 obreros- entre plantaciones de eucaliptos, otro barrio con varios grupos de jardines de las nuevas clases correspondientes a los de la ampliación del primer Barrio Francés: uno de los de 1ª clase, formando perpendicular con una hilera de jardines exentos de 3ª clase , perpendicular, a su vez a una hilera fragmentada en dos grupos: uno de adosados y el otro de exentos, de los de 4ª. Curiosamente este barrio da la sensación de estar inconcluso, ya que estas edificaciones forman calles abiertas, con una sola acera.

A medio centenar de metros también se edificaron en tres hileras, dos con los patios enfrentados, con casas más modestas para los obreros del tipo “cuartel”, similares a las construidas previamente en el Cerro de San Miguel con treinta y dos viviendas pequeñas de una sola planta, verjas exteriores de ladrillo que formaban celosía en su parte superior del jardincito y patio trasero. La tercera hilera está formada por cinco, pero son casas con una superficie cubierta que doblaba a las primeras, tenían un pequeño jardín delantero, siendo sus fachadas de tres ventanas y la puerta principal. En uno de los lados de la terriza calle que separaba ambos grupos de viviendas hubo una fila de eucaliptos, cuyos tocones han sido arrancados recientemente para arreglar la calle.

 

La fusión entre las villas de Peñarroya y Pueblonuevo en 1927, hizo que los proyectos de construcción franceses en el anterior termino municipal de la primera población –donde sólo existía una hilera de cuatro jardines exentos de los de 3ª clase junto al puente de Los Bomberos- se realizasen ya en la flamante Peñarroya-Pueblonuevo, y junto a varias casas para empleados de cuarta clase, se erigió el nuevo hospital empresarial de la SMMP, modélico en su género hasta la Guerra Civil, en la que sus instalaciones tuvieron un destacado papel como Hospital de Sangre dada la cercanía y actividad del frente. Es un edificio exento construido externamente en su fachada principal al estilo de las estaciones de ferrocarril francesas – aire de familia que puede comprobarse viendo la de la estación de Peñarroya- con una única puerta con arco de medio punto en el eje de simetría, sobre la que hay, en un frontón de líneas curvas con un óculo elíptico cruzado en su recercado por cuatro dovelas, motivo que se repite en los extremos de las dos alas, bajo sendos frontones curvos. Aproximadamente tiene una planta en forma de H, con los tejados ocultos tras petos. Amplios pasillos acristalados y altísimos techos en sus bordes externos a excepción del lado correspondiente a la fachada principal y a una de las interiores.

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Antiguo Hospital de la SMMP y actual sede del SAS

Está rodeado por tres de sus lados por una descuidada superficie arbolada con casuarinas, mucho más reducida que la originalmente existente. Sólo la parte delantera está ajardinada con césped. En el caso de esta construcción, el cerco que la rodea era de tapial de hormigón blanqueado en tres de sus cuatro lados puesto que en el correspondiente a la fachada principal está edificado en el habitual ladrillo “negro” y con una verja de hierro con tres amplios huecos de acceso. También habría que destacar la existencia de un semisótano con ventanas a ras de la fachada y con una altura decreciente desde el módulo trasero -en el que existe una rampa descendente adosada a la fachada y una puerta de acceso- al delantero atendiendo a la inclinación del terreno que es perfectamente observable en los doce peldaños de la escalera que hay que salvar para alcanzar la puerta del pabellón posterior.

Según la opinión del arquitecto local Juan A. Valverde, es muy posible que el pabellón cubierto del primer módulo fuese una galería descubierta que se cerró posteriormente o bien un añadido posterior, ya que parece como sobrepuesto al único frontón semicircular trasero existente y por tener unas ventanas con dinteles rectos que no concuerdan con las demás. Y sugiere la posibilidad de que el pasillo acristalado que une ambos pabellones también fuera cubierto con posterioridad a la realización de las obras principales.

En su cerco, alejados del edificio principal y adosados a los muros de separación, se levantaron un edificio mortuorio, actualmente destejado y en ruinas, y otro como lazareto que a día de hoy está ocupado por uno de los últimos practicantes-ATS supervivientes empleados por ENCASUR, empresa que lo mantuvo prácticamente sin modificar hasta mediados de los años 80 cuando en plena crisis provocada por la reconversión minera, a su vez, lo cedió al Servicio Andaluz de Salud (SAS) que lo adaptó a las necesidades del servicio ambulatorio, convirtiéndolo en Centro de Salud Comarcal tras una fuerte remodelación interior y de escasa entidad en el exterior.

El actualmente llamado Barrio Francés, en su parte más antigua, no vivía las inquietudes generales de la población, era una isla de exotismo en medio de un paisaje fronterizo entre Andalucía y Extremadura. Sus calles no eran frecuentadas por los peñarriblenses y estaban vigiladas por guardas jurado de la Empresa armados con tercerolas cargadas con cartuchos de sal que se disparaban para disuadir a quienes no tenían que estar por ellas a deshora o con motivos justificados. Cuando los franceses abandonaron la Ciudad al finalizar la década de los sesenta, calles, plazas y edificios pasaron a manos de los nuevos propietarios, la empresa de los Hermanos Calado, que fueron vendiéndolos a miembros de la burguesía local o que finalmente, hasta hace muy poco tiempo, cedieron calles y plazuelas a los ayuntamientos de turno.

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Estaciones de Peñarroya, métrica, 1er Plano y Renfe

Como núcleo de comunicaciones, en su tiempo la ciudad de Peñarroya-Pueblonuevo fue cabecera de dos líneas de ferrocarril minero -ambas construidas por la SMMP como obligado complemento al desarrollo de su labor minero-industrial- y, además tuvo una estación en una línea del ancho nacional que aún permanece, sin apenas haber sufrido modificaciones, en un casi testimonial servicio para el transporte de carbones hacia la central térmica de Puente Nuevo. Cabe, así mismo, citar los edificios de las cuatro estaciones férreas que existieron en el pueblo, de las que se conservan las de Peñarroya, frente a la actual estación de RENFE, en el que se distinguen 3 edificaciones adosadas, con refuerzos resaltados y alternados en sus diedros: el almacén con un tejado bastante inclinado, extendido en voladizo; la de dos plantas: la baja destinada a oficinas y la alta para hospedar el personal ferroviario ambulante, en medio de las otras dos que fuera la Estación Central del extinguido ferrocarril métrico de la SMMP,; y la vivienda del Jefe de Estación, de una sola planta, con los recercados óculos semicirculares de sus fachadas. La de Pueblonuevo del Terrible sobre esta línea, con almacén y casa de dos plantas –la baja para despacho y oficinas y la alta para el Jefe de Estación-; así como tres de las casas de las que ocuparan los guardabarreras y sus familias -sin grandes modificaciones-, una de ellas en el cruce entre la avenida José Simón de Lillo y la nueva Ronda Norte-Sur, estrecha y con tres ventanas recercadas laterales; y otra junto a la carretera del Silo. También existe una más de esta clase, del antiguo Ramal Minero en el término municipal y una del personal de Vía y Obras perteneciente a la línea Almorchón-Córdoba. Y, finalmente, la estación de la antigua compañía de los ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante (MZA) -construida hacia 1884 y hoy de RENFE-, de planta rectangular, 6 puertas, de las cuales 3 están bajo frontones triangulares en una fachada en la que falsas columnas marcan los espacios interiores. Junto a ella se desarrolló una barriada en la que existía una hilera de jardines exentos para empleados, de los de 3ª clase, con fachada con puerta entre dos ventanas y bajo la del desván, así como tres ventanas en las fachadas laterales. Sólo se conserva uno en el del extremo de la calle Real.

Aunque fuera del lo que podría considerarse el estilo francés más generalizado en las construcciones peñarriblenses, hay que señalar el edificio de la actual subestación de distribución eléctrica, de propiedad de la empresa ENDESA, que fue construido por los franceses para atender la demanda energética de la zona, capital cordobesa y pueblos pacenses limítrofes incluidos, durante la Primera Guerra Mundial y que, está adaptado a la función industrial para la que fue erigido, sin que haya sufrido modificaciones de consideración en sus cuatro fachadas, ya que se trata de un edificio exento con semisótano, planta baja de espacio diáfano; primera planta para maquinaria y en la cubierta superior, a la que se accede por una escalera metálica de caracol exterior, y que tiene una piscina para el pararrayos.

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Antiguo Almacén Central en restauración.

El conjunto de las edificaciones industriales construidas por la empresa francesa en los dos cercos –el tercero desapareció con la expansión de la minería de cielo abierto- ha seguido degradándose por la actuación de los anteriores dueños que, tras un intento fallido de aprovechar la tecnología de los talleres metálicos, se limitaron a extraer la mayor parte de los metales de las vías y estructuras, derribando muros y tejados, acelerando la ruina de bastantes edificaciones –en su descargo hay que decir que una de las principales actividades empresariales de los Hermanos Calado S.A. era la chatarrería- e insistir en la miopía y falta de interés mostrada no sólo por las sucesivas corporaciones municipales, sino por la mayoría de la población peñarriblense que no tuvo conciencia de los valores económicos, sociales e históricos a pesar de haberse señalado como de bien cultural algunos de estos restos, indiferencia a la que es imperativo añadir el vandalismo de quienes ignorando su valor patrimonial, han destrozado casi metódicamente muros, ventanas y edificios por el simple placer de destrozar o por el deseo de aprovechar materiales para la construcción en obras particulares. Es de esperar que, tras la firma que el 22 de abril de 2010 que hizo efectiva la adquisición de los terrenos del viejo Cerco Industrial por parte del Ayuntamiento peñarriblense a la empresa propietaria Prosurop 2000, se empiecen los estudios para la caracterización de los terrenos y su grado real de contaminación que permitan su aprovechamiento racional y una integración adecuada a las necesidades socio-económicas y laborales locales y comarcales.

En el primero de los cercos industriales se mantienen dos edificaciones junto a la que fuera principal puerta de acceso, una es la vivienda del que fuera Jefe de Guardas de la SMMP, con su amplia marquesina de madera reconstruida. En el interior del Cerco, la última Escuela-Taller, 5ª concedida, sigue con la restauración del magnífico edificio que fuera el del Almacén Central, cuya larga construcción se inició en 1917 aprovechando la expansión de la SMMP. Desde hace unos años recibe el nombre del ingeniero francés Pierre Rousseau -último cónsul y

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Restos de la Fundición de Plomo.

técnico con el que se extinguió la que fuera numerosa Colonia Francesa peñarriblense- Se trata de un edificio rectangular de unos 14400 metros cuadrados que ha sido profundamente modificado en su interior. Se encuentra rodeado por una cubierta a dos aguas que delimita un gran patio interior con techumbre en forma de dientes de sierra simétricamente dividido por otra a dos aguas que va desde una a otra de las puertas de las dos fachadas principales, por las que entraban y salían las mercancías transportadas por los ferrocarriles métrico y nacional a los andenes de descarga interiores. Tejas planas cubren el extenso tejado que está sostenido por airosas, y espaciadas, columnas y una espectacular estructura metálica remachada y carente de soldaduras que se atribuye a la escuela de Eiffel. También conserva una grúa puente de 10 toneladas que recorre una de sus alas.

El edificio de la Fundición de Plomo conserva la fecha de construcción de 1891 bajo el óculo de su fachada sureste, y adosada a una de las laterales, una interesante galería de servicio con bóvedas de medio cañón que se cruzan perpendicularmente construidas en ladrillo negro, constituyendo la nave una auténtica catedral del trabajo. La fachada paralela está taladrada por una doble hilera de huecos con dinteles semicirculares, mucho más pequeños en la hilera superior que, además, presentan una protección de forjado tal vez meramente ornamental. Y la estructura metálica que sostiene un tejado aún parcialmente cubierto con teja plana, y con una elevación longitudinal a dos aguas para completar la ventilación del módulo principal, uno de cuyos muros interiores parece haber sido construido en época distinta ya que no respeta los huecos de las arcadas. Junto a esta edificación hay una chimenea bastante bien conservada en medio de ruinas y el túnel exterior prismático que conduce a hasta la un tanto alejada Casa de los Humos.

Algunas de las chimeneas –también construcciones declaradas BIC- que sobreviven al implacable paso del tiempo y del desinterés, presentan grietas o falta de sus coronas, o se asientan sobre muy estropeados pedestales. Hay que señalar la existencia, entre otros, del muy degradado edificio exento ocupado por la Sala de Turbinas de la antigua Central Térmica, y los inmediatos fosos de las desaparecidas torres refrigerantes, cuyos muros forman un auténtico laberinto de columnatas y puentes

Incluido en este Cerco, aunque independiente desde la cesión de las propiedades mineras a ENCASUR, se están llevando a cabo, con vista a la potenciación de los recursos turísticos de la zona, las obras para la construcción de un Centro de Interpretación de la Minería en algunas de las edificaciones y en la base con forma de trapecio del que fuera único castillete de madera en la Cuenca de la mina “Santa Rosa”.

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Antiguo edificio de La Yutera.

El segundo Cerco, dedicado a las industrias textil y papelera desde la segunda década del pasado siglo, con las que los franceses desarrollaron su filosofía de autosuficiencia en el aprovechamiento global de los recursos de la zona, ha corrido mejor suerte, siendo algunos de sus edificios restaurados por sucesivas escuelas-taller u ocupados por industrias, locales comerciales, además de por las oficinas y otras instalaciones de la Mancomunidad de Municipios del Valle del Guadiato – edificio denominado actualmente como “Eiffel” -antigua Yutera- o por el Colegio de Educación Especial “Nuestra Señora del Rosario”, recientemente remodelado que ocupa el que fuera edificio de oficinas de La Papelera –cerca de los muros exteriores de los edificios que albergaban la maquinaria de mezcla, molienda y tratamiento de la pasta del papel, junto a una espectacular tolva-. Otra de las dependencias de este complejo es la actual sede del Instituto Geológico y Minero de España.

La desaparición de las explotaciones mineras han traído consigo la casi total de las construcciones de apoyo, por lo que apenas quedan el muy modesto castillete de La Montera, la restaurada base del que fuera el Pozo nº 3 de la mina Terrible –la más importante de la cuenca durante el siglo XIX-; la parte inferior metálica de la estructura del pozo Antolín y el edificio de máquinas de bombeo de las charcas cuadradas de suministro de agua a la mina Santa Rosa, atendiendo a la generalizada y miope práctica de demolición sistemática llevada a cabo por ENCASUR al ir dejando fuera de servicio y abandonando, aquellos pozos.

Aún quedan por citar los restos de varios de los edificios de la que fuera única explotación de antracita que existía en el reducido término municipal peñarriblense. Se trata de dos edificios próximos a La Calera -también conocida como la Mosca- explotada por la empresa madrileña Industria y Arte S.A. Uno es la conocida como Casa del Ingeniero situada en las inmediaciones del arroyo de La Hontanilla, junto a un bosquecillo de eucaliptos que, en su día, estuvo rodeada por un muro y una zona ajardinada. Presenta la peculiaridad de un adosado al cuerpo principal de la vivienda, junto a una de las puertas, ventanas recercadas, sótano y desván.

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Antiguas Oficinas y Dirección de «La Calera»

La otra construcción es en la que estuvieran ubicadas la Dirección y las oficinas de la empresa carbonera: un edificio con semisótano, dos plantas unidas por una ancha escalera de madera interior y un amplio desván abuhardillado sobre el conjunto. La estructura que sostenía el tejado de tejas planas era de vigas de madera cuyos extremos sobresalían al exterior. Por dentro los muros de las distintas dependencias estaban alicatados hasta un poco más de un tercio de su altura y se aprecian las huellas del humo en los lugares en los que existieron hogares y chimeneas para la calefacción. Las ventanas, con recercados, son rectangulares a excepción de las de los frontones que tienen curvos sus lados superiores y las del semisótano que están protegidas por rejas de hierro forjado. La entrada principal era mediante una doble escalinata y estaba enmarcada por dos exóticas palmeras que destacaban entre el bosquecillo de eucaliptos que envolvía a este edificio exento cuyos muros destacan por el tono rojizo.

Y, finalmente, los restos del único edificio construido por la SMMP existente en el barrio obrero del Cerro de San Miguel. Se trata de la fachada oeste de la actual parroquia de San Miguel, con su frontón de perfil escalonado y óculo cruciforme, reutilizado en los años cincuenta del siglo pasado y perteneciente al desaparecido lavadero de ropa erigido por la Empresa en 1916 para mejorar las condiciones higiénicas de sus trabajadores avecindados en esta zona.

La falta de una concienciación ciudadana capaz de presionar a las autoridades para salvaguardar el interés histórico de estas construcciones, su posesión mayoritaria en manos de una empresa privada, junto a la inexistencia de un plan urbanístico municipal durante mucho tiempo, así como la desidia o lasitud en su aplicación por parte de las autoridades locales desde que en 2001 se aprobaran las Normas Urbanísticas de Planeamiento de Peñarroya-Pueblonuevo, ha permitido que continuara la notable degradación de las estas construcciones de origen francés -cuando no han provocado directamente su total desaparición- como es fácil comprobar no sólo en el primitivo Barrio Francés, lugar desprotegido en el que conviven construcciones de muy variados y, a veces, antiestéticos estilos, sino en las demás zonas de la geografía peñarriblense reseñadas, provocando con ello una irreparable pérdida en el patrimonio ciudadano de Peñarroya-Pueblonuevo.

 

 

FUENTES DOCUMENTALES.

BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTOS:

- CASTRILLO RAMÓN, MARÍA “Reformismo, vivienda y ciudad. Orígenes y desarrollo del debate en España 1850-1920” Instituto Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial de la Universidad de Valladolid. 2001.

TESTIMONIOS ORALES DE

Guerra Gahete, Alfredo Rousseau Dabadie, Pierre Sánchez Sánchez, José Segador Castillejo, Manuela Valverde Delgado, Juan Antonio Vera Castillejo, Victoriano

 

i El investigador belmezano José Antonio Torquemada Daza afirma que con el ejército invasor venían ingenieros, topógrafos y técnicos que estudiaron la riqueza minera de la zona haciendo posible que el primer mapa minero de la Cuenca se publicase en 1833 en Francia, mucho antes de que se hiciesen estudios similares en España. Nota del Autor (N. A.).

ii LA Empresa Nacional Carbonífera del Sur fue creada por el Instituto Nacional de Industria en 1961 para hacerse cargo de las empresas mineras de la Cuenca del Guadiato tras la crisis que provocó el abandono de la minería por la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya (SMMP). En la actualidad, está integrada en ENDESA. ( N. A.)

iii CASTRILLO RAMÓN, MARÍA “Reformismo, vivienda y ciudad. Orígenes y desarrollo del debate en España 1850-1920” Instituto Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial de la Universidad de Valladolid. 2001. Págs. 347-8


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